El silencio es una ocasión para abrir los sentidos y saborear la comida lentamenteEl silencio es el medio favorito de Dios para venir a hablarnos. No obstante, entre los auriculares en las orejas y la televisión constantemente encendida, es difícil escucharlo.
Valentine hizo el experimento de guardar los cascos en el armario durante cuarenta días: “Camino por la calle y escucho hablar a la gente, los pájaros que cantan y doy gracias a Dios por todo; puedo rezar un misterio del Rosario por mis vecinos cuando voy en el metro; me siento más presente con los demás”.
El padre Jean-Baptiste, delegado episcopal de los jóvenes adultos de París, les insiste regularmente: “Hay que ser capaz, al menos una tarde a la semana, de apagar el teléfono, la radio, el ordenador, y pasar la tarde en silencio, frente a la pared de la habitación, pero no a solas, sino con Dios”.
Hay que saber detenerse, relajarse, contemplar la vida, plantearse preguntas. ¿Por qué no aprovechar la comida para meditar sobre el día, planificar lo próximo y confiar la jornada al santo patrono? Los monjes han practicado desde hace siglos las comidas en silencio, con un lector declamando la vida de algún santo.
Más modernas, las comunidades de hoy en día ponen CDs de alabanza durante las comidas de los retiros en silencio, una opción que es muy adaptable para hacerla en casa, dada la multitud de CDs y playlists católicas disponibles.
Así, las comidas pueden ser una ocasión para formarse: hay podcasts descargables de todo tipo, desde meditación sobre el Evangelio del día a debates geopolíticos. En fin, el silencio es una ocasión para abrir los sentidos y saborear la comida lentamente. ¡Solo falta que sea buena!
Y compartir la comida
Más simple todavía, hay muchas ciudades estudiantiles con capellanías de barrio donde todos los estudiantes se reúnen regularmente en tardes temáticas, con un sacerdote y una comida compartida. En algunos colegios, la oración matinal viene seguida de un café y un croissant entre estudiantes antes de ir a las clases. Es una ocasión para consagrar el día y los colegas a Dios.
Por último, para quienes quieran tener la oportunidad, los Jéricholocs son una fórmula nueva y flexible de compartir pisos católicos cuyo concepto se está extendiendo un poco por toda Francia. El objetivo: comprometerse a compartir una o dos comidas por semana juntos y terminar con las Vísperas. Una manera de guardar la autonomía pero seguir siendo fieles al espíritu de compartir alojamiento.