La Casa de Árpad (en húngaro: Árpád-ház) es el nombre de una dinastía noble fundada por el Príncipe Árpad en el año 890.
Uno de sus descendientes, Esteban I, convertido al cristianismo, fundó el Reino de Hungría en el año 1000. Reinaron allí hasta su extinción con la muerte de Andrés III en el año 1301.
Durante la Edad Media esta dinastía fue conocida como la "familia de los reyes santos" y, en la época moderna, se le ha conocido como la Casa de Árpad.
Esta casa real ha dado a la Iglesia la mayor cantidad de santos y beatos.
Los Árpad, influencers de su época
Los tres reyes santos de Hungría fueron los monarcas más destacados de Europa central en su tiempo y su culto, después de fallecidos, se expandió enormemente influyendo a muchos países vecinos.
Los monarcas posteriores que pertenecían a otras dinastías y tenían pretensiones sobre Hungría, intentaron a toda costa obtener legitimidad trazando lazos familiares con la familia Árpad.
Reyes y santos con inspiradoras cualidades
En la fe de la casa Árpad se resumen algunas de las principales cualidades de reyes o príncipes cristianos medievales: su profunda templanza cristiana, la justicia y la rectitud en el gobierno, la valentía en la guerra, la protección del cristianismo, la caridad con los más necesitados, la pureza de alma y el profundo amor y devoción a Cristo.
Teniendo todo para ser los dueños y señores de su propia vida, dejaron el timón en las manos de Dios, y decidieron vivir con paso firme y seguro conducidos por su fe.
El culto de cada uno se desarrolló individualmente desde su inicio:
San Esteban
Es honrado como el primer rey de Hungría, fundador del Estado medieval húngaro y cristianizador de su gente. Esteban fue el primer miembro cristiano de la dinastía Árpad.
San Emerico
Es considerado un santo virgen, puro como pocos. Murió a los 24 años en un accidente de cacería. Era conocido por contentarse con pocas horas de sueño y en vez de descansar cantaba dos salmos cada noche pidiendo perdón por sus pecados y los del mundo. Emerico se propuso guardar castidad hasta la muerte. Si bien, por orden de su padre, tomó por esposa a una doncella de sangre real, ambos acordaron el día de la boda vivir como hermanos.
San Ladislao
Es recordado como un poderoso guerrero que defendió al mundo cristiano de los invasores paganos y, que al mismo tiempo, vive una espiritualidad profunda. Es ejemplo de caballero medieval ya desde finales del siglo XII.
Santa Kinga de Polonia
Fue desposada a los 15 años por Boleslao V el Casto, y así fue la gran duquesa de Polonia. Tras la muerte de su esposo, se retiró a un claustro como monja clarisa.
Santa Isabel de Hungría
Es un símbolo de caridad cristiana para toda la cristiandad. Quedó viuda siendo aún muy joven y dedicó su riqueza a los pobres. Construyó hospitales y allí atendió personalmente a los más enfermos y necesitados.
Santa Piroska de Hungría
Fue esposa del emperador bizantino Juan II Comneno. Se convirtió a la confesión ortodoxa y adoptó el nombre de Irene. La emperatriz consorte fundó en Constantinopla uno de los monasterios principales de Bizancio, el Cristo Pantokrator (hoy mezquita de Zeyrek), que contenía tres iglesias y un hospital de más de 50 camas (para la época una cifra enorme) que admitía enfermos de todas las clases sociales. Además, disponía de un albergue para desvalidos con raciones anuales de comida y vino.
Santa Margarita de Hungría
Se caracterizó por su profunda devoción. Gracias a su hija, sus padres, los reyes de Hungría, ordenaron la construcción de un fabuloso monasterio en el Danubio en honor a la Virgen María. Cuando Margarita cumplió 10 años fue llevada desde Veszprém (un monasterio dominico donde había sido criada) hasta este monasterio junto con 18 monjas. Ese día (como evento nunca visto) cien jóvenes nobles de todo el reino húngaro decidieron ordenarse como dominicas religiosas. En 1254 pudo haber renunciado a sus votos pues su familia quería desposarla con Otakar II de Bohemia, pero Margarita no aceptó. Vivió muy pobremente, distribuyendo a los pobres todo lo que le daba su hermano, el rey Esteban V de Hungría. En el monasterio escogía las tareas más humildes y penosas. Es muy venerada en Hungría y en todo el mundo.
Más allá de las coronas
No necesitamos pertenecer a una casa real para ser santos. Dios nos llama a cada uno desde lo que somos y cada uno ocupa un lugar único: