El papa Francisco recientemente pidió oraciones por los incendios en Australia. El mundo se conmovió por las imágenes de animales muertos, quemados, inermes ante el fuego. Mil millones han muerto en unos fuegos sin control y que han devastado una extensión mayor que Portugal.
Ante el Día Mundial de la bendición de los animales, 17 de enero, fiesta de san Antonio Abad (251-356), patrón de esta tradición, ofrecemos algunas claves del pensamiento del papa Francisco sobre el cuidado de la creación de Dios, incluidos los animales, como un “precioso regalo para custodiar”.
Precisamente, en el pasado Sínodo, los obispos de la región amazónica por ejemplo lamentaron “la pérdida masiva de la biodiversidad, la desaparición de especies (más de un millón de los ocho millones de animales y vegetales a riesgo), constituyen una cruda realidad que nos interpela a todos”.
Coherencia
Sin embargo, en el caso específico, el papa Francisco pide que en el cuidado de los animales exista coherencia, sin los excesos de “quien lucha contra el tráfico de animales en riesgo de extinción, pero permanece completamente indiferente ante la trata de personas”. Pues esto pone “en riesgo el sentido de la lucha por el ambiente”.
No dañar la creación
Francisco no es un animalista, pero rechaza que se haga daño a la creación. Por ejemplo, haciendo sufrir a los seres que Dios ha creado. En la visión filosófica y teológica del primer papa que escribió una encíclica social ‘verde’, la creación y la persona humana están en conexión divina.
No olvidar a los hermanos
La creación está hecha para “conectarse con Dios y entre nosotros, es el social de Dios” (03.08.2019). Sin embargo, Francisco invita a apiadarse de los animales, pero sin olvidar a nuestros hermanos que sufren.
¿Nos ocupamos mejor de nuestro gato o perro que del dolor del vecino o de una persona necesitada? Francisco habla de pietismo, una falsa piedad, una emoción superficial pasajera que destruye el verdadero sentido del amor por la naturaleza (Audiencia jubilar 05.14.2016).
No obstante, “si bien el ser humano puede intervenir en vegetales y animales, y hacer uso de ellos cuando es necesario para su vida, el Catecismo enseña que las experimentaciones con animales sólo son legítimas «si se mantienen en límites razonables y contribuyen a cuidar o salvar vidas humanas». (Laudato Sí – 130).
El Obispo de Roma nos recuerda con firmeza que la Iglesia advierte que “el poder humano tiene límites y que “es contrario a la dignidad humana hacer sufrir inútilmente a los animales y sacrificar sin necesidad sus vidas”. Todo uso y experimentación “exige un respeto religioso de la integridad de la creación”.
Para el Papa las “plantas, los bosques, los animales crecen sin fronteras, sin aduanas. La creación es un libro abierto que nos da una enseñanza preciosa: estamos en el mundo para encontrarnos con los demás, para crear comunión, porque todos estamos conectados” (03.08.2019).
San Francisco de Asís
El Pontífice nos invita a imitar a San Francisco de Asís. “En él se advierte hasta qué punto son inseparables la preocupación por la naturaleza, la justicia con los pobres, el compromiso con la sociedad y la paz interior” (Laudato Si’).
Por eso, insiste en el pacto como “piedra angular de la creación y de la historia, como nos enseña la Palabra de Dios: el pacto entre Dios y los hombres, […] el pacto entre el hombre, los animales, las plantas e incluso las realidades inanimadas que hacen que nuestra casa común sea hermosa y variopinta” (14.11.2019).
Francisco aprecia a los animales, especialmente aquellos que trasmiten alegría y ayudan a niños, ancianos y personas discapacitadas. Lo demostró durante su encuentro con un san bernardo suizo, de 70 kilos, llamado Magnum, que le visitó en Plaza San Pedro en mayo de 2016. Un perro de auxilio de la Fundación Barry (ver Galería).
En fin, podemos imaginar que Dios se manifiesta también a través de los animales, así como el perro que en la Parábola del Rico y Lázaro, consolaba al pobre lamiéndole sus llagas (Lucas 16:19-31). Pero, también en Lázaro que invita a salir de nuestro egoísmo y evitar mantener la mirada en cosas superficiales y pasajeras.
“Si no hay verdades objetivas ni principios sólidos, fuera de la satisfacción de los propios proyectos y de las necesidades inmediatas, ¿qué límites pueden tener la trata de seres humanos, la criminalidad organizada, el narcotráfico, el comercio de diamantes ensangrentados y de pieles de animales en vías de extinción? ¿No es la misma lógica relativista la que justifica la compra de órganos a los pobres con el fin de venderlos o de utilizarlos para experimentación, o el descarte de niños porque no responden al deseo de sus padres? (Laudato Si, 123)“.
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