Se puede comulgar, pero el precepto se cumple al celebrar la misa entera los domingos y fiestas de guardar
Hay que distinguir dos cosas: Una cosa es la misa de precepto y otra muy diferente es la misa ferial.
Primero hablemos de la misa de precepto:
Asistir a misa los domingos y días de precepto es una de las obligaciones más básicas de nosotros los cristianos (Canon 1247).
Lastimosamente no pocos católicos desconocen sus obligaciones. Incluso desconocen que el estar bautizados implica deberes que hay que cumplir. Algunos piensan que por ser el amor la máxima ley cristiana, todo tendría que ser amor sin obligaciones, amor sin normas.
Pero ya sabemos que no es así; al contrario, el amor es muy exigente: cuanto más amor, más exigencia de manifestarlo y de evitar todo lo que vaya en su contra.
Todo lo que la Iglesia, a través de los diferentes documentos -especialmente el código de derecho canónico- dice, es para cumplirlo, no son consejos. Es importante, pues, distinguir entre leyes (que nos obligan en conciencia) y consejos o recomendaciones. En este último caso cada uno hará lo que le parezca oportuno pues no se está obligado canónicamente a seguir un consejo o recomendación y, en consecuencia, tampoco hablamos de pecado.
El Catecismo señala en su punto 2042 que hay una obligación importante para el cristiano católico: “Oír Misa entera los domingos y demás fiestas de precepto”. No sólo es el tercer mandamiento de la ley de Dios, sino que es el primer precepto o ley de la Iglesia.
Es importante que nos quedemos con estas palabras: “MISA ENTERA”. Debemos participar de la misa completa los domingos y las fiestas de guardar. Falta a este mandamiento también quien llega tarde a misa. Si se llega tarde, la misa no vale.
¿Qué no decir de la persona a la que regularmente y/o por costumbre le gusta llegar tarde a misa? Tener el hábito de llegar tarde es sinónimo también de despreocupación y la persona es culpable de acedia. Se denomina propiamente acedia o acidia a la pereza en el plano espiritual y religioso y esto ya es pecado muy grave y en estas circunstancias, antes de comulgar la persona se debería confesar.
Mientras haya pecados mortales o graves no se puede comulgar, así se llegue antes del inicio de la misa.
La misa entera consta principalmente de dos partes que forman una unidad, partes que a vez están formadas por otras, y todas son importantes.
“Las dos partes de que costa la Misa, a saber: la Liturgia de la palabra y la Eucaristía, están tan íntimamente unidas que constituyen un solo acto de culto. Por esto el Sagrado Sínodo exhorta vehemente a los pastores de almas para que en la catequesis instruyan cuidadosamente a los fieles acerca de la participación EN TODA LA MISA, sobre todo los domingos y fiestas de precepto” (Sacrosanctum Concilium del Concilio Vaticano II, 56).
El documento habla de la participación en toda la misa; por esto que no hay ningún documento de la Iglesia que diga, por ejemplo, que el fiel cumple con el precepto dominical desde las lecturas, o desde el credo, o desde el ofertorio, o desde la consagración o desde….; como si algo sobrara o algo fuera secundario o algo no fuera importante en la misa.
Si somos personas que decimos creer en Dios y creer en la Iglesia, debemos apegarnos y cumplir con lo que nos dictan sus normas. La fe se rige por preceptos y normas que hay que cumplir por disciplina y para beneficio personal y de la Iglesia misma. En la medida que uno corresponda a dichas normas se podrán obtener bienes espirituales necesarios para la vida.
Para cumplir el precepto, se debe oír la misa entera: esto es, desde el momento en que sale el sacerdote hasta que da la bendición final y despide al pueblo; es por esto que
llegar tarde, indiferentemente del momento en que se llegue, impide el cumplimiento de la ley.
Ahora bien si un fiel alguna vez se demora en llegar a misa por alguna circunstancia ajena o no a su voluntad, no hay problema; si se está en estado de gracia la persona puede comulgar indiferentemente del momento en que ha llegado. Y el sacerdote no debe negar la comunión a nadie si se da cuenta de que algún fiel ha llegado tarde.
El principio general se expone en el Código de Derecho Canónico: “Los ministros sagrados no pueden negar los sacramentos a quienes los pidan de modo oportuno, estén bien dispuestos y no les sea prohibido por el derecho recibirlos” (Can 843,1).
“Es conforme al sentido mismo de la Eucaristía que los fieles, con las debidas disposiciones, comulguen cuando participan en la misa” (Catecismo, 1388).
Pero, OJO, el fiel está obligado a participar de la misa entera en otra misa del mismo día, ya sea en la misma parroquia o en otra. No es que porque ya comulgó, ya cumplió con el precepto. Una cosa es comulgar en una misa de precepto y otra, muy diferente, es cumplir con el precepto en sí mismo.
Es por esto que se puede comulgar dos veces al día, aunque sólo sea por piedad, pero la segunda vez debe ser dentro de la celebración eucarística completa (can 917).
Es decir, dicho de otra manera, el comulgar es independiente de la misa: una cosa es comulgar y otra cosa es cumplir o no cumplir el precepto de oír misa entera todos los domingos y fiestas de guardar.
Aclaremos un poco más la situación: Si un domingo un fiel que esté en gracia de Dios, llega, por ejemplo, durante ‘el padrenuestro’ y acto seguido comulga, perfectamente lo puede hacer; pero el fiel no está cumpliendo con el precepto dominical.
Cumplir el precepto es otra cosa muy diferente; para cumplirlo debe participar, de principio a fin, en otra misa comulgando una segunda vez. No es que el fiel comulgando ‘se lave las manos’ y diga: ‘Aunque llegué tarde ya fui a misa y, como comulgué, ya cumplí con el precepto dominical’.
