Luzón es un ejemplo de lucha en positivo contra la eutanasia: creó una fundación para promover la investigación y su testimonio era rotundoEl 17 de febrero falleció Francisco Luzón. Tenía 71 años y había sido uno de los grandes nombres de la banca española en los últimos treinta años: había pasado por Banco de Vizcaya, BBV, Argentaria, Banco Santander…
Después de prepararse una jubilación millonaria, se había apartado de los focos, hasta que el diario “El País” dio a conocer su situación en 2019.
Aquel hombre estaba en una silla de ruedas, inmóvil, no podía comer por sí solo ni hablar. Tenía Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA) y le quedaba poco tiempo de vida. Fue diagnosticado en 2014, cuando llevaba dos años casado en segundas nupcias con María José Arregui.
La periodista Luz Sánchez-Mellado lo entrevistó enviándole las preguntas y él respondió a su ritmo, activando las teclas de una tablet con sus ojos. Su testimonio, a todas luces cobra ahora un sentido más profundo, cuando él ha fallecido y en varios países se debate la cuestión de la eutanasia.
Luzón creía en Dios, en el amor y en la vida: «La vida es amor. No como, no hablo, no huelo, no me muevo, pero amo y sueño. Amaré la vida hasta el último segundo. Ahora mi vida es un pensamiento permanente. Pienso que la vida es hermosa porque me ha dado una mujer y unos hijos ejemplares. Pienso, más que nunca, que he sido afortunado…. Disfruto del disfrute de los míos. Sin ellos no viviría… Siempre quiero despertar mañana. Plantaría un árbol aunque el mundo se acabara mañana».
“La oportunidad de seguir siendo yo mismo”
Paco, como lo llamaban, afirmaba: “Creo en Dios. Me parece que el cosmos y la vida sin él no tienen sentido. Cada mañana agradezco a Dios el nuevo día…”
Cuando comenzó a sentirse enfermo, viajó por todo el mundo con su mujer para dar primero con un diagnóstico y luego con un tratamiento. Paco sabía que hoy por hoy no hay remedio para el ELA, pero creó una fundación -que de entrada dotó con un millón y medio de euros- para investigar la enfermedad y encontrar una solución médica.
La periodista le preguntó qué opinaba sobre las personas que con ELA decidían optar por la eutanasia: “Lo respeto profundamente”, afirmó, pero inmediatamente aportaba su visión: “El Estado debe garantizar la supervivencia a quien decida continuar. Es el reto de la Fundación. Que la supervivencia no dependa del poder adquisitivo”.
¿Se enfadó cuando le diagnosticaron la ELA? “No, no me enfadé con nadie -aseguraba-, pero me destrozó. Interioricé que tenía ELA pasado medio año y vi que podía ser una oportunidad de seguir siendo yo mismo”. La enfermedad, en su caso, fue un filtro entre sus amistades: “Solo conservo tres amigos de mi pasado -confesaba-. Pero he ganado muchos: enfermos, médicos, científicos, los patronos de la Fundación y otras personas que me agradecen lo que estoy haciendo”.
“La dignidad que merece la persona en el último tramo de su vida”
Francisco Luzón, el hombre que había tenido mucho poder en la banca española, inmóvil y enfermo, mostraba un rostro sonriente y tranquilo: “La esperanza –le decía a la periodista- es el sueño del hombre despierto. Sueño con que la ELA sea curable y, mientras, que los enfermos sean tratados con la dignidad que merece la persona en el tramo final de su vida. No soy un hombre desesperado”.
“El dinero es como el estiércol”
La periodista habló también del valor del dinero.
– ‘¿Para qué sirve el dinero cuando no sirve de nada?’. A lo que Paco Luzón le respondió:
– “No es cierto. Ahí está el caso de Amancio Ortega y el mío. He creado una fundación para ayudar a mis compañeros con ELA. El dinero es como el estiércol: de nada sirve si no se esparce”.
Hubo un último mensaje en la entrevista, cuando le piden que dé un consejo a alguien diagnosticado de ELA. paco respondió: “Vive cada minuto como si fuera el primero de tu vida”.
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