Un buen lugar donde ir tras visitar Luján
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Si el peregrino al Santuario de Nuestra Señora de Luján busca la paz y el recogimiento, probablemente después de llegar a los pies de su señora necesite un espacio más recluido del incesante peregrinar al santuario mariano. Y puede encontrarlo muy cerca de allí, a diez minutos en coche, en la Abadía de San Benito.
La Abadía de San Benito está ubicada en Jáuregui, partido de Luján, desde 1973. Sin embargo, fue fundada inicialmente en 1914 en Buenos Aires, tras unos años en Carlos Casares. Fue en el barrio porteño de Palermo donde fue tomando forma y creciendo en vocaciones, y donde con el tiempo se construyó la popular iglesia abacial, hoy sede de la parroquia de San Benito, cuya estructura y complejo muchos aún hoy siguen llamando la Abadía.
Curiosamente, la fundación no fue fruto de la iniciativa de la presencia benedictina en el país: desde finales del siglo XIX, ya estaban en este país sudamericano los monjes de la Abadía del Niño Dios, en Entre Ríos, primer monasterio benedictino de Hispanoamérica. Éste nació de la Abadía de Belloc, en Francia, pero San Benito, en Buenos Aires, fue fundado por la Abadía de Santo Domingo de Silos, España. A los monjes de allí provenientes se le sumaron algunos que debieron dejar México por la persecución religiosa, presencia también fundada por el monasterio burgalés.
Para la década del 70, Palermo había dejado de ser un lugar ideal para la oración y el retiro de los Monjes, como lo era a principios de Siglo XX, por lo que se trasladaron hasta su predio actual, en el partido de Luján. Allí moran, oran y trabajan los monjes, con quienes se puede, de manera diaria, compartir la Santa Misa celebrada con sus inigualables cantos.
La preciosa iglesia ablacial, con techos de teja exterior y madera al interior, y limpias paredes blancas, despojada e imponente a la vez, está rodeada por jardín y campo típico de esta zona de la Pampa Húmeda. Posee hospedería para poder celebrar más de cerca con ellos la liturgia de las horas y aprovechar sus espacios de recogimiento, y una santería, a un kilómetro de la Iglesia, donde se comercializan los productos que los monjes producen.
Mermeladas, licores, dulces, golosinas varias y aceites, entre otros, son clásicos que acompañan rosarios, llaveros, medallas, cadenas, y distintos objetos religiosos comercializados en la popular santería. No obstante, los productos de la Abadía pueden ser conseguidos en distintos puntos de venta del país.
En la misma entrada de la Santería se encuentra una ermita de San Benito, acompañado por una imagen de la Virgen de Luján, cuya Basílica se puede ver desde el predio benedictino. Para aquel peregrino motorizado que quiera aprovechar el viaje a Luján, ambos destinos pueden ser una combinación fantástica para profundizar en espíritu mariano y contemplativo en una misma jornada. Por qué no, puede ser opción, asistir a la Misa de 8 en la Abadía para luego pereginar caminando hasta el santuario mariano, a una hora a pie.
Las vueltas de la historia hicieron que San Benito termina muy cerca de la Virgen de Luján. Una oportunidad realmente digna de aprovechar.