Tras el incidente en el estrecho de Kerch vuelve a convulsionarse la zona
El conflicto entre Rusia y Ucrania preocupa a Occidente, especialmente después del incidente militar ocurrido el domingo día 25 en el estrecho de Kerch, que separa la península de Crimea de Rusia, y los mares Negro y Azov. El incidente terminó con el apresamiento violento de una flotilla ucraniana con 24 marinos por parte de los rusos.
Rusia considera que esta incursión ucraniana era “una provocación” y el presidente Vladimir Putin afirmó que este es un episodio que el presidente de Ucrania, Petró Poroshenko, utiliza con el fin de ganar las elecciones presidenciales ucranianas que tendrán lugar el próximo 31 de marzo.
Rusia ha cerrado el estrecho de Kerch. Al tiempo el parlamento ucraniano, Suprema Rada, aprobó la declaración de la Ley Marcial durante 30 días. El Consejo de Seguridad de la ONU, convocado a petición de Ucrania, no tuvo más que buenas palabras para que las dos partes se esforzaran para mantener la paz en la zona. Rusia no ha aceptado la mediación de la Unión Europea en el conflicto. El presidente Donald Trump, por su parte, ha cancelado su reunión con Vladimir Putin, hasta que devuelva las tres naves y los 24 marinos a Ucrania. La reunión entre Trump y Putin debía tener lugar en el marco de la reunión del G-20 este fin de semana en Argentina.
Así las cosas, los puertos de Ucrania situados en el mar de Azov han quedado bloqueados ya que no pueden pasar por el estrecho de Kerch, hacia el Mar Negro. Los rusos han construido un puente de 19 kilómetros por encima del estrecho, uniendo Rusia con Crimea. La canciller alemana, Angela Merkel, ha condenado a Rusia, pero se niega a enviar hombres y armas al Mar Negro, como pide el presidente Poroshenko.
Crimea es una península perteneciente a Ucrania, anexionada por Rusia en 2014, con una ocupación militar con efectivos camuflados. Luego celebró un referéndum sin control democrático y no ha sido reconocido ni por Ucrania ni por la comunidad internacional. Occidente considera que Crimea es Ucrania. Moscú ha anunciado la colocación de más mísiles tierra-aire S-400 en Crimea.
Desde la anexión ilegal de Crimea han pasado cuatro años y siguen las sanciones a Rusia. Sin embargo, el incidente del domingo, con el apresamiento de tres naves de guerra y 24 marinos ucranianos, ha cobrado un mayor interés por el hecho de que Rusia hace oídos sordos a los requerimientos de la OTAN para que Rusia no fabrique el nuevo misil de alcance intermedio conocido como SSC-8. El hecho es muy grave porque vulnera claramente el Tratado sobre Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (INF) que firmaron los entonces presidentes, Ronald Reagan y Mijail Gorbachov, en 1987. De continuar Rusia sin hacer caso de los requerimientos de la OTAN, se llegará a un incremento de armamento en Europa amenazando la paz mundial.
Lo ha dicho estos días el secretario general de la OTAN, el noruego Jens Stoltenberg, en un artículo publicado en todos los países miembros de esta organización militar. “La falta de compromiso de Moscú no hace más que confirmar nuestro dictamen de que el nuevo sistema de mísiles representa una grave amenaza para la estabilidad estratégica de Europa. En consecuencia, vuelvo a instar a Rusia a que garantice el pleno cumplimiento del Tratado INF con total transparencia y sin más dilación… La OTAN no quiere una nueva Guerra Fría ni una nueva carrera armamentística… Rusia también tiene que poner su parte”. Para garantizar la seguridad, los países de la OTAN han aumentado las inversiones en Defensa y seguir modernizando sus Fuerzas Armadas. Hasta ahora todos los aliados de la OTAN han manifestado su apoyo a Ucrania, a su “integridad territorial y a su soberanía”.
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Rusia, por el momento, no tiene ninguna intención ni de devolver las tres naves apresadas de Ucrania, ni de devolver a este país los 24 marineros detenidos, los cuales serán juzgados, dentro de dos meses, acusados de entrar ilegalmente en aguas territoriales rusas (en este caso Crimea). Los barcos ucranianos iban de su base de Odessa a la base que Ucrania tiene en la costa del mar de Azov, Mariupol.
¿A dónde puede llegar este aumento de la tensión? La Rusia de Putin ve un occidente dividido y por lo tanto debilitado. ¿Despertará Washington y volverá a interesarse por Europa? Lo veremos en los próximos meses.
Un amargo recuerdo de Rusia
Ucrania recuerda muy bien la dominación rusa, sobre todo en el periodo comunista, cuando el país formó parte de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) desde 1922. Al decretarse la colectivización del campo en Ucrania –que era el “granero” de Europa por sus ricas tierras—el gobierno de Moscú cogió todo el grano de Ucrania y lo vendió al exterior, dando unas cuotas a los agricultores tan pequeñas que murieron de hambre entre 3 y 7 millones de ucranianos, en la conocida Gran Hambruna llamada también “Holomodor”, que los ucranianos quieren que se reconozca como un genocidio. En la época del Gran Terror de José Stalin, junto a las purgas de los años 20, fueron eliminados más de 600.000 escritores, artistas e intelectuales, es decir casi el 80 por ciento de la élite intelectual del país.
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Precisamente el lunes 26, en las iglesias de rito greco-católico ucraniano, no solo en Ucrania, sino en todo el mundo de la diáspora, se celebraron conmemoraciones del 85 aniversario del Holomodor. También se celebró esta conmemoración en las iglesias ortodoxas de Ucrania no dependientes del Patriarcado de Moscú, como la del patriarca de Kiev de Ucrania, Filaret. El Arzobispo Mayor de los greco-católicos de Ucrania, Su Beatitud Svyatoslav, recordó que los primeros en denunciar el Holomodor fueron los greco-católicos.
Tampoco hay que olvidar el mayor desastre nuclear del mundo, Chernóbil. Sin embargo, hay numerosos rusos establecidos en Ucrania, especialmente en los territorios de Dombass y Crimea, lo que hace difícil la convivencia entre ambas comunidades.