Los retiros están de moda, ¿cómo acertar a la hora de escoger? La palabra “retiro” está de moda. Se publicitan lugares y actividades que ofrecen aquello que muchos ansiamos: paz, descanso, desconexión, relajación, reencuentro con uno mismo, un lugar de ensueño…
El retiro es la palabra mágica, como un oasis a lo lejos en el que intuimos que vamos a encontrar lo que tanto deseamos y que en la vida ordinaria es inasequible. Queremos retirarnos del “mundanal ruido” y así frenar el estrés, los nervios, las preocupaciones y el desasosiego.
Muchos queremos desconectar, decimos, porque “necesitamos pensar”.
Pero así como hace unos años la palabra retiro solo se utilizaba en el entorno católico, ahora proliferan las ofertas de “retiro” de todos los tipos.
La espiritualidad está en auge y muchas personas buscan “algo” que les haga sentir mejor. Así que hay “retiros” que ofrecen:
- un entorno de paz.
- la desconexión de la vida urbana.
- unos días de desconexión de la familia y del trabajo.
- el contacto con la naturaleza.
- el cuidado de otras personas que nos atienden.
Todo ello es muy positivo y hace que nos sintamos mejor. Ese estilo de retiros se promueve en balnearios, en casas rurales, en antiguas casas señoriales a las que ahora se le da este uso…
Son lugares especiales y solo con ver unas fotografías, haríamos las maletas y nos iríamos corriendo hacia allí: en algunos hay sesiones de relajación, paseos por el bosque…
Descansar el cuerpo es una necesidad y es una obligación. Nuestro cuerpo necesita el descanso para recuperarse y ponerse a punto de nuevo para las batallas diarias.
Hacer un parón de vez en cuando nos permite:
- oxigenar el cerebro.
- ordenar las ideas.
- recapitular.
- valorar nuestros sueños.
- pensar proyectos.
- examinar nuestra vida.
Si lo que buscas es un descanso, hasta ahí lo que te ofrecen este tipo de retiros es ideal: un par de días y uno regresa muy bien.
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Fraudes
Sin embargo, ese deseo de espiritualidad se ha convertido en algunos desalmados en el gancho para atraer a muchas personas hacia las sectas o hacia negocios que lo único que pretenden son engañar y llevarse un buen dinero.
Utilizan mezclas más o menos bien elaboradas de argumentos en torno al esoterismo, la filosofía new age y el cientificismo bañados en un aura de promesas: la recuperación del yo, la sanación de heridas, el descubrimiento de nuevas potencialidades del cerebro…
Ahí se mezclan datos reales de la neurociencia con cuatro frases de Gandhi, el “conócete a ti mismo” de Sócrates con un “tú lo puedes todo” y el brevaje final es demoledor porque aparta de la verdadera vida trascendente: todo se resume en la omnipotencia de uno mismo, craso error.
Una cosa es dar herramientas para la autoestima y la otra engañar diciendo que somos omnipotentes.
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A veces, las sectas actúan del modo contrario: animan a la desposesión, a la generosidad total a través del vacío y el olvido del cuerpo.
En ese camino, uno puede acabar desquiciado y roto, cuando comprueba que ni la vida ni él mismo son así: ni cuando nos valemos únicamente de nosotros mismos ni cuando negamos la corporalidad.
Han aparecido numerosas ofertas de parlanchines y pseudoexpertos, envueltos en términos como coach, “asesor”, “filósofo”, “profesor”, “psicólogo” (sin serlo) o “maestro”, que dan sesiones con mucha palabrería y lo único que pretenden finalmente es ganar la confianza de personas ingenuas y conseguir adeptos.
Para mejorar de verdad
¿A quién no le gusta que le cuiden y le mimen unos días? Pero una cosa es el “retiro” para el descanso físico que de paso ayuda al descanso espiritual, y otra cosa es avanzar en la vida cristiana.
Si eres una persona cristiana y lo que buscas es avanzar en tu vida, física y espiritualmente, es lógico que junto con el descanso busques el modo de ser más tú por entero.
¿Quién mejor que Dios para ayudarnos a ser nosotros mismos y a acercarnos a la felicidad? Sin engaños, sin paños calientes.
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Así que el retiro para una persona cristiana es la actividad en la que va a contar con Dios: a preguntarle a Él cómo nos ve y para descubrir cómo nos ama.
En un retiro cristiano uno cuenta con una cosa que los demás no ofrecen: la gracia de Dios. Esa gracia se encuentra en la oración y los sacramentos, por eso en el retiro católico siempre dispondremos de momentos para la oración, la Santa Misa y la Penitencia.
La vida recolocada
Los retiros son una práctica con siglos de experiencia probada. En uno, dos o más días, salimos con la vida recolocada, con una actitud más positiva ante la vida (sean cuales sean las circunstancias) y con objetivos que nos habremos marcado con la ayuda de Dios.
Hay distintas espiritualidades en la vida cristiana y en todas ellas el retiro es un paso excelente. Porque retirarse es una acción muy espiritual y muy humana a la vez.
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Lo fascinante de un retiro, ¿sabes qué es? Que sin haber buscado directamente el descanso del cuerpo, uno sale renovado y más descansado. El alma y el cuerpo tienen una conexión tan fuerte que cuando el alma está bien, el cuerpo se siente rejuvenecido.
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Los “retiros” de descanso corporal y desconexión de la mente están muy bien, pero son un peldaño muy pequeñito en comparación con los beneficios que para un cristiano ofrece un retiro espiritual. De todos modos, eres tú quien en conciencia ha de ver qué prefiere y cuál es el más indicado en cada momento de su vida.
El “retiro” que nunca será indicado es el que nos lleva por dinámicas de new age, centradas en el “yo”, que al final solo son alabanzas al ego, desde frases de Paulo Coelho a sesiones de yoga orientadas al vacío interior como meta última. Eso son pseudoretiros.
Cuando Dios no está presente, nos mustiamos y la misma vida puede llegar a presentarse como una carga insostenible. Tras las risas de unos días de “retiro” superficial, luego el choque con la realidad es todavía peor.
No hay que tener miedo a un retiro de vida cristiana. La confianza en Dios es clave para que Él actúe en nosotros, porque Él solo actúa cuando nosotros libremente le dejamos.
Decidir que vamos a un retiro ya es un primer modo de decirle que lo amamos y que queremos estar más cerca de Él. El resto… es una hermosa película entre Él y tú.
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