Los orígenes históricos: un divorcio. Literalmente. La separación de la Iglesia anglicana de la comunión con Roma se llevó a cabo cuando Enrique VIII, después de haber logrado que el arzobispo Cranmer anulara su matrimonio con Catalina de Aragón, hizo aprobar por el Parlamento (en 1533) una serie de disposiciones que –al romper las relaciones entre Inglaterra y la Santa Sede– sometían completamente el clero a la Corona.
Si bajo su mando no hubo particulares cambios doctrinales, permaneciendo, de hecho, católica apostólica (y, por lo tanto, definiéndose como Iglesia cismática), fue bajo sus sucesores que los impulsos protestantes transformaron rápidamente a la Iglesia de Inglaterra en una confesión completamente nueva (Treccani.it).
De católica a “cato-protestante”
A pesar de los cambios impuestos por Cranmer, la Iglesia "anglicana" conserva muchas características de tipo católico.
Sólo después de la muerte de Enrique VIII, Cranmer (1547) – que perecerá durante la breve reacción católica de María Tudor (1516-1558) – aprobará una nueva liturgia en inglés (libro de oración) en 1549, más "protestante" en una segunda edición de 1552.
Bajo el reino de Isabel I (1533-1603, reina desde 1558) el Libro de Oración es revisado (1559) en un sentido menos anticatólico, pero los Cuarenta y dos artículos de fe, que se remontan al 1553, se vuelven en 1571 los Treinta y nueve artículos, de orientación más protestante, aunque moderados.
Desde la época de Isabel I, la religión anglicana – que, como se ha comentado, algunos consideran un tertium genus entre catolicismo y protestantismo – se presenta como compromiso entre elementos de proveniencia católica (templado por una aversión por Roma y por el papado) y de proveniencia protestante.
Poco a poco las dos tendencias se organizan en corrientes o partidos, llamados “Iglesia alta” (más conservadora y “católica”) e “Iglesia baja” (más filo protestante).
Entre el los siglos XVIII y XIX en el ámbito de los dos partidos surgen en primer lugar un movimiento evangélico, vinculado a los diversos despertares que caracterizan las comunidades del primer protestantismo en todo el mundo, y en segundo lugar un movimiento “tractariano” (de una serie de folletos llamados Tracts for the time publicados a partir de 1833), o “movimiento de Oxford”, definitivamente filo-católico.
Entre los dirigentes del “movimiento de Oxford”, John Henry Newman (1801-1890), se pasa en 1845 a la Iglesia católica (donde se volverá cardenal), mientras que Edward Bouverie Pusey (1800.1882) organiza una influyente corriente “anglo-católica” dentro de la Iglesia anglicana.
Hoy, las distinciones entre “Iglesia alta” e “Iglesia baja” son menos relevantes, y la Iglesia está más bien dividida a partir de cuestiones como la ordenación sacerdotal de mujeres y el papel de los homosexuales y la posibilidad de casarse (CESNUR).
La Iglesia anglicana hoy
La Comunión Anglicana es la federación de las Iglesias que derivan del anglicanismo en esos países donde el ex Imperio Británico ha fundado iglesias: Además de la Iglesia “madre” de Inglaterra y Gales, se añaden las de Irlanda, África Central, América Central, América Meridional, Australia, Bangladesh, Burundi, Canadá, Corea, Japón, Hong Kong, Kenia, India, las Antillas y Bahamas, las Islas Maldivas, Melanesia, México, Myanmar, Nigeria, Nueva Zelanda y Polinesia, Pakistán, Papúa Nueva Guinea, Sudáfrica, África occidental, Sudeste asiático, Región del Océano Índico, Sri Lanka, Tanzania, Uganda; Iglesias episcopales de Escocia, Brasil, Cuba, Filipinas, Jerusalén y Medio Oriente, Ruanda, Sudán; Iglesia evangélica lusitana; Iglesia protestante episcopal americana (en la que se organizan las parroquias anglicanas, después de la independencia de Estados Unidos); finalmente, la Iglesia Española Reformada Episcopal.
Se trata, de hecho, de una “asociación, dentro de Una Santa Iglesia Católica y Apostólica, de esas iglesias, provincias e iglesias regionales debidamente constituidas, que mantienen y propagan la fe y la disciplina católica y apostólica, que son generalmente exhibidas en el Book of Common Prayer, del mismo modo que están autorizadas en cada una”.
El consejo común de los obispos se reúne en la conferencia decenal de Lambeth, presidida por el arzobispo de Canterbury, que es esencialmente un primado de honor (Treccani.it).
El ecumenismo y la relación con la Iglesia de Roma
A partir de 1960 las tendencias ecuménicas se reforzaron en el seno de la comunión anglicana. El diálogo está particularmente vivo con la Iglesia católica.
Fueron de importancia histórica las visitas de los arzobispos de Caterbury a Juan XXIII (G.F. Fisher, 1960), a Pablo VI (M. Ramsey, 1966; D. Coggan, 1977), a Juan Pablo II (R. Runcie, 1989; G.L. Carey, 1992, 1996), a Benedicto XVI (R. Williams, 2006) y, a su vez, la de Juan Pablo II a Canterbury (1982), y la de Benedicto XVI (2010). Desde 2012 el primado anglicano es Justin Welby quien se encontró ya dos veces con el Papa Francisco.
Un problema muy grande para el diálogo ecuménico es la ordenación sacerdotal de las mujeres, praxis que no es aceptada por la Iglesia católica ni las Iglesias ortodoxas pero es aprobada por el Sínodo General de la Iglesia de Inglaterra (1994).
Esta situación se complicó más con la reciente decisión de ordenar obispos también a las mujeres (2014). Esto a pesar de algunos pasos adelante como el reconocimiento anglicano del papel de María en la historia de la Salvación (2005) y la declaración católico-luterana sobre la “justificación por la fe” (1999).
El tema de la ordenación es central en las relaciones entre Roma y los anglicanos exiliados desde el siglo XVI, y tuvo una solución clara con León XIII que proclamó nulas las ordenaciones anglicanas por la diversa interpretación del sacrificio de la misa y el papel de los obispos entre las dos Iglesias, con la Bula Apostolicae Curae de septiembre de 1896.
Con la decisión de admitir a las mujeres en todos los grados sacerdotales, se ha creado un nuevo obstáculo entre las dos comunidades eclesiales, estableciendo un verdadero éxodo de Londres Roma.
Recientes acontecimientos: los Ordinariatos anglocatólicos
El 4 de noviembre de 2009, Benedicto XVI promulgó la constitución apostólica Anglicanorum Coetibus para acoger a esos grupos de cristianos de tradición anglicana que querían entrar en plena comunión con la Iglesia católica manteniendo elementos del patrimonio cultural y litúrgico anglicano precisamente a causa de las transformaciones doctrinales en curso dentro de la comunión anglicana.
Fue el origen de los tres ordinariatos anglocatólicos actuales y en estos últimos cinco años han entrado más de 3.000 ex anglicanos, en casi 90 comunidades en Gran Bretaña, Estados Unidos, Canadá y Australia.