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Todo lo que tengo que agradecerle a mi comadrona

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Maria José Fuenteálamo - publicado el 20/05/18
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Dicen que nadie está preparado para la maternidad pero sí, mi comadrona me había preparado

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Tan sólo unos minutos después de romper aguas, con los nervios de toda primeriza, le envié un mensaje a mi comadrona: “¿Me voy ya al hospital o me espero unas horas?” Evidentemente me mandó al hospital. Las horas, días y meses que vinieron después fueron una auténtica y maravillosa locura para la que se dice, nadie te prepara.

Pero no es así: a mí mi comadrona me había preparado. Claro que de la teoría a la práctica hay un trecho, pero ya venía avisada: tu parto es tuyo, sigue tu instinto con tu bebé, no te olvides de cuidarte, pide todo lo que necesites… Da el pecho si quieres y disfrútalo mientras lo hagas y sobre todo, asume con naturalidad los momentos buenos y los no tan buenos que conlleva la maternidad.



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“La comadrona es la facultativa que trabaja en asociación con las mujeres para proporcionar el apoyo, cuidados y consejos durante el embarazo, parto y el puerperio [la fase tras el parto], dirigir los nacimientos y proporcionar cuidados al neonato y al lactante”. Así define la Confederación Internacional de Comadronas a sus facultativos, recordando que se utiliza el término en femenino para referirse a ambos sexos.

“La comadrona tiene una tarea importante en el asesoramiento y la educación para la salud, no sólo para la mujer, sino también en el seno de sus familias y de su comunidad”, continúa la definición.

En mi caso, así fue, y por ello, todo esto y mucho más es lo que tengo que agradecerle:

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ChameleonsEye – Shutterstock

El embarazo y el parto

Durante mi embarazo, además del control y consejos sobre alimentación y ejercicios para no abandonarme a los ‘antojos’, durante las clases preparto nuestra comadrona nos llevó un día de visita a los paritorios del hospital.

Nos explicó la tarea de cada profesional esos días: la comadrona, el ginecólogo, el pediatra… y los pasos a seguir antes, durante y después. Nos recomendó que si queríamos, lleváramos nuestra música preferida para relajarnos -¡¡¡relajarnos!!!- el día D, cómo afrontar las contracciones, cómo colocarnos, cómo dirigir nuestro parto, en qué consiste y cómo disfrutar de los momentos ‘piel con piel’…

Luego nada es como te habías imaginado, pero conocer el proceso de antemano te da una infinita seguridad.

El puerperio: mis cuidados.

Quizá nunca habías escuchado esta palabra, aunque probablemente si te suene ‘la cuarentena’. Pues tela, tela con lo que le viene encima a tu cuerpo después del parto. No serás consciente hasta el día que salgas del hospital. Porque en el hospital habéis estado atendidos tú bebé y tú ininterrumpidamente -sí, la del papá es otra historia-. Pero, ay ese día que llegáis a casa.

Primerizos, con vuestro nuevo bebé y tu nuevo cuerpo, que aún casi no reconoces y que todavía debes cuidar mucho a pesar de que no vas a tener tiempo.

Pues para eso está ahí tu comadrona, para guiarte y recordarte que si no te cuidas tú, ¿cómo te vas a hacer cargo de una personita que depende prácticamente al 100% de ti?

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Monkey business images – Shutterstock

La lactancia

El agarre, la postura, que siempre tienes leche y que es de buena calidad -y no hagas caso a lo que te puedan decir-, cómo saber cuándo el peque está satisfecho…

He dado pecho a mi bebé, siguiendo los consejos de mi comadrona, durante más de un año. A demanda, sin estrés, sin mirar el reloj y sin complejos. En infinidad de sitios, incluyendo catedrales, aviones y hasta algún pub irlandés. Y sin dolor, salvo una mastitis en la que, por supuesto, mi comadrona también estuvo a mi lado.

A día de hoy no hay una gran bibliografía de investigaciones sobre los problemas que pueden afectar a la madre durante la lactancia, por eso mucha información la transmiten comadronas y grupos de lactancia.

Los cuidados del bebé

A limpiarle la nariz, curarle el cordón y darle el baño. Cuándo la fiebre es verdaderamente fiebre y cuándo y cómo empezar a introducir la alimentación tras la lactancia. A escucharle, a darle masajitos para relajarlo y aliviarle el dolor por los gases. Nociones básicas de primeros auxilios. Pero sobre todo, a tener paciencia y a escuchar mi voz interior.

A todo esto me enseñó mi comadrona. Lo vas a hacer bien, sigue tu instinto, repetía. Una frase que no terminé de entender hasta que llegó el bebé, porque no todo es blanco o negro en la crianza. Chupete sí o no. BLW (alimentación en trozos) o purés. Colecho sí o no. Confía en el vínculo que tienes con tu bebé. Y es verdad, ese instinto está ahí. De mi comadrona recibí hasta consejos de cocina y alguna receta.

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Kzenon – Shutterstock

Grupo de mamás

Y cuando digo recibí debo corregir y decir recibimos. Porque toda esta educación maternal la recibí a través del grupo de preparto primero y postparto después.

Un grupo creado por nuestra comadrona, ejemplo de eso que hoy llamamos sororidad: una red de apoyo entre mujeres. Un grupo en el que hemos compartido experiencias, nos hemos dado fuerza en los momentos difíciles y hemos celebrado las alegrías y avances de cada bebé y cada familia. Y todavía celebramos, porque ahí seguimos.

Gracias.

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