Aunque hay estudios que dicen una cosa y la contraria, la prudencia aconseja moderar su uso
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Hace ya 25 años el joven David Reynard, natural de Florida, demandaba a la compañía de telefonía móvil NEC. Acusaba a uno de sus productos de ser el causante del astrocytoma (Raro tipo de cáncer cerebral) que se llevó la vida de su esposa. El gesto de Reynard, lejos de caer en el olvido, abrió un debate público hasta entonces inexistente.
Por primera vez en 2017, el número de líneas móviles contratadas (7.800 millones) superaba la población mundial (7.350 millones). Ante la omnipresencia del dispositivo móvil en nuestro día a día, parece más urgente que nunca preguntarse por sus repercusiones en nuestro organismo.
Desde que Reynard hiciera su denuncia desde la intuición, múltiples investigaciones se han encargado de apoyarla o desmentirla. La disparidad de opiniones no oculta la convergencia en el objeto de investigación: el cáncer, más concretamente el cerebral. El foco de la hipotética nocividad lo encontramos en las radiaciones que emiten los teléfonos móviles. La energía de radiofrecuencia en niveles de alta exposición puede alterar la estructura del ADN de forma irreparable, y de este modo dar lugar a un cáncer. La discusión se cierne alrededor de una cuestión concreta: ¿el nivel de exposición al usar un teléfono móvil es suficiente para considerarlo un objeto cancerígeno?
La respuesta a esta pregunta no está clara, al menos por el momento. Para ilustrar la disparidad de opiniones, veamos las conclusiones de los estudios más destacados en ambas posiciones para contrastar sus conclusiones.
EN CONTRA
Estos estudios alertan sobre los posibles efectos negativos.
- Uno de los primeros fue llevado a cabo entre los años 2000 y 2004 con la financiación de la Unión Europea y recibió el nombre de REFLEX y apuntaba que las radiaciones de los celulares podrían provocar alteraciones en el ADN.
- Otro estudio finalizado en 2007 iba un paso más allá en sus conclusiones. Dirigida por el doctor experto en cáncer Siegal Sadetzki y incluido en un proyecto de la OMS ( Organización Mundial de la Salud), esta investigación concluyó que el uso de teléfonos móviles aumenta en un 50% las probabilidades de desarrollar un cáncer glandular.
- Ya en 2011, y ante la invasión definitiva de los teléfonos móviles en la vida cotidiana, la propia OMS organizó un estudio que permitiera arrojar luz en el asunto con vistas a encontrar soluciones. La Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC por sus siglas en inglés) concluyó que el uso de los teléfonos móviles puede incrementar el riesgo de sufrir ciertos tipos de cáncer cerebral.
A FAVOR
Estos estudios descartan el riesgo de los posibles efectos negativos del celular.
- En 2017, el Comité Científico Asesor en Radiofrecuencias y salud (CCARS) afirmó que los móviles no suponen un riesgo para la salud.
- En mayo de 2010 se publicó el estudio Interphone, que aseguraba que el uso del teléfono móvil durante un período superior a 10 años no implicaba ningún riesgo.
Más allá de la salud
En este punto, resulta imposible formarse una opinión definitiva partiendo de investigaciones tan dispares. Aún más compleja se revela toda esta cuestión cuando intentamos tener en cuenta también factores no estrictamente sanitarios. Algunos de los proyectos llevados a cabo en este campo han sido financiados por las propias compañías de telefonía móvil para intentar apaciguar la alarma.
En el año 2017 la industria del móvil supuso el 4,5% del PIB a nivel global, lo que en dólares significarían unos 3,6 billones. Además se calcula que el sector emplea (directa o indirectamente) a unos 29 millones de personas. Ante un negocio de tal magnitud y calado social, parece que en caso de descubrirse un riesgo evidente y contrastado, la difusión de esta información y las medidas a tomar podrían encontrarse con ciertas trabas.
Para salir del problema, lo más sensato seria apostar por la prevención. No está claro si los dispositivos móviles son inocuos pero lo que sí es evidente es que hay razones para dudar.
Recomendaciones para un uso sano del celular:
- Es preferible no llevar el celular encendido en contacto con el cuerpo. En la medida de lo posible, es aconsejable llevarlo en una cartera o portafolios.
- La duración de las llamadas no tendría que superar los 5 minutos y el espacio entre ellas tendría que ser de un mínimo de 15 minutos.
- Es aconsejable no usar el celular en sitios con cobertura reducida. En estos casos la potencia de las ondas emitidas por el dispositivo aumenta y el riesgo de afectación también crece.
- Reducir el uso especialmente en niños. Al no estar el cerebro aún desarrollado completamente y la grosor reducida del cráneo se elevan las posibilidades de efectos nocivos.