La nobleza de un canino salvó la vida que él sacrificó por los enfermos de peste
Aunque San Francisco de Asís es considerado el santo de los animales, hay un noble francés que es considerado el patrono de los perros. Su nombre era Roque y, aunque hay que aclarar que su historia es una de las menos comprobadas, es muy venerado en la iglesia católica, particularmente en Europa.
Hijo de una familia aristócrata, nació en Montpelier en 1284. Cuando sus padres murieron, teniendo tan sólo unos 20 años, donó toda su fortuna a los pobres y viajó a Italia para atender a los enfermos de peste. Prestó servicio en varios hospitales públicos y se llegó a decir que tan sólo con sus manos y haciendo la señal de la cruz lograba curarlos.
Pero también era humano y él mismo contrajo la enfermedad. Decidió retirarse al bosque a morir para no contagiar ni molestar a nadie más. Y hubiera ocurrido así de no haber sido por el perro de un noble que vivía cerca. El canino iba todos los días a llevarle un trozo de pan y le lamía sus heridas. El dueño se extrañó del comportamiento de su mascota y lo siguió un día, se encontró con Roque y lo terminó de ayudar a curarse.
Decidió regresar a Francia que se encontraba en guerra, pero fue detenido, irónicamente, por su propio tío (que no sabía quién era él) y acusado injustamente de espionaje. Pudo haber hablado de su origen, pero prefirió callar y ayudar a los presos. Pasó cinco años encerrado hasta que finalmente murió.
Se dice que fue su propio carcelero el que advirtió que “había un santo en la cárcel” y que cuando fueron a abrir su celda, una gran luz salió por las rejas mientras su cuerpo yacía en la tierra.
Su cuerpo fue trasladado a Venecia en 1485 y el Papa Alejandro VI mandó a construir una iglesia y un hospital en su honor. Además del patrono de los perros, es considerado el santo protector ante la peste y cualquier epidemia. Muchos pueblos han invocado su intervención con éxito y por eso su popularidad creció rápidamente.
Dato curioso: San Roque es también el patrón de Santiago de Compostela desde 1518, aunque muchos crean que es el apóstol. Ese año, la ciudad fue azotada por la peste bubónica y la encomendaron al santo para librarse de ella con la promesa de que lo nombrarían su patrón y renovarían los votos cada año el 16 de agosto, día de su muerte. Y así ha sido.