“Vaya al Santísimo y pregúntele quién es usted para Él”, ordenó la madre maestra a las novicias postulantes a hermanas salesianas.
Sor María Romero Meneses obedeció en el acto y fue a postrarse a los pies de Jesús, prisionero de amor en el sagrario. Hizo la pregunta: “Señor, ¿quién soy yo para ti?”.
Y sor María escuchó una voz fuerte, clara, salida del sagrario, una una voz que respondía:
Tú eres la predilecta de mi Madre y la consentida de mi Padre
Mi mamá fue una de las primeras misioneritas de Sor María en Costa Rica. La acompañó en muchas de sus obras, siendo estudiante y vio surgir la “CASA DE MARÍA AUXILIADORA”.
Se cuenta que sor María previó el terremoto que asolaría Nicaragua, pidió que se alertara a los nicaragüenses a través de la prensa, radio y televisión.
Parece que sor María no fue escuchada. El mensaje nunca llegó. Quien debía llevarlo no se atrevió a compartirlo.
El 23 de diciembre de 1972 un terremoto de 6.2 grados en la escala de Richter estremeció Nicaragua y dejó Managua en ruinas. Hubo 20.000 muertos y 280.000 damnificados. Fue una tragedia humana.
Cada vez que viajábamos de niños a Costa Rica, mi mamá visitaba a sor María. La acompañé en una de esas ocasiones.
Tengo un recuerdo muy fuerte, una impresión que guardo como un perfume agradable en mi alma.
Siempre nos habló de sor María y los milagros extraordinarios que obtenía de Jesús pidiéndoselos a su Reina, María Auxiliadora, que nunca le negó nada de lo que le pidió.
Son historias extraordinarias y te las compartiré en diferentes escritos.
Te van a impresionar porque son fuertes y nos demuestran que podemos acudir como hijos espirituales de la Virgen a pedir sus favores, ella intercederá por nosotros ante su Hijo Jesús.
No temas acudir a la Virgen María en tus necesidades. Aseguraba don Bosco:
Hace unos años visité la Casa de María Auxiliadora y me permitieron entrar al Museo de Sor María, que se encontraba cerrado a esa hora. Hice esta grabación para ti. Perdona mi emoción.
Te dejo con esta bella oración que compuso sor María Romero para rezar en momentos de tristeza, dificultad, o grandes tentaciones.
“Pon tu mano Madre mía,
ponla antes que la mía.
Líbranos del demonio y de todo mal.
María Auxiliadora, triunfe tu poder y tu misericordia.
Y cúbrenos con tu santo manto.
Oh María, concebida sin pecado,
rogad por nosotros que recurrimos a vos”.
Escríbeme y cuéntame tus experiencias con nuestra Madre del cielo. Te dejo mi correo electrónico.
¡Dios te bendiga!