Estamos educando un ciudadano normal que ha de ser cívico y responsable, no un genio cambiante e imprevisible que ha secuestrado a sus padres
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Este artículo es la continuación de otro denominado: Tengo un hijo con altas capacidades, ¿qué hago? Imaginemos que ya hemos conseguido, en la fase diagnóstica, detectar a un alumnos/hijo con altas capacidades. Los especialistas nos confirman que nos hallamos ante un niño o una niña superdotados. Se debe pasar entonces a la acción. Ponerse manos a la obra.
La escuela en el plano metodológico, organizativo y curricular ha de tomar medidas en función del tipo de superdotación con que cuenta nuestro alumno/hijo. Hay que ponderar entonces si se debe producir una flexibilización en el periodo escolar. Concretar si se debe atender a las necesidades de este niño o chico y, por ejemplo, (aunque no debe ser siempre así) adelantarse un curso.
Nos encontramos con un concepto importante: el enriquecimiento curricular. Y este va más allá de adelantarle el curso. Este enriquecimiento debe estar adaptado al tipo concreto de nivel de superdotación de nuestro alumno/hijo. Ni más ni menos que lo que necesite.
Y estas necesidades se convertirán en adaptaciones de profundización en determinados temas, quizá acelerar el ritmo de aprendizaje, ofrecer al chico o chica un proceso de trabajo autónomo en el que él/ella se administrará nuevos pasos en función de los materiales que le hacen llegar. Un plan de trabajo especial y adaptado siempre dirigido y supervisado por un maestro que a su vez puede ser asesorado por un especialista exterior a la escuela.
En esta dirección hay que descubrir, sutilmente, los intereses del propio alumno/hijo. No para que siempre estudie y progrese en lo que más le apetece pero sí para saber dónde están sus potencialidades, en qué disciplinas puede destacar. Es un trabajo lento pero después de diferentes tanteos se puede llegar a consignar que estamos ante una chica o un chico enamorados de la astrofísica, o del piano, o de la sostenibilidad del planeta.
Y eso podría realizarse poniendo diferentes oferta de estudio para que él mismo, ella misma, profundicen en disciplinas, temas, investigaciones, problemas en un trabajo autónomo creativo que permita a este tipo de alumno resolver preguntas, abrir para sí mismo interrogantes, señalar nuevos asuntos que quiere conocer.
Pero junto al trabajo autónomo también es enriquecedor el trabajo cooperativo, quizá con chicos mayores, quizá con chicos con superdotación. En esta dirección hay que ir evaluando los primeros resultados que proporcionan información al tutor escolar y a algún especialista externo por dónde hay que seguir. La evaluación puede llevar a un replanteamiento del ritmo de aprendizaje que ha de ser flexible.
No se puede plantear para un chico de altas capacidades un paquete grande y cerrado de saberes y aprendizajes. No se trata de que el superdotado se convierta en un niño, chico, o joven que deba llegar a ser un adulto sabio con una formación enciclopédica. En esta dirección el chico o chica de altas capacidades ha de sentirse cómodo: hay que animarle a plantear iniciativas y también plantearle trabajar, si se da el caso, en talleres de distintas materias, investigaciones con adultos, iniciativas de emprendimiento que ya existen.
Hay que logar que el niño/niña superdotado comience a trabajar en aprendizaje por descubrimiento. Ese es el siguiente paso: alentar su iniciativa, su creatividad, su capacidad de innovar y plantear ideas que tienen una realización y que no dejan de ser investigaciones que se pueden llevar a la práctica con unos resultados reconocibles y contrastables.
No estamos señalando que eso deba ser al principio sino que este aprendizaje por descubrimiento, estas posibles investigaciones llegarán después de haber refinado mucho el camino que nuestro alumno o alumna de altas capacidades ha ido dibujando.
Y no solo nos referimos a progresar en el trabajo autónomo o cooperativo: también hay que plantearse la asistencia de estos niños, chicos y jóvenes a conferencias, debates, mesas redondas en las que se le puedan abrir perspectivas que los tutores, los padres, no habían sospechado o contemplado. Y por supuesto no sólo en castellano sino también en inglés, o alemán, o francés si le gustan los idiomas.
