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Cómo los manuscritos de san Juan de la Cruz se salvaron de la Guerra Civil española

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Meghan Ferrara - publicado el 07/05/15
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O ¿qué tiene que ver este santo místico con Aragorn, el héroe de El Señor de los Anillos?

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Parecería imposible que san Juan de la Cruz, la guerra civil española y JRR Tolkien tuvieran algo en común. Y sin embargo, los tres comparten una conexión importante: el poeta sudafricano Roy Campbell, y con él una historia de intriga, valentía y fe.

Este notable relato se sitúa en el estallido de la Guerra Civil española durante la década de los 30. Había mucho malestar en España previo a las elecciones de febrero de 1936, pues los españoles, desde los diversos partidos, trataban de derrocar a la junta republicana. Esta tensión se convirtió en disturbios en toda regla que se extendieron por todo el país.

Las demostraciones pronto volvieron virulentamente anticlericales y terminaron con la destrucción de iglesias y la persecución de sacerdotes, monjes y otros miembros de la vida consagrada.

Ya no era seguro mostrar en público la pertenencia religiosa. Al final de la guerra, doce obispos, 4.184 sacerdotes, 2.365 monjes y aproximadamente 300 monjas dieron la vida por la Iglesia.

Fue en medio de este peligro que Roy Campbell y su familia se convirtieron a la fe católica, aunque éste es el final de un viaje que había durado años.

Los primeros años en Sudáfrica y Oxford

Nacido en 1901, Campbell pasó gran parte de su juventud en Sudáfrica. Llegó a Oxford en 1919 para iniciar sus estudios universitarios. El poeta disfrutó de un meteórico ascenso hacia el éxito en el mundo literario inglés, y con 22 años de edad, sus obras se comparaban con los de TS Elliot, de quien fue contemporáneo, junto con Dylan Thomas, Edith Sitwell, y Percy Wyndham Lewis.

Campbell también contó con George Orwell, Aldous Huxley, TS Eliot, Evelyn Waugh, JRR Tolkien y CS Lewis entre sus amigos. Estas amistades fueron una característica definitoria de su carrera profesional, así como de su vida personal. La primera impresión de J.R.R. Tolkien sobre Campbell demostró ser particularmente memorable.

Una noche, en 1944, observó al poeta apartado en un rincón oscuro de un pub mirando fijamente a CS Lewis y escuchando su conversación animada. Este encuentro lo recordó vívidamente Tolkien, mientras escribía El Señor de los Anillos, cuando un Aragorn enigmático se encontró con los hobbits de una forma similar en la posaba de Bree al inicio de la trilogía. Las anteriores experiencias y aventuras de Campbell influenciaron fuertemente en el desarrollo posterior de este personaje fundamental.

Una época peligrosa para ser católico

La familia Campbell, que creció para incluir a las hijas Ana y Teresa, se trasladó a Barcelona en otoño de 1933, después de vivir en Provenza durante varios años. Durante este tiempo, la familia comenzó a convertirse a la fe católica.

Se mudaron a Altea, cerca de Alicante, en mayo de 1934. Fue aquí donde toda la familia se bautizó formalmente en la Iglesia Católica, en junio de 1935. En 1936 los Campbell se habían trasladado a Toledo. Lo que no imaginaban era que su nueva fe se vería gravemente puesta a prueba en los meses siguientes.

En este momento, España se estaba viendo envuelta en una guerra civil en toda regla, y era un momento peligroso para ser católico. Sin embargo, Campbell y su familia se hicieron amigos del monasterio carmelita de Toledo, y en marzo de 1936, los monjes se refugiaron durante un  breve tiempo en su casa.

Después, el 21 de julio, las fuerzas republicanas marcharon sobre la ciudad. Los carmelitas de nuevo buscaron la ayuda de los Campbell. Esta vez, sin embargo, no fue por su propia seguridad, sino para proteger los archivos carmelitas, incluyendo los documentos personales de San Juan de la Cruz. Campbell estuvo de acuerdo y esa noche le fue entregado un baúl con el precioso legado dentro.

Pidiendo la intercesión de san Juan de la Cruz

Varios días después, el 31 de julio, los milicianos fueron la registrar el hogar de los Campbell. Previendo este tipo de visitas, Roy y su esposa Mary habían tomado la precaución de retirar todos los crucifijos e imágenes religiosas.

La mayor preocupación de los Campbell, con todo, era que descubrieran el enorme cofre de los carmelitas. Durante el registro de los soldados, Roy imploró la intercesión de san Juan de la Cruz,  prometiendo traducir las obras del santo en inglés si salvaban la vida ellos y sus hijas.

Las oraciones de los Campbell fueron escuchadas. El registro no fue especialmente meticuloso, los milicianos incluso apoyaron los rifles en el baúl sin pensar siquiera en examinar lo que contenía. La importancia del rescate de esos documentos se les hizo evidente a los Campbell cuando vieron a las fuerzas republicanas quemar el resto de los 30.000 volúmenes de la biblioteca carmelita.

Campbell cumplió su promesa a san Juan, y sus traducciones fueron recibidas con aclamación de público y crítica. Como recompensa a su valor, el cardenal Gomá, entonces Primado de España, dio el sacramento de la Confirmación a los Campbell, aunque incluso esto entrañó un gran riesgo y tuvo que hacerse de noche y en secreto.

Meghan Ferrara  escribe en el Regina Magazine  donde este artículo fue originalmente publicado y de donde fue tomado con permiso.

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