Reforma espiritual de fondo y “tolerancia cero”El padre Hans Zollner, presidente del Centro para la Protección Infantil de la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma sostiene que diversos estudios han demostrado que la primera vez que un clérigo perpetra un abuso sexual lo hace después de los cuarenta años, en la crisis de la mediana edad, cuando enfrentan desafíos mayores como la soledad y la sobrecarga de trabajo.
En muchas ocasiones, la intervención frente a este tipo de abusadores es poco eficaz, pues han desarrollado ya todo un conjunto de conductas de pecado por lo que el doctor Mario Medina, Decano de la Facultad de Derecho Canónico de la Universidad Pontificia de México propone que la “tolerancia cero” comience, justamente, desde los seminarios.
Estas son dos posturas sobre el mismo tema: la prevención de los abusos de menores por parte de miembros del clero y que forman parte de las observaciones capitales para el futuro de la Iglesia en Latinoamérica reunida en Ciudad de México –en la Universidad Pontificia de México—en el primer Congreso Latinoamericano que aborda el abuso de menores y cómo evitarlo.
Una reforma espiritual impostergable
“La Iglesia debe aplicar el principio de ‘tolerancia cero’ en todas las fases –dijo Medina en su participación– poniendo todos los medios a su alcance para eliminar los abusos a menores, y también debe actuar con cero impunidad, por lo que se debe es sancionar al responsable de un delito, en plena colaboración con la autoridad civil”.
En este sentido, Zollner destacó la necesidad de una “reforma espiritual de fondo” en la Iglesia en general y en la Iglesia latinoamericana en particular, para evitar el abuso de menores. Esta reforma tiene como principio desterrar el clericalismo y fomentar el trabajo en unidad para combatir este crimen que tanto ha castigado a la Iglesia en los últimos tiempos.
En su conferencia magistral, Zollner detalló que, tras visitar más de sesenta países, ha podido constatar que, en muchos de ellos se mantiene un aire de clericalismo entre los sacerdotes, e incluso entre los fieles; un modo de actuar que provoca abuso de autoridad, lo que resalta justamente la necesidad de una transformación espiritual de fondo.
Prioridades y acciones
En el Congreso se destacaron siete prioridades de la Iglesia católica que peregrina en América Latina en torno a a la prevención y la protección de menores contra el abuso sexual: acompañar a las víctimas, incluyendo a los familiares de la persona que cometió el delito; no callar, no encubrir y no subestimar; nunca renunciar a la misión evangelizadora; rendición de cuentas por parte de los obispos; actuar con pleno profesionalismo y trabajar en estrecha colaboración con la autoridad civil.
Estos desafíos van de la mano con algunas acciones que tienen que penetrar a todos los niveles de la Iglesia católica: promover la cultura del buen trato, actuar con justicia y verdad; procurar la reparación del daño y evitar la repetición del delito; hacer de la Iglesia un hogar seguro; y la mutua confianza y apoyo con las autoridades civiles.
Zollner agregó otro desafío: el discernimiento espiritual, base de la reforma espiritual que propone y que ha de tocar no sólo a los sacerdotes, sino también a los obispos, a través de una formación permanente. “En la Universidad Gregoriana –subrayó– nos importa mucho el perfil de los seminaristas, pero también consideramos de suma importancia la formación permanente de los sacerdotes”.
¿Cómo devolverle la credibilidad a la Iglesia?
Respecto a la reparación del daño por los abusos cometidos por sacerdotes, Zollner abogó por la reconciliación con la comunidad eclesial. Sin embargo ésta solamente podría ser posible con verdadero arrepentimiento, una confesión y un activo compromiso de reparación, medidas que cualquier diócesis, parroquia, iglesia o comunidad pueden llevar a cabo.
Además, es necesario impulsar medidas para reintegrar a las víctimas a la comunidad eclesial, pues muchas de ellas aún quieren participar a pesar de lo ocurrido. “Conozco muchas víctimas que están dispuestas a servir a la Iglesia, pero no les llaman y se sienten bloqueadas y marginadas. Necesitamos poner atención a ello, pues también tiene que ver con un ejercicio de escucha activa y acompañamiento”, acotó Zollner.
El éxito en la prevención y lucha contra el abuso sexual infantil, esta en zanjar la división que llega a verse entre obispos, sacerdotes y religiosos, y por ello en pocos países tienen proyectos de trabajo conjunto, en equipo. “Todas estas situaciones son un llamado de Dios para enfrentar la realidad; Él quiere que tomemos conciencia para hacer una verdadera reforma, sólo así la credibilidad volverá a la Iglesia”, concluyó Zollner.
*Con información de Desde la Fe*