Quien llegando tarde a misa, comulga y deja de ir después a una misa completa el mismo día, habrá pecado gravemente. Recordar que en pecado grave no se puede comulgar.
Es común decir por ahí: “Hecha la ley hecha la trampa”. Un buen fiel no debe buscar hacer trampa y decir, por ejemplo, un domingo: ‘En la primera misa llegué acabando el credo, por tanto, para cumplir con el precepto estaré en una segunda misa pero cuando acabe el credo ya me puedo ir’.
Dios no quiere cosas a medias, las medias tintas, las cosas hechas de cualquier manera; o se cumple o no se cumple. Jesús decía: “Digan sí cuando es sí, y no cuando es no; cualquier otra cosa que se le añada, viene del demonio” (Mt 5,37). Con Dios no andemos con “servicios mínimos”; como dándole amor a Dios con un gotero o a cuenta gotas.
Si el fiel tiene una fe responsable, madura y realmente conoce el valor de la misa y prevé que llegará tarde a la misa a la que quería o tenía pensado ir ,pues buscará otra opción para cumplir con el precepto.
Como se ve, los documentos no dejan lugar a dudas. Todo lo que se sale de esto, será una opinión personal al margen de lo establecido por la Iglesia.
Si en una zona rural hay un pequeño pueblo donde sólo hay una misa dominical y una sola parroquia y el fiel llega tarde por su propia culpa y/o negligencia, espere a que acabe la misa para confesarse y después, fuera de la misa, comulga.
Pero si, en la presencia de Dios y a conciencia, se llega tarde sin culpa alguna por parte del fiel éste puede comulgar y cumple con el precepto.
En tierra de misión, cuando no hay misa, existen otro tipo de celebraciones a las que se les puede llamar
liturgia de la palabra o celebración de la palabra o paraliturgias con comunión eucarística; celebraciones dirigidas por un ministro extraordinario de la comunión, un religioso o religiosa, una persona que ha sido enviada como misionero.
En estos casos se leen las lecturas previstas, se hace alguna reflexión, se canta y se distribuye la comunión. Sólo se debe contar con las hostias ya consagradas previamente por un sacerdote.
Estos fieles cumplen con el precepto dominical aunque no haya misa, pero la condición es igual: participar activamente en toda la celebración de principio a fin.
Y el precepto de oír misa entera todos los domingos y fiestas de guardar es para todos los fieles desde que tengan uso de razón. Que puedan o no puedan comulgar, ya es otra cuestión. El precepto no obliga a comulgar.
Sólo existe la obligación de comulgar una sola vez por pascua de resurrección; y esto presupone la confesión sacramental. Hay fieles que aun pudiendo confesarse y comulgar no hacen ni lo uno ni lo otro.
El hecho de que, por circunstancias de la vida, alguien esté impedido de comulgar no lo exime de oír misa entera los domingos y fiestas de guardar.
Alguien podría decir: ¿Para qué ir a misa si no puedo comulgar? Pues estas personas harán mucho, hay que ir a misa para ofrecer a Dios el sacrificio redentor de Cristo, entre otros motivos.
Es decir, es cierto que la Iglesia recomienda que aquellos que están en condiciones de hacerlo, comulguen; pero esto no quita que se pueda participar activamente en la misa sin comulgar. Son dos cuestiones muy distintas.
Y la comunión siempre presupone las debidas disposiciones, sin las cuales, se haría daño al alma de quien comulga. Además en el caso de la misa dominical, no asistir a misa entera añadiría otro pecado mortal a la persona.
El cumplimiento del precepto dominical es absolutamente independiente de la Comunión: se cumple con la asistencia completa, plena, consciente y activa en la misa.
La misa en los días feriales
Habiendo precedentemente hablado del cumplimiento del precepto de ‘oír’ misa entera, completa, los días domingos y fiestas de precepto; durante los días de cada día la cosa es diferente. En los días feriales, que no hay obligación de ir a misa, se puede llegar a la hora de la comunión y comulgar.
“Se recomienda especialmente la participación más perfecta en la misa, la cual consiste en que los fieles, después de la comunión del sacerdote, reciban del mismo sacrificio el Cuerpo del Señor”, dice la Sacrosanctum Concilium en su punto 55.
Hay un dicho que dice: “Más vale tarde que nunca”; es decir, más vale llegar tarde a misa que no ir propiamente. Más le aprovecha al fiel lo que queda de misa que, con la excusa de ir tarde, pretender quedarse en la calle o no ir propiamente a la iglesia y quedarse sin comunión o sin un momento de oración en la presencia del Señor Sacramentado; máxime si no tendrá después durante el día más ocasión de ir a misa.
Yo creo que para Dios es más importante la presencia de un hijo suyo en misa aunque llegue tarde a que no vaya; Dios no está controlando la llegada de un fiel con reloj en mano.
Cada persona es un mundo diferente con circunstancias diferentes y dicha persona con su conciencia se debe confrontar en la presencia del Señor; pues a Dios le puede complacer más la vivencia de la misa de un fiel que llegue muy tarde y que aun así participe más plenamente durante esos pocos minuticos que quedan de misa que la vivencia de la misa distraída o despreocupada o pasiva de alguien que haya llegado al templo parroquial aun antes del inicio de la misa.
Eso sí, si se llega tarde a misa hay que ser muy discretos, no hacer ruido al caminar, no ir a los primeros bancos porque distrae a los demás, es falta de respeto a los demás, a quienes se les molesta también.
Incluso también el fiel puede comulgar fuera de la misa. No hay prohibición de comulgar fuera de la misa. El modo más apropiado para comulgar es dentro de la misa, pero si se pide la comunión fuera de la misa, por causa justa, se debe atender la petición (canon 918).