Evitemos que la mujer se convierta en máquina reproductora
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En España, la gestación o maternidad subrogada se encuentra en un “limbo” legal.
Por un lado nos encontramos con la prohibición explícita. En la Ley sobre Técnicas de Reproducción Asistida se muestra que es nulo “de pleno derecho” cualquier contrato con convenga la gestación a carga de una madre que renuncia a la filiación materna a favor del contratante o tercero es nulo de pleno derecho.
No obstante hay españoles que deciden llevar a cabo la contratación de vientres de alquiler en el extranjero y posteriormente el Registro Civil contempla la inscripción de los niños fruto de esta técnica.
¿En qué quedamos entonces? ¿Está prohibido en España pero sí puede hacerse fuera? ¿Está prohibido pero se permite legalmente la filiación?
En la actual campaña electoral no se ha abordado esta temática. Ciudadanos es el único partido que, en su programa electoral, habla de regular la gestación subrogada.
Los otros tres grandes partidos -PP, PSOE y Podemos- prefieren no pronunciarse sobre un tema que, sin duda, levanta espinas.
El PP prefiere no entrar en el tema y prohíbe las técnicas pero permite la inscripción; el PSOE ha pedido incluso prohibir la publicidad de vientres de alquiler y desde PODEMOS sólo las bases se han planteado su regulación.
No obstante, desde hace tiempo son muchos los colectivos que comienzan a alertar de las posible implicaciones que una legislación permisiva con estos temas.
Y lo más curioso es que son precisamente colectivos de izquierda y aconfesionales los que han comenzado la batalla por defender a la mujer ante lo que califican de cosificar su cuerpo.
Algunas filósofas y constitucionalistas españolas han comenzado una iniciativa que denuncia: “No somos vasijas”.
Esta iniciativa la firman filósofas como Amelia Valcárcel y Victoria Camps, y constitucionalistas como María Luisa Balaguer o Mar Esquembre.
Mediante un manifiesto, explican que las mujeres “no se pueden alquilar o comprar de manera total o parcial”.
“Alquilar el vientre de una mujer no se puede catalogar como “técnica de reproducción humana asistida”, destaca este colectivo, que recuerda que “las mujeres no son máquinas reproductoras que fabrican hijos en interés de los criadores. Es, por el contrario, un evidente ejemplo de “violencia obstétrica” extrema”.
En su argumentación califican los vientres de alquiler como “una lógica neoliberal que se sirve de la desigualdad estructural de las mujeres para convertir esta práctica en nicho de negocio que expone a las mujeres al tráfico reproductivo”.
Finalizan explicando que los Derechos Humanos suponen “rechazar la idea de que las mujeres sean usadas como contenedores y sus capacidades reproductivas sean compradas” y muestran que “el derecho a la integridad del cuerpo no puede quedar sujeto a ningún tipo de contrato”.