Las religiosas que dirigen el Instituto de San José en Roma arriesgaron su vida para salvar a niños y niñas judíos, así como a algunas de sus madres
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Un abrazo y lágrimas. Varias personas salvadas de la barbarie del nazismo pudieron abrazar el 16 de abril a una de sus salvadoras. La ocasión la brindó la declaración como “Casa de vida” de la escuela de las Hermanas de San José, en Roma, por parte de la Fundación Internacional Raoul Wallenberg.
Durante la ocupación nazi, entre septiembre de 1943 y abril de 1944, las religiosas acogieron en su escuela y casa a más de 30 niños y niñas judíos, así como algunas de sus madres, que en caso de necesidad se disfrazaban de monjas católicas.
La directora de la escuela, la madre Ferdinanda (Maria Corsetti), así como una de las novicias, suor Emerenziana (su nombre de pila es Anna Bolledi), con la ayuda de las demás religiosas, arriesgaron diariamente la vida, pues los soldados alemanes habían ocupado la contigua villa de una persona judía, sin que existiera un muro de separación entre ambas propiedades.
En el convento, donde vivían mujeres y niños judíos escondidos, los alemanes en ocasiones utilizaban la cocina o incluso el salón de actos para alguna de sus fiestas. Un capitán, llamado Sigmund, llegaba sin avisar para tocar el órgano de la iglesia, sembrando el pánico entre los refugiados, que se escondían en las aulas de clase, transformadas en dormitorios.
La celebración organizada por la Fundación Wallenberg culminó con el acto de develamiento de una placa conmemorativa, que ahora puede verse en el muro exterior de esa escuela, con la que se declara “Casa de Vida”.
En la celebración participó suor Emerenziana, que ahora tiene 93 años, la única de las religiosas de aquellos años que ha sobrevivido y que ha sido reconocida como “justa entre las naciones” por el Yad Vashem.
El momento más emocionante tuvo lugar cuando antes de comenzar la ceremonia Marta Ravenna, que fue acogida por el convento a los 6 años, abrazó a la religiosa. Emerenziana, que mantiene toda su lucidez y buena memoria, estaba muy conmovida, pues no sabía que Marta participaría en el encuentro.
Marta era la hija de la directora de la escuela judía de Roma, en 1943, quien pidió a las religiosas que acogieran a sus hijos y sobrinos, al darse cuenta de que su vida corría grave peligro.
Marta vino acompañada de su esposo, Mario Lattes, quien también fue salvado por el sacerdote Mario Tirapani, en Florencia, durante la persecución alemana del invierno entre 1943 y 1944, motivo por el cual el Yad Vashem le acaba de reconocer como “justo entre las naciones”.
También abrazaron a suor Emerenziana otras dos personas que pudieron salvar la vida en esa escuela: Pina Donzelli, católica, reconocida profesora universitaria, quien vino desde Sicilia para participar en la celebración, y Roberto Calderoli, judío, quien encontró refugio en el convento junto a sus hermanos y a su madre. Ambos tienen 84 años.
Marta Ravenna explicó cómo las religiosas supieron respetar su identidad, religión y cultura: ya sea en los rezos, ya sea en las fiestas judías, cuando las mamás acogidas organizaban las celebraciones judías y compartían los pasteles con el resto de los estudiantes, refugiados y religiosas.
En representación de las autoridades de Roma, participaron la presidenta de ese Municipio, Cristina Maltese, acompañada por la presidenta del Consejo del Municipio, Alessia Salmoni.
Eyal Lerner, cantante y músico israelí, interpretó una canción que rememora las composiciones de la joven poeta judía Hannah Senesh.
La celebración concluyó con la participación de Amedeo Minghi, uno de los más grandes cantautores contemporáneos de Italia, quien presentó una edición, inédita en Internet, de su videoclip “Jerusalén”, canción cantada junto a un cantante palestino musulmán y una cantante judía israelí.
Un videoclip precedente de esa canción puede verse aquí: