No son personas que sirven para “decorar” el altar Algunos sacramentos de la Iglesia nos permiten escoger padrinos, pero no siempre consideramos el aspecto fundamental, según la Iglesia, para realizar esta elección. Además de eso, a veces no cumplimos bien nuestro papel de ahijados.
Para entender mejor la cuestión, hemos hablado con el sacerdote Camilo Junior, miembro de la Comisión Jovens de Maria. Mira lo que ha dicho:
Cómo escoger padrinos
En nuestra experiencia de fe, los padrinos son aquellos que deben ayudarnos a caminar con Cristo y a asimilar los valores de Jesús en nuestra vida. Son importantes porque reciben no solo un título, sino una misión que les ha dado Dios.
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Consejos para ser un gran padrino
Por eso, hay que comprender los aspectos fundamentales de esta elección:
Confirmación: la elección no puede realizarse solo porque la persona es amiga, es simpática y nos encontramos bien con ella. Debe ser alguien que para nosotros es un punto de referencia en la fe, una persona que más allá de todo vive la fe en comunidad y nos ayudará, como confirmados, a dar testimonio y a perseverar en la consagración de nuestra vida, que un día, de niños, nuestros padres y padrinos de Bautismo nos dieron.
El papel del ahijado o de los esposos
Así como los padrinos y los testigos deberían dedicarse a ser una presencia en la vida de los ahijados o los esposos, también estos últimos deben intentar estar presentes en la vida de los padrinos y los testigos.
Es importante que, incluso si no elegimos a los padrinos del bautismo, por ejemplo, entendamos que a través de ellos la gracia de Dios ha llegado a nuestras vidas y que a través de ellos esta gracia continúa llegando a nosotros. Para esto, debemos tener dos actitudes hacia ellos:
Pedir la bendición – Cada vez que pedimos la bendición a los padrinos, estamos renovando la gracia de Dios presente en nosotros por medio del sacramento que hemos recibido, del cual han sido testigos.
Pedir y escuchar sus consejos – Si escogemos a los padrinos para dar testimonio de un don de Dios en nuestra vida en los sacramentos, debemos ponernos con gran humildad en sus manos, porque tienen el poder y la misión sagrada de bendecirnos. De esta manera pueden guiarnos frente a una elección, frente a una renuncia en la vida que debemos hacer e incluso en un momento en que necesitamos una corrección.