Son muchos los cuadros que representan el momento de "El reconocimiento de la Verdadera Cruz", como se catequizaba antiguamente, narrando la Leyenda Áurea sobre este hecho en la historia de la cristiandad.
Para empezar explicamos brevemente que es la Legenda Aurea (Leyenda Áurea): son las biografías hagiográficas compuestos en latino por el fraile dominico Jacopo da Varazze, obispo italiano de la ciudad de Génova.
El fraile recopiló estos escritos, también llamados Leyenda dorada, desde 1260 hasta su muerte en 1298. Recogió alrededor de 150 vidas de santos, escribió una treintena de capítulos dedicados a las principales fiestas litúrgicas, cristológicas y marianas, a las que se suman relatos relacionados con la Leyenda de la Verdadera Cruz.
Precisamente, muchos artistas como Piero della Francesca, Giotto, Masolino o Agnolo Gaddi, se inspiraron en la Leyenda Áurea para realizar sus pinturas.
Mirando el cuadro de Gaddi nos haremos una idea visual del relato de cómo santa Elena encontró y supo cuál era la Verdadera Cruz de Cristo.
El cuadro está como si estuviera divido en dos partes, mostrando dos episodios.
El primer episodio se ve en la parte derecha: nos muestra a santa Elena, fácilmente reconocible por la aureola, vestida de rojo; a su lado se encuentra san Macario, obispo de Jerusalén, que acompañó a la madre de Constantino en el Gólgota a la búsqueda de la Verdadera Cruz. Él justamente con su mano señala un pozo donde se encontraban tres cruces con la gran posibilidad de que una de ellas sea la de Nuestro Señor Jesucristo.
Es aquí donde se presentó el gran dilema ¿Cuál de todas era la verdadera cruz? Las tres cruces eran idénticas y santa Elena, por temor a venerar la cruz de un criminal, hizo que trajeran el cuerpo de un hombre recientemente fallecido al sitio de excavación, para que lo apoyaran en cada de las tres cruces.
Y es así que ocurrió un milagro, cuando el cadáver fue apoyado en la Cruz de Cristo, este resucitó a los ojos de la santa y de varios presentes, permitiendo identificar la Cruz Verdadera. Este es el segundo episodio que vemos en la parte izquierda de la obra.
Luego la santa hizo transportar la Verdadera Cruz a Roma, e hizo construir, en uno de sus palacios, una basílica exclusivamente para venerarla junto a otras reliquias de la Pasión, la que es hoy la Basílica de la Santa Cruz en Jerusalén.