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Tras la masacre más sangrienta que se ha producido desde el inicio de la violencia islamista en Burkina Faso, se ha desatado —entre las diferentes religiones— el temor a que se produzcan nuevos atentados en este país de África Occidental. Así lo subrayó Mons. Laurent Dabiré, el obispo católico de Dori, en una conversación mantenida con la Fundación pontificia ACN Internacional.
El obispo dijo literalmente: «La gente se ha quedado sin palabras. Sobre todo los habitantes de la zona afectada del Sahel se preguntan: ¿quién será el próximo objetivo? Los católicos no tienen una reacción diferente a la del resto del país. Tampoco han sido el objetivo directo; la masacre no diferenció por etnia, género o religión», dijo el obispo.
En la noche del 4 al 5 de junio, más de 100 personas fueron asesinadas en un atentado terrorista perpetrado por presuntos grupos islamistas en la población de Solhan, al este del país. Según el obispo, el número real de víctimas aún no está claro; dependiendo d los medios de comunicación, oscila entre 100 y 170 víctimas. «Entre ellos hay cuatro cristianos», dijo el obispo.
Según Mons. Dabiré, en el lugar del ataque de Solhan hay una comunidad cristiana muy viva. Sin embargo, ya antes del ataque, muchos cristianos habían huido debido a que la situación de seguridad era cada vez más inestable, dijo. «El miedo se apodera de los cristianos como de todas las demás personas afectadas por el terror en Burkina. Sin embargo, como cristianos, tienen una razón adicional para temer si se impusiera el Islam. Podrían perder su libertad religiosa, incluso su vida», explica el obispo.
Todavía no está claro quiénes fueron los autores del ataque, añadió el obispo. «No se sabe exactamente quién atacó y por qué. Pero la hipótesis más verosímil es que hayan sido los grupos armados que asolan el país desde 2015. Es otra de sus tropelías. De este modo quieren demostrar que son fuertes y que se hable de ellos». Sobre todo el norte y el este de Burkina Faso llevan varios años sufriendo ataques de los terroristas islamistas. «Burkina se está convirtiendo en un objetivo. Somos vecinos de Malí y Níger, donde hay problemas similares. Los ataques siguen la lógica de la conquista».
No obstante, según Mons. Dabiré, en Burkina no hay un problema entre cristianos y musulmanes u otras religiones. «El país está siendo atacado por diferentes grupos que utilizan el Islam como medio de propaganda o movilización. El Islam de los grupos armados no es el Islam de nuestros hermanos. Los propios musulmanes de Burkina Faso están en el objetivo de los ataques», dijo.
Por lo tanto, el diálogo interreligioso entre cristianos y musulmanes debe continuar e incluso intensificarse. «Tenemos que confiar en que el diálogo de las religiones pueda contribuir a resolver los problemas del país. Pienso especialmente en la cuestión de los refugiados». Debido al terror islamista, hay un número creciente de refugiados internos. «Especialmente en los dos últimos meses, el número ha aumentado debido a la reanudación de los ataques, con muchas víctimas», expone el obispo.
Burkina Faso está siendo asolada por grupos terroristas islamistas desde 2015. Según el informe sobre libertad religiosa de ACN, se ha convertido en una de las principales áreas de operación del yihadismo militante en África. Como consecuencia de ello, el número de desplazados internos asciende ya a cerca de un millón. En torno al 55%, la mayoría de los habitantes del país pertenecen al Islam; alrededor del 24% profesa el cristianismo. El resto pertenece a religiones tradicionales.
ACN apoya a la Iglesia católica en Burkina Faso para ayudar a las personas afectadas por la violencia islamista a encontrar un camino de vuelta a la vida. En particular, apoya especialmente proyectos para la curación de traumas.