Los seminaristas reciben muy poca formación afectiva, imprescindible para vivir el celibato: Lo dice el jesuita alemán, Hans Zollner, profesor de la Universidad Gregoriana y miembro de la Pontificia Comisión para la protección de menores
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Hans Zollner es un jesuita alemán, psicólogo y teólogo, profesor de la Pontificia Universidad Gregoriana, miembro de la Comisión Pontificia para la protección de menores, instituida por el papa Francisco, para estudiar y erradicar los abusos sexuales y la pederastia. Ahora prepara un máster con el fin de dar una formación más afectiva a fin de que no haya esta desproporción entre la formación teológica y la afectiva, imprescindible esta para vivir el celibato.
En una entrevista publicada en el diario “La Vanguardia” de Barcelona, el padre Zollner asegura que la plaga de los abusos sexuales de los sacerdotes durará una generación hasta su exterminio. “Las líneas guías de la Iglesia llaman a los responsables a ofrecer una formación humana, emotiva y sexual. En muchos seminarios esta no es la realidad. Durante mucho tiempo se pensaba que el mero hecho de estar en el seminario y rezar bien resuelve el problema. No es así. Los obispos lo saben muy bien. Las crisis en la vida sacerdotal no salen por razones de fe, sino por razones afectivas”.
Pero ¿por qué esta plaga ahora? Esta plaga, estos crímenes, asegura el P. Zollner, no es solo de las Iglesia, está en todo el mundo en los últimos 70 años. Las víctimas de los abusos no querían hacerlo público porque les daba vergüenza, y en el obispado se resolvía el problema cambiando al sacerdote de parroquia, tras amonestarle de no hacerlo más. Además, “ha habido poca seriedad a la hora de la elección de sacerdotes”.
Por otro lado, al terminar los años del seminario, no pocas veces falta un acompañamiento al recién ordenado. Hoy un sacerdote, dice el P. Zollner, “no es lo mismo que hace 50 años, pero el modelo de formación es el mismo”.
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¿La culpa es del celibato? No, dice el jesuita alemán. “Todos los informes oficiales científicos y comisionados por gobiernos como EE.UU., Australia o Alemania, niegan que el celibato por sí mismo lleve a los abusos. Lo que dicen, y esto también lo digo yo, es que una vida célibe que no está ayudada por una formación humana sólida, y que no viene acompañada de un estilo de vida integrado, sano, de trabajo en equipo… puede llevar a un cura a abusar porque no llega a conciliar la vida célibe con las necesidades que nacen. No encuentra satisfacción suficiente, ni espiritual, ni humana, ni profesional, en su trabajo”.
Y añade: “El abuso sexual es sobre todo un abuso de poder de alguien que no tiene la fuerza física ni mental para resistirse. El celibato no es la causa, pero una vida célibe insana puede ser un factor de riesgo”. Por otro lado, algunos aspirantes al sacerdocio entraban al seminario “porque experimentaban que eran homosexuales y creían que podían convivir mejor en una vida célibe, pensando en una solución mágica, que con la ordenación sacerdotal la sexualidad desaparecía”.
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¿Hay muchos sacerdotes abusadores? El padre Zollner no da cifras exactas, pero dice que “entre 1945 y el 2010 la media está entre el 3,5 y el 6%. Es más alta en sacerdotes diocesanos que en religiosos. Sin embargo, desde el 2002 en Estados Unidos y el 2010 en Alemania o Austria las nuevas acusaciones son marginales. Donde hay escándalo público, medidas serias de formación y líneas guía, ya no hay abusos”.