Propuesta editorial de Palabra en el 75 aniversario del estallido de la Segunda Guerra Mundial
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A lo largo de tu vida habrás leído muchos relatos impactantes sobre la Segunda Guerra Mundial y el exterminio nazi. Nadie duda de la dureza de aquel tiempo tan cruel, cuyas diversas anécdotas nos han dejado siempre perplejos. Pero aquí tenemos una historia diferente, desde otro punto de vista. ¡Te contamos!
Ediciones Palabra tiene una obra alucinante que quiere dejar en tus manos y que, una vez empieces a leerlo, no podrás dejarlo. Se trata de un apasionante relato autobiográfico de las terribles experiencias vividas por un joven seminarista franciscano reclutado forzosamente en las SS de Hitler al comienzo de la Segunda Guerra Mundial.
Sin traicionar a sus ideales cristianos, Gereon Goldmann fue capaz de completar su formación sacerdotal, ser ordenado y ejercer secretamente su ministerio con los soldados católicos alemanes y con las víctimas civiles inocentes atrapadas en los horrores de la guerra.
El Padre Goldmann cuenta las múltiples ocasiones en que escapó de una muerte segura gracias a ayudas providenciales, sus experiencias en los tribunales de guerra en los que fue juzgado, su vida en el terrible campo de prisioneros en Kasr-Es-Souk, en el Marruecos francés, la diabólica persecución que él y sus camaradas católicos sufrieron a causa de su fe, etc. El relato es un extraordinario testimonio del poder de la Providencia y del imperecedero valor del amor, la fe y el sacrificio.
Una filósofa católica y teóloga, Alice von Hildebrand, afirma que se trata de “una obra realmente sorprendente. El lector se siente cautivado desde la primera línea hasta la última. Es un libro de lectura indispensable”, cuyo autor cuenta la historia desde la realidad que causa estar en primera fila por su protagonismo. Gereon supo ser fiel a su condición religiosa y, finalmente, después de ser capturado, pudo ordenarse sacerdote en 1944. Posteriormente estuvo en un campo de prisioneros en Kasr-Es-Souk, en el Marruecos francés, hasta que fue liberado en febrero de 1946. En 1954 se trasladó a Japón, algo que había deseado durante toda su vida, donde desarrolló una intensa actividad pastoral y asistencial, siendo el promotor de numerosas iniciativas.
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