Forman parte de nuestro pasado, pero no imaginas hasta qué punto nos pueden ayudar, ya transcurridos 30 o 40 años. Imagino que a ustedes también les ha ocurrido. Con Whatsapp y Facebook combinados, en la actualidad es posible el pequeño milagro de reencontrar a los amigos de la infancia después de 20 o 30 años sin saber nada de ellos.
A veces es fácil recuperar esas amistades de la época escolar porque no se han movido de la casa donde vivían. Pero hay muchas personas que en 40 años nos hemos mudado a otra población, hemos cambiado de teléfono o lugar de veraneo, o todo junto y al mismo tiempo. No era fácil el reencuentro ni siquiera para las que seguían en la misma ciudad.
De repente, una amiga de la clase me localizó por teléfono hace unos años. Fue como si el tiempo hubiera reavivado las ganas de volver a verse.
¿Qué hace que los amigos de la infancia dejen esa huella profunda? ¿De verdad son tan importantes en nuestra vida?
Los amigos de la infancia forman parte de nuestras raíces
Ellos son testigos de nuestros primeros pasos en todos los aspectos. Junto a ellos aprendimos a interpretar los mapas, a localizar islas, a sumar, restar, multiplicar y dividir. A lo mejor también algún instrumento musical. Y, sobre todo, jugamos y compartimos todo el tiempo de aquella etapa.
Los amigos de la infancia nos conocen verdaderamente a fondo
Transcurridos 30 años desde que nos habíamos visto por última vez, acudí a un almuerzo en el campo. Tuvimos todo el día por delante para contarnos cosas ¡y nos faltó tiempo! Cada una de las amigas contó cuál era su trabajo profesional, si se había casado o no, si tenía hijos. También aparecieron separaciones, divorcios, sustos de la salud… y anécdotas que están grabadas en la memoria como sobre mármol y que nos hacen morir de risa cada vez que las recordamos.
Al acabar, todas coincidimos en una cosa: físicamente han pasado los años y eso no tiene vuelta atrás, pero ¡de temperamento somos las mismas! La nerviosa sigue siendo nerviosa, la emotiva, la artista, la alocada, la aplicada…
Con los amigos de la infancia uno puede mostrarse como es
Nos conocen perfectamente. Saben cuál es nuestro defecto dominante. Nos han visto en mil situaciones y saben cómo respondemos. El carácter se modifica, pero las tendencias y el temperamento siguen ahí. Y uno siente que delante de ellos está como en zapatillas porque no hay nada que esconder.
Un misterioso lazo hace que sigamos profundamente unidos
Todos sabemos que si necesitáramos ayuda, los amigos de la infancia estarían ahí para echarnos una mano, cada uno como pudiera. Antes jugábamos con ellos y ahora nos acompañan en lo que les pedimos. Es una amistad que no se puede romper, llena de sinceridad, fuerte y generosa.
Nos ayudan a fortalecer la autoestima
Tanto si las cosas nos han ido bien como si ha habido fracasos, los amigos de la infancia nos recuerdan que para ellos siempre somos y seremos valiosos por lo que somos. Eso ayuda a tener seguridad y a luchar en los momentos más difíciles. Son cimientos sobre los que nos podremos apoyar.
Nos ayudan a mantener una dimensión real de las cosas
Por si se nos había olvidado el paso del tiempo o las responsabilidades que ahora tenemos, encontrarnos con amigos de la infancia que también pasan por la misma situación nos hará ser ponderados y realistas. Ya no somos adolescentes, tenemos ciertas obligaciones y compromisos, a veces la vida va cuesta arriba… Al vernos reflejados en los amigos de la infancia, aprendemos la lección.
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