Estas mujeres del antiguo Egipto continúan inspirándonosSan Antonio Abad fue un ermitaño del siglo IV de grandísima influencia, que dedicó su vida a la oración y al ascetismo en el desierto egipcio. Multitudes de personas acudían a aprender a sus pies y se tomaban muy en serio sus enseñanzas para convertirse también en ermitaños.
Antonio, y los grandes maestros espirituales que vinieron después de él, transmitieron un tesoro de sabiduría espiritual que con el tiempo se compiló en un único volumen titulado Los dichos de los Padres. La obra también contenía la sabiduría de muchas mujeres que fueron herederas espirituales de la obra de Antonio. Aquí hay una selección de cinco dichos de estas “Madres” del Desierto, que ayudarán a revivir vuestra vida espiritual.
Interrogaron a amma Teodora sobre las conversaciones: “¿Cómo es posible escuchar habitualmente conversaciones mundanas y vivir solamente para Dios, como dices tú?”. Respondió: “Cuando te sientas a la mesa y hay sobre ella abundancia de manjares, te sirves, pero sin placer; del mismo modo, cuando llegan a tus oídos las palabras mundanas ten el corazón dirigido hacia Dios, y por esta disposición no te deleitarás en lo que oyes ni sufrirás perjuicio”.
Dijo también amma Sinclética: “No te seduzcan las delicias de las riquezas del mundo, como si tuvieran algo de provecho a causa del placer vano. Ellos aprecian el arte culinario, mientras que tú, por el ayuno y por los alimentos de bajo precio, superas la abundancia de su comida. Está escrito: “El alma que vive en los placeres, se burla del panal de miel” (Pr 27,7). No te llenes de pan y no desearás el vino”.
Preguntaron a la bienaventurada Sinclética si la pobreza es un bien perfecto. Ella respondió: “Es perfecto, en verdad, para los que lo pueden. Los que soportan la pobreza, padecen en la carne (1 Co 7,28), pero tienen paz en el alma. Como los vestidos que lo resisten se lavan golpeándolos con los pies y retorciéndolos, así el alma fuerte se vuelve aún más fuerte por la pobreza voluntaria”.
Dijo también: “Si tienes que ayunar no pongas el pretexto de la enfermedad, porque los que no ayunan sufren muchas veces las mismas enfermedades. ¿Has empezado a obrar bien? No te retraigas, obligado por el enemigo, pues él será dominado por tu paciencia.
Los que inician la navegación son al principio llevados por el viento. Una vez que han extendido las velas, enfrentan al viento contrario, pero los marineros no aligeran la nave por su causa, sino que aguardan la calma y dejan pasar la tempestad, para retomar la navegación. También nosotros, cuando ha cedido el viento contrario, extendiendo la cruz como una vela, prosigamos seguros nuestro curso”
Amma Sara dijo: “Levanto mi pie para subir por la escalera y pongo la muerte ante mi vista, antes de subir”.