El famoso exorcista Gabriele Amorth ayuda a entender qué es el mal pero también el inmenso amor de Dios por los hombres
La lucha contra el mal comienza en la familia y muchos jóvenes actualmente se vuelven malos muy a menudo porque “viven sin la conciencia de la sacralidad de ser hijos y, por lo tanto, padres y madres”.
“Muchos padres e hijos padecen, por lo tanto, soledad, rechazo, celos, traición, abandono, infelicidad, depresión, tristeza”. “De esta catástrofe provienen la delincuencia, la maldad”.
Todo esto lo afirma el padre Gabriele Amorth, uno de los exorcistas más reconocidos. Ordenado sacerdote en 1954, en 1986 obtuvo el cargo de exorcista en la diócesis de Roma por el cardenal Ugo Poletti.
Dios es más bello que el diablo
Angelo De Simone, que vive en su misma comunidad religiosa, la Sociedad San Pablo, ha recogido en una larga reflexión-entrevista las ideas del sacerdote exorcista en el libro Dios es más bello que el diablo. Testamento espiritual (Edizioni San Paolo, en italiano), en el que el padre Amorth habla de la maldad pero más aún del bien.
Para el padre Amorth, al día de hoy es fundamental redescubrir la relación filial con el Padre celestial, pero también con el terrenal, subrayando que la ausencia y, por lo tanto, el no conocimiento del padre “abren una herida dolorosa en los hijos que los expone a desviaciones, delincuencia, y acciones verdaderamente malas”.
Del mismo modo, debe recuperarse la relación con Dios, al cual -según el padre Amorth- el fundamentalismo religioso de nuestro tiempo le hace “un pésimo servicio, oscureciendo su benévolo y tolerante rostro materno y paterno”.
Personas heridas más que endemoniadas
Para el exorcista, muchas personas consideradas “endemoniadas” en realidad son “individuos heridos, con muchas heridas en el alma porque hacen referencia solo a la ley de Dios, sin siquiera haber saboreado su amor”.
“Movido por la premura y la caridad sacerdotal, Amorth los invita a redescubrir en sí mismos, a pesar de los límites personales, la identidad, dignidad y sacralidad de ser hijos de Dios”, subraya De Simone.
“Gracias a esta liberadora identidad de hijo amado por Dios, el padre Gabriele logra enfrentar al diablo, habiendo recibido la fuerza y la gracia divinas para someterlo con autoridad”.
En las almas infelices, el padre Amorth “va en búsqueda de esa ‘imagen y semejanza’ divinas que ninguna fuerza demoniaca logra siquiera arañar. Da por sentado que Dios está más presente, es más bueno, más bello y más atractivo que el diablo”.
En sus respuestas a las preguntas de De Simone, el padre Amorth recuerda que el bien también existe en nuestros días; “no siempre, sin embargo, aparece ni es publicitado. Se difunde más bien lo que hoy algunos llaman la eufobia, es decir, el rechazo del bien”.
Fe y oración como antídoto
Las noticias sobre Dios “son buenas noticias y, por lo tanto, son mayormente ignoradas. Las del diablo son malas noticias y obtienen más atención”. El maligno, subraya, “existe pero teme a nuestro Señor”. La verdadera fe y la oración son posiciones formidables para defendernos contra el demonio”.
“Tanto el exorcista como el bautizado están seguros en cuanto tienen mayor conciencia de ser amados por Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, protegidos por la Santa Virgen María, por los ángeles y los santos: finalmente, están de parte del Más Fuerte y el Más Atractivo”.
Cómo prevenir la influencia del demonio
¿Cuáles son las disposiciones interiores para prevenir la influencia del demonio? El padre Amorth aconseja principalmente
“Dejarse ayudar a interiorizar el posible malestar que está en nosotros” y que puede expresarse de muchas maneras – tristeza, rabia, violencia, rebeldía, incluso blasfemia -, “abandonar un comportamiento indiferente, apático, desinteresado respecto al bien para vivir con profunda serenidad y buena conciencia”, estar “en comunión con Dios”, abandonando “un posible ateísmo práctico, una vida de pecado, pasando a una vida en Dios”, y también tener humildad, fe, orar, frecuentar los sacramentos, llevar una vida cristiana conforme al Evangelio, hacer obras de caridad, perdonar a los enemigos.
“Si existe una manera para alejar al diablo de nosotros”, observa, “consiste en dejarse atraer por la bondad y la belleza que emanan del bien y de nuestro Dios y Padre”.
El Señor, concluye Amorth, concede a los exorcistas y a los bautizados “toda la gracia para poder enfrentar y superar al diablo.
A sus amenazas cada uno puede responder: “Estoy envuelto en el manto de la Virgen, ¿qué puedes hacerme? Tengo de mi parte al Arcángel san Miguel, intenta luchar contra él. Tengo a mi ángel de la guarda que vigila para que no sea tocado; tú no puedes hacer nada”.