Nacida en 1891 en Prusia en el seno de una familia judía, Edith Stein decidió en su adolescencia distanciarse de toda creencia religiosa.
Con una viva inteligencia, estudió Filosofía junto al gran filósofo alemán Edmund Husserl, fundador de la fenomenología.
Una larga maduración intelectual y espiritual la llevó al catolicismo, al que se convirtió en 1921.
Antes de ser creyente, ya tenía una alta opinión del lugar de la mujer en la sociedad y en el mundo. Se preocupaba particularmente por el trabajo “de información y educación necesario para conseguir que las mujeres voten”.
Teología de la mujer
Convertida al catolicismo, alzó la voz en nombre de las mujeres y sintió la necesidad de construir una reflexión filosófica, teológica y concreta sobre la especificidad femenina y el papel de la mujer.
Luego desarrolló lo que ella denominó una “teología de la mujer”. Su pensamiento se inspiró en el método fenomenológico, en la Sagrada Escritura y en santo Tomás de Aquino.
¿Por qué se interroga Edith Stein sobre la complementariedad original entre hombre y mujer?
Probablemente porque siempre se interesó por todo lo referente al ser humano, la visión de la humanidad consumada, la visión de Cristo.
Una respuesta a la ruptura espiritual
Pero también porque ella observó en la Alemania de la década de 1930 movimientos juveniles en rebelión contra la generación de sus padres.
Sintió entonces que se producía una profunda ruptura espiritual en su país y comprendió que, para afrontar el reto de la transmisión, las mujeres podían desempeñar un papel esencial.
Según Cécile Rastoin, monja del Carmelo de Montmartre y autora del libro Edith Stein. Enquête sur la Source, la filósofa alemana afrontó “los problemas del momento hablando en nombre de las mujeres e instándolas a reconstruir el tejido social para poner freno al nazismo”.
Arrestada por las SS, Edith Stein fue deportada y murió en Auschwitz en agosto de 1942. Fue canonizada por el papa Juan Pablo II en 1998.
Buscar el camino de Eva a María
Para Edith Stein, la feminidad es la clave para comprender la capacidad de la humanidad para amar y conectar con su Creador.
En sus investigaciones sobre la especificidad del hombre y de la mujer y sobre sus respectivos destinos, hombres y mujeres se entregan a cumplir su doble misión a su propia manera.
Esta consiste, por una parte, en ser a semejanza de Dios y, por otra, en educar a generaciones futuras.
Según Edith Stein, la mujer está llamada a “buscar el camino que lleva de Eva a María”. A ella se le asigna la misión particular de restaurar “la naturaleza femenina en su pureza”, de la cual “el arquetipo” es la Virgen María.
Los cuatro pilares de la feminidad, según Edith Stein, encuentran su esencia en la mayor de las virtudes, el amor.
1º pilar: la receptividad
Según Edith Stein, las mujeres tienen un gran deseo de dar y recibir amor. Este deseo “se eleva por encima de la existencia cotidiana para entrar en la realidad de una persona mejor”. Nuestro deseo de recibir amor nos hace vulnerables y, sobre todo, nos hace parecer más débiles.
La persona que se esfuerza en demostrar su poder y dominio nunca admitirá que necesita algo de otra persona. Pero lo que Edith Stein señala es que, como mujeres, la receptividad al amor nos eleva y aumenta nuestra comprensión del mundo.
2º pilar: la generosidad
Edith Stein insiste en la generosidad del don recíproco. Según ella, existe un alma típicamente femenina que
Esta apertura del corazón y de la mente fortalece el alma y la vida espiritual. Lo cual produce una gran paradoja: cuando salimos de nosotras mismas para convertirnos en una bendición para los demás, nos mejoramos a nosotras mismas. Y es esta actitud de generosidad la que nos hace felices.
3º pilar: la dignidad
Las mujeres pueden expresar su feminidad de muchas maneras. Edith Stein define así tres grandes categorías de estados de vida posibles para la mujer: esposa-madre, soltera “en el mundo” y soltera consagrada en la vida religiosa.
Para ella, todas las mujeres que se dejan guiar por Dios realizan el sentido profundo de la feminidad, porque las mujeres tienen una intuición particular para descubrir cómo amar.
Ser mujer no significa satisfacer todo un conjunto de expectativas o ideales arbitrarios. Esto significa que, dondequiera que la vida nos lleve, cada situación puede ser ennoblecida y dignificada por el amor.
4º pilar: la maternidad
La filósofa alemana piensa que todas las mujeres sienten la necesidad física de ser madres. Ella misma no tuvo hijos, pero creía que todas las mujeres poseían un instinto maternal.
Según ella, “las mujeres buscan por naturaleza abrazar lo que es vivo, personal y completo. Amar, proteger, nutrir y educar son deseos naturales y maternales”. En otras palabras, las mujeres dan vida y la nutren naturalmente.
El amor femenino es un impulso natural que es capaz no solo de traer a los niños al mundo, sino también de hacer posibles los sueños y así ayudar al crecimiento de los demás.
Edith Stein muestra así el camino hacia una feminidad que recupera su dignidad. Reconoce el valor irremplazable de la mujer y redescubre su manera particular de llevar el amor al mundo.
Fuentes: La femme (Edith Stein), Éditions du Cerf, 2009; Spirituality of the Christian Woman, (Edith Stein), 1932.
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