Existen lo que se denomina las TED Talks. Qué significan estas iniciales: TED, Tecnología, Entretenimiento, Diseño (en inglés: Technology, Entertainment, Design). Son charlas, conferencias, en inglés de amplio y reconocido prestigio que se difunden en Internet y que cuentan con líderes tecnológicos, premios Nobel, psicólogos y físicos nucleares que hablan de temas punteros, de asuntos candentes que se discuten en el panorama mundial al más alto nivel. Es solo un ejemplo pero da la medida de lo que se entiende con enriquecimiento curricular.
Y nos parece que aquí empieza a ser relevante hablar del papel de la familia en consonancia con la escuela. Esta ampliación de conocimientos debe ir de la mano de la cooperación entre el tutor de la escuela y los padres. Pues la vida de un chico de altas capacidades no acaba en la escuela. Continúa el fin de semana, en vacaciones. Y esto es así pues los padres deben decidir si se suben al carro emprendido por la escuela.
Ahí las visitas a museos, conciertos y talleres artísticos han de estar al orden del día. Es un gasto: quizá los padres pueden acercarse a la administración y pedir una beca pero, a tenor de la información que manejamos, las becas hay que buscarlas, no son automáticas. Hay que convencer al ayuntamiento, a la autonomía o a una fundación de la necesidad de una beca. Y esa es tarea de los padres.
Otras veces se podrá ilustrar al niño, chico, joven con poco gasto pues se trata de que conozca el medio natural y estamos hablando de excursiones, de visitas a lugares naturales privilegiados, pero en otras habrá que hacer una inversión pues se ha descubierto una semana científica que exige un desembolso no previsto. Se dijo en el anterior artículo: los padres de hijos con altas capacidades deben asociarse o descubrir qué asociaciones existen al respecto pues muchos progresos se harán en colaboración: redacción de una revista, grupos de teatro o música, equipos de investigación.
La familia juega, se viene diciendo, un papel fundamental: ni debe acelerarse y estresarse para llegar a todas partes y conseguir que su hijo sea un fuera de serie, ni tampoco relajarse y acomodarse dejándolo todo en manos de la escuela. Las familias deben aprender, primero, a aceptar el niño como es, sin estrés, y luego no etiquetarlo, no generar unas altísimas y desproporcionadas expectativas que le puedan perjudicar.
Hay que trabajar sosegadamente, dar libertad sin atosigar al niño o niña. Y sobre todo no problematizar su vida pues una excesiva presión le puede llevar, tal como decíamos en el artículo anterior, como le sucedería a cualquier niño, chico, joven, a abrigar inconscientemente un miedo al fracaso. Paciencia, amor, libertad: que el niño en casa sea, con prudencia, el principal actor de su progreso lo que no significa trabajar sin asesoramiento escolar o especializado.
Y no tratarlo tampoco a cuerpo de rey sin educarle en el esfuerzo. Tratarle, se dijo, como a un niño normal. Con un horario normal, como el de los demás hermanos si los hay, puntualidad, orden, encargos para cubrir las necesidades domésticas. Este niño no es solo una mente, es también una persona con emociones, con dudas, con amigos y debilidades.
Su educación debe ser integral: de la mente y del cuerpo, en los estudios y en el comportamiento diario. Estos chicos con altas capacidades deben tener sus virtudes como el orden, la diligencia, la fortaleza y también la prudencia, la templanza, el respeto. Dicho coloquialmente: no porque tenga altas capacidades se le ha de consentir en sus caprichos. Cuidarlos cuando están más frágiles emocionalmente y exigirles cuando están más pasivos o caprichosos.
Estamos educando un ciudadano normal que ha de ser cívico y responsable, no un genio cambiante e imprevisible que ha secuestrado a sus padres pues estos no ven a la persona sino el éxito de su hijo por encima de todo. Sería muy interesante consultar un trabajo que se denomina La evaluación psicopedagógica del alumnado con altas capacidades intelectuales (2008) y cuyos autores son Comes, Díaz, Luque, Moliner. Está muy a mano en la Red si ponemos el título del artículo en el buscador.