Casi una década antes de su obra maestra, el “Guernica”, Pablo Picasso decidió representar el horror de la Crucifixión con un estilo pictórico igual de potentePablo Picasso está considerado como uno de los genios más innovadores del siglo XX. Desde su pintura protocubista Las señoritas de Aviñón, que introdujo el estilo pictórico tan personal de Picasso que se centraba en las emociones más que en una representación precisa de la realidad, hasta su épica representación de los horrores de la Guerra Civil española en su obra maestra de 1937, Guernica, el maestro malagueño creó unas imágenes que cambiaron definitivamente el arte occidental. Sin embargo, no son muchos los que saben que, entre la amplísima gama temática escogida por el inventor del cubismo, desde bailarinas a toreros, también hubo temas religiosos. En efecto, entre las obras consideradas como hitos en la evolución del estilo surrealista de Picasso se encuentra La Crucifixión. Picasso completó muchos dibujos preparatorios para esta pintura durante el final de la década de 1920 y culminó su versión final en 1930. Muchos críticos consideran que la representación emocional del sufrimiento mostrado en esta pintura es un anticipo del Guernica en 1937.
Todos los elementos artísticos normativos de la Crucifixión aparecen en esta composición en óleo sobre tabla de 50 por 65 cm, aunque no son fáciles de descifrar en el puzle propuesto por el maestro cubista. Jesús aparece en el clímax de su sufrimiento, en un estilo que recuerda al Guernica, en el centro de la composición, rodeado de figuras casi indistinguibles con colores brillantes y pinceladas dramáticas. Las dos figuras más grandes representan a la Virgen María y a María Magdalena, mientras que los cuerpos desarticulados más pequeños pertenecen a los ladrones crucificados con Jesús. Las siluetas con forma humana mucho más pequeñas, una sobre la escalera y la otra a la izquierda de la cruz, representan a un hombre clavando las manos de Cristo sobre la cruz y al centurión hincando su lanza en el cuerpo de Cristo.
El marcado contraste entre los famosos tonos de Picasso en azul y naranjas, amarillos y dorado brillantes se yerguen como un testimonio pictórico de las fuertes emociones evocadas en el artista al pensar en el sufrimiento de Cristo. Al pintar a Cristo en color distinto al de su entorno, Picasso quiso enfatizar la presencia de “la vida en la muerte” y el milagro de la transformación a través del sufrimiento. El padre del cubismo se hizo famoso al crear sujetos inconexos basándose más en su propia percepción que en el reflejo de la realidad, aunque, en el caso que comentamos, sujetos como la Virgen y María Magdalena parecen haber quedado desarticulados por su propia agonía.
Unos 89 años después de su creación, La Crucifixión sigue siendo un potente relato visual del sufrimiento inhumano con que cargó Jesús durante la crucifixión. Quizás debido a la implicación emocional que Picasso puso en esta pieza, nunca la vendió a coleccionistas privados. Se ha expuesto en las exhibiciones más importantes dedicadas a artistas españoles, incluyendo Picasso: Cincuenta años de su arte en el Museo de Arte Moderno de Nueva York en 1946. Ahora la pintura forma parte de la colección permanente del Museo Picasso de París, Francia.