Yo soy la Virgen de los pobres. Es así como María se presentó a Mariette Béco, una joven muchacha de 11 años, durante la tercera aparición de las ocho que se darán entre el 15 de enero y el 2 de marzo de 1933.
Esto sucedió en Banneux, un pequeño pueblo de la zona de las Ardenas en Bélgica, entre las dos guerras mundiales al inicio del siglo XX, en una época bastante turbulenta: cuando crecía la potencia comunista, también el nazismo comenzaba a asentarse en Alemania y se vivía el apogeo de la explotación de la clase obrera.
Mariette era la mayor de siete hijos, descendiente de una familia muy modesta y no practicante. Era por lo tanto un alma por convertir, una pobre en el campo de la fe, que María buscó para mostrar su cercanía con toda la humanidad.
El 18 de enero, durante la segunda aparición, María indicó a Mariette una fuente a orillas de un sendero y le dijo que esta fuente le estaba reservada. Al día siguiente, mientras la niña oraba en la capilla, la Santa Virgen le explicó su intención, diciendo: esta fuente está reservada para todas las naciones, para aliviar a los enfermos.
Junto a las solicitudes de oraciones que la Virgen hacía a través de la pequeña, María pide también la construcción de una capilla, que será inaugurada en el verano de 1933.
Dieciséis años más tarde, en 1949, el Obispo de Lieja reconoce oficialmente estas apariciones, en nombre de la Iglesia.
La dama que se apareció a Mariette y se presentó como la Madre del Salvador, la Madre de Dios, invita aún hoy a los peregrinos a hacer como la pequeña y poner las manos en el agua de la fuente, para recoger la gracia de Cristo. Es un mensaje de esperanza y una invitación a la oración, que María, Madre de compasión, hace a todos los hombres.
Durante el año, cientos y miles de peregrinos vienen a Banneux, sobre todo durante el Triduum (peregrinajes de tres días), para confiar sus pobrezas a la virgen de Banneux.
El papa Juan Pablo II dijo durante su peregrinaje al santuario de Banneux el 21 de mayo de 1985:
http://www.banneux-nd.be