Resfriados, gastroenteritis, conjuntivitis, bronquitis,… ¡tu hijo lo pilla todo! ¿Cómo lidiar con esto?
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Ya sea en invierno en particular, en primavera, otoño o verano, cada estación viene con su pequeño paquete de enfermedades. Así que los niños, debido a que su inmunidad sigue siendo débil en comparación con la de los adultos, se encuentran a menudo entre las primeras víctimas de los virus. Todos pasamos algún día por un resfriado, una tos, molestias intestinales…
Sin embargo, a veces, algunos niños parecen acumularlas: moqueo, tos con expectoración, conjuntivitis, fiebres inexplicables, infecciones diversas…
Algunos padres llegan a sentirse impotentes: ¡sus hijos se contagian de todo! Encadenan una serie de períodos de enfermedad y es agotador tanto para ellos como para los padres.
Entonces, cuando sabemos que nuestro hijo tiene una salud “frágil”, ¿cómo podemos manejar las épocas de virus, no agotarnos dedicándonos exclusivamente al niño pero sin dejar de atender sus síntomas ni trivializarlos?
Informarse
Para empezar, los psicoterapeutas nos recuerdan que el miedo y la angustia a menudo vienen de la ignorancia. Así que si su hijo cae enfermo, no duden en buscar información de profesionales cualificados acerca de la enfermedad, por común que parezca.
Factores de riesgo, modos de contaminación, síntomas, complicaciones, tratamientos… Estar al corriente de todos estos datos no solo los ayudará a tratar a su hijo sino también a sentirse seguros y confiados.
Sin embargo, cuidado con creerse cualquier cosa, como nos recuerda Lucie Schaffner, una auxiliar de puericultura. A menudo, según cuenta Schaffner, se encuentra con padres asustados después de leer testimonios alarmantes en foros en Internet.
Por lo tanto, ella insiste en el hecho de que los padres deben informarse con perspectiva y criterio, desconfiar de estas plataformas y, más bien, reaccionar de forma prioritaria en función de las necesidades y síntomas del niño.
Line, madre de un niño de un año con resfriados, infecciones pulmonares y anemia desde hace varios meses, es testigo de las dificultades ante la falta de un diagnóstico preciso. Explica la importancia de confiar también en la intuición: “Una madre siente lo que está bien o mal para su hijo”.
Prevenir
Una vez informados, podrán prevenir la aparición de estas enfermedades. Por ejemplo, ¿saben que las infecciones virales no pueden ser causadas solo por un golpe de frío o una falta de vitaminas? ¡Hay que entrar en contacto con un virus!
Frédérique Schlussel, dietista de la red perinatal del hospital de Thann (Francia), recuerda un lado positivo de estas “pequeñas enfermedades”: ayudan al desarrollo de la inmunidad; también especifica que “no podemos proteger a los niños de todo”.
Sin embargo, los padres sí pueden ayudarles a resistir o recuperarse más rápidamente de estos males manteniendo un suministro adecuado de vitamina C que, nos recuerda Schlussel, no se almacena en nuestro organismo.
Por lo tanto, es aconsejable proporcionar una ingesta diaria de alimentos ricos en vitamina C: cítricos, frambuesas, pimientos…, y ofrecer al menos una porción de frutas y/o verduras al día a partir de la edad de un año (con, por supuesto, una textura adecuada).
Por otra parte, recordemos también la importancia de la higiene: hay que lavarse las manos regularmente, cuando volvemos a casa, antes de comer o cocinar, después de sonarnos la nariz… Tampoco hay que vacilar a la hora de ponernos una máscara cuando nos ponemos enfermos.
Mitigar
Si, a pesar de todo, su hijo está enfermo, lo principal es su bienestar, por lo que intentaremos aliviar sus síntomas al máximo.
Esto requiere paciencia y tiempo, así que, llegado el momento, no duden en pasar el relevo a alguien si se sienten cansados. Los niños también entienden mucho lo que se les explica, así que no tengan miedo de expresar, quizás, su cansancio o su compasión.
La observación y la perspectiva serán sus aliados para percibir las necesidades de su hijo o hija de acuerdo a la evolución de su estado, y a largo plazo, no minimizar sus síntomas.
En efecto, es bueno tener en cuenta que el niño no hace eso a propósito y recordar aquello que le alivia mejor para lograr ayudarle más rápidamente.
No olvidar a los demás
Por último, piensen en los demás ¡sin olvidarse de ustedes mismos! De hecho, un niño que cae enfermo a menudo recibe mucha atención, así que los otros niños o tu cónyuge pueden sentirse olvidados. Ustedes mismos pueden sentirse abrumados por la atención constante que dedican al pequeño.
De modo que, si pueden, pidan a alguien que los releve un tiempo para pasar algún rato con sus otros hijos o con la pareja. Disfruten de un momento de sueño del convaleciente para darse un buen baño, leer o hacer cualquier cosa que los agrade.
Recuerden que si están atentos también a sus propias necesidades, la situación en general será más fácil de llevar.