Un video que muestra a 46 bebés nacidos por gestación subrogada, llorando en la misma habitación mientras esperaban a sus “padres adoptivos”, enciende la polémica
Para ayudar a Aleteia a continuar su misión, haga una donación. De este modo, el futuro de Aleteia será también el suyo.
Indignación. Es la expresión que mejor caracteriza el sentimiento de los obispos de Ucrania. El 12 de mayo, Su Beatitud Sviatoslav Shevchuk, jefe de la Iglesia Greco-Católica de Ucrania, y el Arzobispo Mechyslav Mokshytskyi, presidente interino de la Conferencia de Obispos de la Iglesia Católica Romana, emitieron una declaración en la que estaban indignados por la situación de 46 bebés que, nacidos por madres de alquiler en Ucrania, se encuentran “en tránsito” mientras esperan que sus familias “anfitrionas” vengan a recogerlos.
How are things going at the Venice hotel now?
Our babysitters are doing their best to cope with your little ones😉#biotexcom #COVID19 #surrogacy #ivf #Ukraine pic.twitter.com/iXoKIg8Vin— BioTexCom Center for Human Reproduction (@BiotexcomR) April 16, 2020
Nacidos por maternidad subrogada, estos bebés están destinados a convertirse en estadounidenses, italianos, españoles, ingleses, chinos, franceses o alemanes una vez que termine la crisis del Covid-19.
“Un fenómeno vergonzoso”
“En los últimos días, hemos visto un video publicado en la página de la clínica BioTexCom en el hotel Venecia en Kiev [la principal clínica de vientres de alquiler en Ucrania, nota del editor], que muestra una habitación infantil improvisada y 46 bebés llorando , privados del contacto materno, del calor paternal, del cuidado desinteresado, del afecto necesario”, denuncia los obispos.
“Tal demostración de desprecio por la persona humana y su dignidad es inaceptable”, argumentan, añadiendo: “Ninguna circunstancia o consecuencia puede justificar la práctica de la subrogación. […] Todo niño tiene derecho a ser concebido naturalmente y cada niño tiene derecho a nacer en una familia y ser criado en una atmósfera de amor por su padre y su madre”.
Tras condenar firmemente “este fenómeno vergonzoso”, los prelados piden a las autoridades “que prohíban la trata internacional de niños en Ucrania” e invitan al Estado a que finalmente preste atención a la política familiar en el país para que “las madres ucranianas no tengan que cambiar sus cuerpos y sus hijos por su supervivencia y la de sus familias”.