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200 años del Museo del Prado y 10 datos que quizá no sabías

PRADO NATIONAL MUSEUM
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Adriana Bello - publicado el 19/11/19
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Desde un falso incendio hasta quién le pintó la cruz de la Orden de Santiago a Diego Velázquez en Las Meninas

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Este 19 de noviembre se cumplen 200 años de la inauguración del museo más famoso de España. Aunque inicialmente era el lugar de exhibición de las obras preferidas de la Casa Real, hoy en día es un tesoro universal, el refugio de miles de obras que relatan nuestras historias y creencias de una manera magistral.

1. No iba a ser un museo de arte y terminó siendo el primero

Originalmente, el arquitecto Juan de Villanueva lo diseñó en 1785 para servir como Gabinete de Ciencias Naturales por orden de Carlos III. Este plan nunca sucedió y fue su nieto, Fernando VII, quien finalmente destinó el edificio a convertirse en el Real Museo de Pinturas y Esculturas, impulsado por su esposa, la reina María Isabel de Braganza (quien lamentablemente falleció antes de su inauguración por complicaciones de parto). Allí se exhibían algunas de las obras más emblemáticas de la Colección Real (empezaron siendo 311 obras) y sólo abría un día a la semana.

2. Un nombre monasterial

Tras la muerte de Fernando VII, se presentó un problema por su división testamentaria. Finalmente, se acordó que el museo fuera parte de los “bienes de la Nación”. En 1872 fue renombrado Museo Nacional de Pintura y Escultura, pero no duró ni 50 años, ya que por Real Decreto, el 14 de mayo de 1920 pasó a ser Museo del Prado, que era como popularmente se le llamaba por estar en el antiguo Prado de los Jerónimos (un terreno adyacente al monasterio).

3. ¿Religión primero?

El primer cuadro que fue adquirido expresamente para el Real Museo de Pinturas fue La Trinidad, de Ribera. Fue comprado en 1820 por el rey Fernando VII al pintor Agustín Esteve.

Costó 20.000 reales.

Obras de arte religiosas en el Museo del Prado (Galería)

4. Un falso incendio

El 25 de noviembre de 1891, en el diario El Liberal, apareció una nota de Mariano de Cavia que decía que había ocurrido un terrible incendio que había destruido la mayoría de las obras. Enseguida, muchos madrileños acudieron al edificio consternados, pero para darse cuenta que se trataba de una noticia falsa que el cronista había hecho para llamar la atención sobre el mal estado en el que estaba el museo. Y es que, además, a los trabajadores se les permitía vivir y cocinar a leña dentro de las instalaciones (recordemos que los pisos antes eran de madera), así que había un muy alto riesgo que esto en verdad ocurriera. Después de esto, se tomaron varias medidas.

5. El cuadro más grande

Actualmente, no está expuesto, pero con sus 561 x 728 cm se trata de La visión del Coloseo. El último mártir, de José Benlliure y Gil. El protagonista es San Almáquio, mártir cristiano del siglo IV, quien quería ponerle fin a las luchas de gladiadores en el Anfiteatro Flavio.

6. ¿Por qué La Perla?

Así es como coloquialmente se le conoce a la célebre pintura de la Sagrada Familia de Rafael, que tiene como particularidad que también incluye a Santa Ana (visiblemente mayor y abrazada por la Virgen) y San Juanito. Según el historiador de arte Giorgio Vasari, fue pintada para el conde Ludovico Canossa, obispo de Bayeux. Al morir, uno de sus descendientes la cedió al duque de Mantua y en 1627 fue comprada por Carlos I de Inglaterra. Cuando éste fue decapitado, la pintura pasó a manos de uno de sus acreedores, quien a su vez la vendió a una persona que terminó regalándosela al rey Felipe IV quien, al verla, según la leyenda, exclamó: “¡He aquí la perla de mis cuadros!” Desde 1857 está en el Museo del Prado.

7. Tiempos de guerra

El temor de un bombardeo o saqueo durante la Guerra Civil Española, hizo que muchas de las obras fueran trasladadas a Valencia y, posteriormente, a Ginebra. Sin embargo, no todas las obras resultaron ilesas. El camión que llevaba La carga de los mamelucos en la Puerta del Sol (también llamada El dos de mayo de 1808 en Madrid) de Francisco de Goya chocó contra un balcón y el cuadro sufrió importantes daños que, hasta el 2008, seguían reparando con viejas fotografías.

8. Picasso, director

El gobierno nombró al artista español como director del museo entre 1936 y 1939. Sin embargo, a pesar de la sugerencia de amigos y personalidades, aceptó el nombramiento pero nunca hizo una posesión formal del cargo. Sí actuó en algunas ocasiones como director del Prado (como, por ejemplo, para apoyar exposiciones de artistas exiliados en París y resguardar algunas obras que corrían peligro en ciertos momentos políticos) pero hasta allí. Además, en 1936 fue también cuando aceptó participar en la decoración del Pabellón Español de la Exposición Internacional de París, para el cual pintó su famoso Guernica, que presentó en 1937. ¿Otro dato curioso? El Museo del Prado fue el primero en recibir esta obra en España. Se expuso en el Casón del Buen Retiro en 1981 y estuvo allí hasta 1992, cuando fue trasladado al Museo Reina Sofía.

9. ¿Anónimo?

El Tríptico del Jardín de las Delicias ha pasado a la historia como la creación más compleja y extraordinaria de El Bosco, pero, curiosamente, la obra no está firmada por el artista. Sin embargo, nunca nadie ha dudado sobre su autoría.

10. La cruz de Velázquez

La joya turística del Museo del Prado es, sin duda, Las Meninas de Diego Velázquez. Quizá muchos sepan que el pintor tuvo el “atrevimiento” de autorretratarse a la izquierda del cuadro, pero hay otro interesante detalle y es la cruz en su traje. Cuando Velázquez terminó esta obra, todavía no le había sido otorgada la cruz de la Orden de Santiago (ni siquiera pensaba que la obtendría, por ser descendiente de conversos, casi tres años después, meses antes de morir), así que ésta fue pintada a posteriori. Ahora bien, ¿quién lo hizo? Lamentablemente no hay una respuesta certera y ni siquiera se sabe si fue antes o después de su fallecimiento. Algunos dicen que fue uno de sus discípulos, otros que fue el propio Velázquez antes de morir y, algunos más atrevidos, hasta insinúan que pudo haber sido el mismo monarca que había tomado clases de pintura de joven y lo consideraba, más que su pintor favorito, su amigo.

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