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Con una estructura similar a los lúcidos documentales Fátima, el último misterio y Corazón Ardiente, este nuevo drama dirigido por Andrés Garrigó y producido por Goya Producciones, entrelaza testimonios de conversos en Tierra Santa. Y lo hace con una trama de ficción – dirigida por Pablo Moreno y escrita con acierto por Andrés Garrigó, Pedro Delgado y Benjamín Lorenzo– en torno a los apuros de una madre de familia, que pugna con la hostilidad de sus hijos en sus planes de peregrinar a la tumba de Jesús.
Ofrecemos un clip en exclusiva de ‘Tierra Santa. El último peregrino’
El filme se centra en la historia de una familia en crisis de valores y de fe. Es una familia acomodada que se ha dejado llevar por el tono mundano e indiferente que la rodea.
Carmen (Susi Lillo) considera que su matrimonio está estancado: su marido (Carlos Cañas) no cuenta con ella y sus hijos no la comprenden, en especial Pedro (Alex Larumbe). Y cuando les propone ir de viaje a Tierra Santa se desata la tormenta y afloran sentimientos encontrados.
Funciona el contraste histórico-documental del relato con la trama de ficción y así consigue que el tema de fondo no se quede sólo en una muestra de testimonios al uso.
Además ello facilita que nuestros protagonistas conozcan nuevos lugares, culturas y formas de examinar la realidad. En esencia, la familia de marras no es muy diferente a cualquiera de las nuestras en lo fundamental.
Y, en ese sentido, resulta del todo convincente, sobre todo por en aquellos momentos en los que aflora ese sentimiento de vacío de quien, precisamente, parece tenerlo todo. Por eso su viaje resulta tan letal, letal en el sentido de aprender a donarse al otro, a respirar por la piel de alguien a quien en el pasado jamás te habrías fijado.
Por su lado, la selección de testimonios reales no comparten un único ideario cristiano, lo cual hace más rico al filme, al margen de todo lo que está aportando a esta familia este cambio de agujas.
Es el caso de una policía nacional, o el de una ingeniera que deja su empresa para atender en Belén a niños con discapacidades. O el de un estudiante de la Universidad Hebrea de Jerusalén que decide hacerse franciscano.
Especialmente emotiva es la trayectoria turbulenta de un maquillador protestante, que en Cafarnaúm se siente llamado por Dios a la Iglesia Católica.
En ello va implícito el reclamo turístico, parte fundamental del relato, así como la exhibición dolorosa de la situación de los cristianos de Israel. No en vano, ‘Tierra Santa. El último peregrino’ incide en el regreso del turismo, tan vapuleado por la crisis de la COVID 19, si bien es cierto que la fuerza de la historia siempre se centra en el poder transformador de la fe y en el cultivo progresivo del espíritu.
Es decir, que el objetivo de la aventura es reivindicar la importancia de la peregrinación, no sólo como algo valioso a título individual, sino imprescindible para la supervivencia de los cristianos en Tierra Santa.
Nos hallamos, pues, ante una película que, sin ser moralizante, pone en entredicho aspectos fundamentales sobre nuestra actitud ante la vida, siempre y cuando la persona esté dispuesta a realizar el cambio.
Y eso pasa por aceptar que la felicidad no depende del prójimo sino de mí mismo, de cómo puedo ir construyéndome mejor como persona, y de que vivir con mucho menos puede ser suficiente.
Muy buena propuesta, en forma y fondo, y bien engrasada en su fusión documental con la trama de ficción, Tierra Santa. El último peregrino es un gran trabajo, optimista y valiente, que a nadie dejará indiferente.