San Benito desde muy joven sintió el amor ferviente por Dios, hasta tal punto que desde la adolescencia se propuso a rechazar todas las tentaciones del mundo para poder amar sin ninguna distracción solo a Dios, viviendo como ermitaño.
El santo patrono de Europa nos ha dejado escrita esta sublime oración para que rezándola, todos nuestros sentidos y dones estén siempre atentos a agradar a Dios.
Padre bueno, te ruego:
dame una inteligencia que te comprenda,
un alma que te plazca,
un pensamiento que te busque,
una sabiduría que te encuentre,
un espíritu que te conozca,
un corazón que te ame,
un pensamiento que esté dirigido a ti,
unos ojos que te miren,
una palabra que te guste,
una paciencia que te siga,
una perseverancia que te espere.
Fuente: Le più belle preghiere dei santi,Francesco M. Mocelli e F. M. Nocelli