Se guarda en la Capilla de Las Reliquias de la catedral de Santa María de la Asunción de Coria, en España
La catedral de Coria, en Extremadura, España, tardó aproximadamente 250 años en construirse. Su historia es compleja y larga, y algunos estudios señalan que algunos de los elementos de lo que es hoy este edificio datan del siglo I.
De acuerdo a la tesis doctoral de María del Carmen Sanabria Sierra, bajo la dirección del reconocido historiador de arte Víctor Nieto Alcaide, la catedral habría sido el primer templo cristiano en toda la Península Ibérica. Un mosaico romano hallado en su claustro parecería apuntar en esa dirección.
La catedral ocupa el lugar en el que anteriormente se ubicaban la antigua catedral visigoda, la mezquita mayor de la ciudad y una antigua iglesia-catedral románica.
Su construcción, iniciada en 1498 (seis años después de la Reconquista), se terminó en torno a 1748, pero el terremoto de Lisboa del 1 de noviembre de 1755 la dañó seriamente.
Si bien la iglesia es, en sí misma, un riquísimo monumento del barroco español (alberga piezas de Churriguera y del maestro Diego Copín de Holanda, el escultor oficial de los Reyes Católicos, por sólo nombrar dos), es más conocida por albergar el que se asume podría ser el mantel utilizado por Jesús y los Doce Apóstoles en la Última Cena.
Oficialmente, la Iglesia conserva esta reliquia por tradición, pero también porque no hay evidencia alguna de que sea falsa, aunque tampoco existen pruebas científicas de que sea verdadera.
Sin embargo, estudios recientes han vinculado, en más de una manera, este mantel con la Sábana Santa, explicando que podrían muy bien haber sido hechos al mismo tiempo, y además usados juntos en el Cenáculo.
John Jackson, director del Turín Shroud Center de Colorado, y anteriormente miembro de la NASA, dirigió en 2014 un estudio sobre el mantel.
Fue el propio Jackson quien, al analizar el Sudario de Turín, intuyó que debería haber sido, originalmente, no un sudario sino un mantel.
Cuando su equipo midió el lienzo del mantel de Coria, comprobó que las dimensiones eran casi idénticas a las del que se conserva en el Duomo de Turín.
Rebbeca Jackson, miembro del equipo, comentó en esta entrevista que, en su opinión, “la Sábana Santa y el mantel extremeño fueron usados conjuntamente en la Última Cena”.
“Para los judíos, en las grandes solemnidades, y la Pascua es la mayor de ellas, era común utilizar dos manteles de manera ritual, para recordar la travesía por el desierto tras abandonar Egipto”, explica.
“Se colocaba un primer mantel sobre el que se depositaban los alimentos y una segunda tela sobre ellos para evitar que cayera arena o que fueran contaminados por insectos”.
Según se lee en una nota publicada en El Mundo, para el arquitecto Ignacio Dols, delegado en Extremadura de la Sociedad Española de Sindonología, “la intuición de Jackson puede tener sentido por la precipitación para enterrar a Cristo”.
“Murió en torno a las tres de la tarde de un viernes y debía ser enterrado antes de, aproximadamente, las seis del mismo día, momento en el que comenzaba el Sabbath (día festivo para los judíos en el que no se podía realizar ninguna labor física)”.
En apenas tres horas José de Arimatea tuvo que reclamar el cuerpo a Pilatos, obtener permiso para enterrarlo, trasladarle hasta un sepulcro, hacer los preparativos, amortajarlo y sellar la tumba”.
“Lo razonable es que utilizara los elementos que tuviera a mano, y un mantel de esas características era perfecto para envolver un cuerpo”.