Si te sientes invisible u ordinario, inspírate en estas personas que ya conocesEmily Dickinson, poeta famosa mundialmente, era prácticamente una desconocida en su época. Y no solo porque sus poemas no se publicaron o porque pocas personas sabía que tenía talento para la escritura. Cuando digo que era desconocida quiero decir que nunca salía de su habitación.
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De joven, Emily iba a la escuela, pasaba tiempo con los amigos y viajaba un poco. Sin embargo, al entrar en la mediana edad, se volvió cada vez más solitaria. Empezó a vestir solamente ropa blanca, nunca dejaba el hogar familiar donde vivía con su hermana y cuando un invitado venía de visita se retiraba a su dormitorio hasta que se marchaba.
Solía dejar una ranura abierta en la puerta para escuchar a escondidas, pero nada más. Los habitantes de Amherst (Masssachusetts, EE.UU.), donde los Dickinson habían vivido durante generaciones, eran conscientes de la existencia de Emily, pero lo que sabían de ella era básicamente una leyenda. En aquella casa vivía una mujer excéntrica.
Aunque Emily llevó una vida tranquila en un espacio reducido, su vida interior era vastísima. Mantenía una viva correspondencia con amigos de cerca y de lejos y a menudo les enviaba poemas y pensamientos intensamente emotivos.
Era una experta jardinera que contaba con amplios conocimientos sobre plantas. Amaba a su familia profundamente y se mantuvo implicada con todas sus idas y venidas. Tras su muerte, su hermana Lavinia y una amistad de la familia por fin lograron publicar una selección de su poesía y, así, sus poemas incendiaron el mundo. Fueron un éxito inmediato y, hoy, el nombre de Emily Dickinson es sinónimo de grandeza artística. Sus poemas son objeto de estudio y admiración generalizados por su concentración del lenguaje y la viveza de su visión poética. Su talento oculto no se mantuvo oculto mucho tiempo.
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Existen muchas otras historias como la suya. Santa Teresa, a quien llaman la “Pequeña Flor”, vivió una vida oculta en un convento religioso y falleció joven debido a la tuberculosis. Solamente la conocían las otras mujeres de su convento, e incluso dentro de ese pequeño grupo social no se le consideraba nada fuera de lo ordinario. De hecho, en su lecho de muerte, escuchó cómo dos monjas se preguntaban qué palabras encontraría la madre superiora para decir sobre ella en su obituario, porque no había logrado nada destacable.
Pero entonces, tras su muerte, su corta autobiografía quedó al descubierto. La había escrito durante su enfermedad a petición de la madre superiora y puso de manifiesto una espiritualidad sencilla pero profunda. Su Historia de un alma sigue siendo una obra influyente en la actualidad.
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Vincent Van Gogh solamente vendió unas pocas pinturas durante su vida. El resto de su obra lo almacenó su hermano, Theo. A nadie le interesaba su arte y se pasó toda la vida siendo minusvalorado. Tenía pocos amigos, era considerado mentalmente enfermo y murió de una misteriosa herida de bala que recibió mientras pintaba en un campo de trigo. Sus pinturas acababan de empezar a ganar reconocimiento en el momento de su muerte.
Gerard Manley Hopkins, fue un sacerdote jesuita que, en vida, dio la apariencia de ser un inofensivo fracaso excéntrico –era el tipo de persona que se arrodillaba para observar detenidamente un insecto–, pero descubrieron tras su muerte que era un poeta de tremendo talento. Sus compañeros jesuitas se reían de él por ser el raro del grupo con el que no sabían qué hacer exactamente. Sin embargo, durante todo ese tiempo, resultó que Gerard estaba cultivando una visión secreta y maravillosa del mundo.
Leer su poesía fue un hecho profundamente influyente en mi propia decisión de hacerme católico y sé que su obra es valorada como un tesoro por muchos otros. De hecho, en la actualidad hago un trabajo editorial en una revista llamada Dappled Things, nombrada en honor de una cita de uno de los poemas de Hopkins.
Estoy seguro de poder continuar una lista de historias de personas que cultivaron talentos ocultos. Solo he mencionado unos pocos que adquirieron fama después de su muerte, pero diría que hay muchísimos otros héroes secretos, probablemente tantos como personas han vivido.
Cada uno de nosotros tiene un valor, unos dones y unos talentos ocultos. No tiene por qué ser solo un talento artístico o una habilidad especial, podría ser una parte de tu personalidad, una cualidad particular de bondad o generosidad, de compromiso con la familia, de lealtad en la oración, de voluntad para sufrir en silencio por el bien de los demás. Otras personas quizás no lo noten, pero no permitas que eso te desanime.
¿Cuál es tu talento oculto?
Es valioso como expresión de quien eres. La fama no importa tanto como pensamos y el éxito no se mide de la manera que creemos. Nuestros talentos ocultos se practican calladamente por puro amor. Quizás algún día cambien el mundo de forma muy notable, pero es mucho más importante saber que nuestra existencia habrá cambiado igualmente el mundo para bien o para mal.
Yo digo que nos esforcemos para que sea para bien. Cultiva esos talentos, añade belleza al mundo y deja detrás un legado duradero.