Veinte teólogas releen los textos bíblicos sobre el papel de la mujer en el cristianismo
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La Biblia de las Mujeres (La Bibbia delle Donne, ed. Piemme, 2020) es un libro de reivindicación de la mujer, del papel que tienen ellas como intermediarias entre Dios y los seres humanos. Elisabeth Parmentier, Pierrette Daviau y Lauriane Savoy reunieron a eruditas católicas y protestantes para una relectura crítica de las sagradas escrituras.
Fuerza, valentía y espíritu renovador presentes en personajes bíblicos como Hulda la profetisa, María Magdalena discípula y apóstol de Jesús y otras figuras como Sara, Rebeca y Raquel. Las investigadoras constatan que los textos sagrados son utilizados para legitimar la “sumisión” cultural y física de las mujeres.
La reflexión bajo una perspectiva femenina ha sido liderada desde Ginebra por Parmentier y Savoy, dos profesoras de la Facultad de Teología fundada hace más de cuatro siglos (1559) por el teólogo Juan Calvino, el padre del protestantismo francés.
Junto con la teóloga católica canadiense Pierrette Daviau, profesora de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Sain-Paul de Ottawa fundada en 1848, las dos investigadoras reafirman que la mujer tiene un lugar protagónico en el plan de salvación de Dios.
“Descubrimos que había mucha ignorancia de los textos bíblicos, muchas personas que ya no los conocen, o que piensan que están completamente pasados de moda, que no se adaptan a los valores contemporáneos de la igualdad, de la equidad”, explicó Savoy. La idea es demostrar que no es así: “los valores feministas y la lectura de la Biblia no son incompatibles”.
Entrevistada por la Radio Televisión Suiza, Saboy explicó que sí, hay muchos pasajes de la Biblia en los que se “denigra” a las mujeres, pero también “muchos otros que dicen cosas diametralmente opuestas, que hablan de la liberación de la mujer”.
“La Biblia no es un texto monolítico. Está compuesto de numerosos libros, escritos en diferentes épocas y de diferentes géneros”. Exhorta a leer los textos “críticamente”, para evitar caer en contradicciones que van en contra de la dignidad de la mujer.
En la carta de Pedro, por ejemplo, se dice que las esposas deben estar sujetas a sus maridos, pero “esta exhortación dirigida a las mujeres va de la mano de otra: la dirigida a los maridos para que amen a sus esposas. Esta exhortación de Pedro debe ser vista como una fuerte postura en contraste con el clima patriarcal de la época”, explicó Savoy.
De la revelación cristiana al movimiento sufragista
La Biblia de las mujeres pasa por diferentes temas: el cuerpo, la seducción, la maternidad, la subordinación, y cierra dando la palabra a María, la madre de Jesús.
En 1985, un comité de mujeres relacionado con el Movimiento sufragista estadounidense puso por primera vez en discusión la interpretación tradicional de los textos sagrados, que consagraba la subordinación de la mujer al hombre.
Después de un siglo, The Woman’s Bible, reúne a mujeres consagradas protestantes y católicas que con sus investigaciones sobre las historias de Sara, Ruth, Abigail, Rebeca, Betsabé, entre otras, dan una contribución liberatoria del papel de la mujer en la Biblia: “un espaldarazo para llegar a una humanidad plena y compartida, objetivo de la Revelación cristiana”.
Mujeres intermediarias entre lo divino y lo humano
En la Antigüedad las mujeres han ocupado posiciones de primer orden en el proceso de comunicación con el divino. Por ende, con una “capacidad de mediación” importante entre lo humano y lo divino, argumentan Chen Bergo y Sovoy. Mujeres que gozan de un “prestigio” debido a la exactitud en su predicción y argumentos.
En el Antiguo Testamento, las mujeres “profetas” son menos en número que los hombres, pero no por eso, son menos importantes. Algunas de ellas reciben títulos como “profetisa”, “adivina”, “mujer de la sabiduría”, ninguna ejerce un papel específico de sacerdote, explican las estudiosas.
Las mujeres mantienen las relaciones y los lazos de pertenencia (alianzas, redes sociales). Algunas ejercen encargos oficiales como musicólogas o servidoras del templo. “En el Antiguo Testamento no aparece adecuado establecer una distinción entre esfera privada de clase doméstica reservada a las mujeres y una política, apegada a las hombres”.
Así, destacan, el papel de cinco mujeres que desarrollan un papel de intermediación divina, consideradas “profetisas”: María (Es 15,20), Débora (Gdc 4,4), Hulda (2Re 22, 14; Cr34, 22), Noadia (Ne 6,14) y una mujer sin nombre (Is 8, 3). Sobre las últimas dos el texto bíblico es muy conciso.
Por ejemplo, María, hermana de Moises y Aarón, es sin duda un personaje con una autoridad profética. Las expertas afirman que en Números 12, 5-8, esa autoridad es “incontestada”, dado que Dios explica su relación directa con Moises, distinta a la intermediaria que desarrolla la mujer, de la cual no se pone en duda su papel de profetisa.
”Después de esto yo derramaré mi espíritu sobre todos los hombres. Vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán, vuestros ancianos tendrán sueños, y vuestros jóvenes, visiones. Hasta en los esclavos y las esclavas derramaré mi espíritu aquellos días”.
En este texto de Joel se ilustra la posibilidad de transmitir el espíritu de la profecía a los miembros de la comunidad sin tener en consideración el sexo, la edad o la condición social, afirman las investigadoras.
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María Magdalena
En el Nuevo Testamento, las investigadoras, subrayan la figura de María Magdalena. “El personaje femenino más presente en los cuatro evangelios”.
Asimismo, “la presencia de María Magdalena es certificada durante la crucifixión, luego en el momento del descubrimiento del sepulcro vacío, mientras inicialmente los discípulos hombres resultaban ausentes”. Ellos tenían miedo. Cristo resucitado aparece a la ‘apóstola de los apostóles’ (definición de San Tomás), enviándola a dar la buena noticia (Mateo, 28, 9) y Juan (20,14-17), argumenta Savoy.
La teóloga sostiene que el mensaje que fundamenta el cristianismo es llevado a los discípulos por María Magdalena, enviada por Cristo resucitado. Así debería ser considerada ‘discípulo’, algo que, asegura, el apóstol Pablo no hace. Los hombres discípulos no creen en lo que dice María Magdalena.
Savoy pregunta si Pablo lo hizo adrede o no. Pablo habla de las apariciones de Jesús resucitado, (1 Por 15, 5-8) “sin citar aquella que se realiza ante la presencia de la mujer”, al contrario de lo que sucede en tres evangelios (Marco, Mateo y Juan): “O no conoce las tradiciones relacionadas a ella (María Magdalena) o las ignora voluntariamente”.
Por otra parte, en un pasaje del Evangelio según San Lucas, que habla de Marta y María, dos hermanas que reciben la visita de Jesús, está “escrito que Marta presta su ‘servicio’, y “siempre pensamos que servía comidas, pero la palabra griega diakonia también puede tener otros significados, por ejemplo para indicar que tal vez era diácono”, explicó Parmentier.
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