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El sacramento de la confesión tiene una rica historia en la Iglesia católica, una historia que incluía la confesión pública de los pecados.
Esto era algo muy común en toda la cristiandad hasta que los misioneros irlandeses comenzaron a difundir una práctica única que vino inspirada por los monjes egipcios.
El Catecismo de la Iglesia Católica ofrece una sucinta historia del sacramento de la confesión:
"Durante los primeros siglos, la reconciliación de los cristianos que habían cometido pecados particularmente graves después de su Bautismo (por ejemplo, idolatría, homicidio o adulterio), estaba vinculada a una disciplina muy rigurosa, según la cual los penitentes debían hacer penitencia pública por sus pecados, a menudo, durante largos años, antes de recibir la reconciliación. A este ‘orden de los penitentes’ (que solo concernía a ciertos pecados graves) solo se era admitido raramente y, en ciertas regiones, una sola vez en la vida".
Una manera distinta de confesarse
Si bien esta era una práctica común en Europa, una tradición separada comenzó a desarrollarse en el desierto egipcio.
Los monjes egipcios comenzaron a reunirse para construir comunidades monásticas y, dentro de esas comunidades, desarrollaron una manera distintiva de confesar los pecados.
San Juan Casiano -en particular- promovió una forma de confesión privada que aprendió de estos monjes del desierto y se la llevó consigo cuando fundó un monasterio en Francia. Los escritos de Casiano fueron luego llevados a Irlanda y allí encontraron tierra fértil.
Confesión privada siempre
En Irlanda, los monjes construyeron sobre los cimientos de Casiano y desarrollaron un sistema de confesión que era completamente privado, incluyendo la recitación privada de los pecados y la ejecución privada de la penitencia.
Si bien es cierto que la confesión privada existió desde el principio de la Iglesia, no fue utilizada para todos los pecados hasta la influencia de los monjes irlandeses.
Los irlandeses también crearon la tradición de un "alma amiga" o anamchara en gaélico. Básicamente, era un director espiritual privado con quien uno compartía todos sus problemas personales y pecados.
Fue durante el siglo VII cuando los monjes irlandeses empezaron a llevar estas tradiciones de confesión a Europa. Lo narra el Catecismo:
"Durante el siglo VII, los misioneros irlandeses, inspirados en la tradición monástica de Oriente, trajeron a Europa continental la práctica ‘privada’ de la Penitencia, que no exigía la realización pública y prolongada de obras de penitencia antes de recibir la reconciliación con la Iglesia. El sacramento se realiza desde entonces de una manera más secreta entre el penitente y el sacerdote".
La Iglesia ha evolucionado a lo largo de los años en su entendimiento del sacramento de la confesión, pero gran parte de la experiencia de confesión actual se debe a la influencia de los monjes irlandeses.
¡Gracias, irlandeses!