Descansar lo más cerca posible de la tumba del apóstol Pedro es el deseo de casi todos los soberanos pontífices. Pero otros han tenido acceso al lugar sin haber portado la tiara…
Para ayudar a Aleteia a continuar su misión, haga una donación. De este modo, el futuro de Aleteia será también el suyo.
Con el sobrenombre de “grutas vaticanas”, la necrópolis papal situada bajo la basílica de San Pedro reúne en torno a las reliquias del príncipe de los apóstoles los suntuosos sarcófagos de 21 pontífices, entre ellos uno recién llegado en mármol sin inscripción, desinado a un futuro papa difunto. Los restos de los papas beatificados y canonizados se exponen habitualmente en el piso superior, en la basílica. En cambio, ciertos personajes polémicos, como Alejandro VI Borgia, ya no están presentes en la cripta. Sí encontramos a seis laicos, tres hombres y tres mujeres, así como un sacerdote y cuatro cardenales.
No todos son santos, ni mucho menos. El emperador del Sacro Imperio Otón II, conocido como “El sanguinario”, descansa en el fondo de la cripta. Coronado el día de Navidad del año 967 en Roma por el papa Juan XIII, su apodo le viene del hecho de haber invitado a los señores romanos a un gran festín para así poder asesinarlos mejor. Murió en Roma a los 28 años de una crisis de paludismo.
En el ala izquierda de la cripta se encuentra un sarcófago en mármol travertino que contiene desde 1939 a los tres últimos Estuardo, pretendientes católicos al trono de Gran Bretaña. Reyes de Escocia desde el siglo XIV, la dinastía de los Estuardo fue derribada en 1688 por los anglicanos. Exiliado en Roma en 1717, Jacobo III, después de muchos intentos de reconquista, pasó el relevo a sus hijos: primero Carlos Eduardo Estuardo, luego el cardenal Enrique Benedicto Estuardo, arcipreste de la basílica de San Pedro durante más de medio siglo.
Reino de los Vándalos
Junto a la tumba de Pablo VI y Juan Pablo I, reposa la extravagante Cristina de Suecia, “reina de los godos, los suecos y los vándalos”, según lee su epitafio en latín. Nacida luterana, reinó desde 1632 hasta su abdicación del trono de Suecia en 1654, por deseo de convertirse a la fe católica. Emblema de la Reforma católica, recibe la primera comunión de manos de Alejandro VII en Roma. A su muerte, el papa rechaza su petición de ser enterrada en el Panteón. Alejandro VII dirá de ella que es “reina sin reino, cristiana sin fe y mujer sin honra”, a causa de sus hábitos promiscuos después de su conversión…
Junto a estas personalidades dispares figuran también auténticos siervos de la Iglesia. Es el caso del cardenal checo Josep Beran, “mártir” del comunismo, muerto en exilio en Roma en 1969. Había pasado 17 años en prisiones nazis y luego comunistas. Nombrado arzobispo de Praga, pronunciaba sermones vigorosos desde su púlpito contra la privatización de la libertad religiosa bajo el comunismo. Pablo VI lo hizo cardenal en 1965.
En cuanto al cardenal español Rafael Merry del Val, secretario de Estado de san Pío X de 1903 a 1914, su proceso de beatificación fue abierto por Pío XII. Es el autor de las famosas Letanías de la humildad:
“Jesús, manso y humilde de corazón (…), del deseo de ser alabado, líbrame Señor…”.