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Un sacerdote católico acompañó a la princesa Diana al amanecer de su muerte, según un relato publicado por el periódico británico Daily Mail.
El p. Yves-Marie Clochard-Bossuet vivía cerca del hospital Pitié-Salpêtrière en París y se había ofrecido como capellán voluntario de guardia los fines de semana.
El 31 de agosto de 1997, alrededor de las 2 am, sonó su teléfono: el administrador del hospital le pidió el contacto de un pastor anglicano. Después de responder que no, el p. Yves se despidió y colgó, pero tres minutos después volvió a sonar el teléfono:
– ¿Podrías venir en lugar del sacerdote anglicano?
– ¿Sí, pero por qué?
– No te puedo decir.
– Es extraño que no me puedas decir por qué. Siendo las dos de la mañana, debes estar bromeando.
Cuando el administrador le explicó quién era, el cura "estaba seguro" de que solo podía ser una broma de mal gusto: querían su presencia porque la princesa Diana había sufrido un grave accidente. El sacerdote simplemente colgó el teléfono.
Pero el administrador volvió a llamar angustiado, reiteró que estaba diciendo la verdad y agregó que el embajador del Reino Unido lo estaba esperando con urgencia, porque la situación era realmente muy.
Entonces, el p. Yves se convenció de que estaba pasando algo realmente grave, y rápidamente fue al hospital, donde la intensa agitación le confirmó que esta no era una noche cualquiera.
A las 3:30 am el sacerdote fue llevado al quirófano. El embajador británico lo saludó y le pidió que rezara y esperara pacientemente.
Casi una hora después, a las 4:20 am, una enfermera lo llevó a otro piso, donde estaba nuevamente el embajador británico, ahora acompañado por el ministro del Interior francés, Jean-Pierre Chevenement.
Después de unos minutos, el p. Yves fue conducido a la habitación donde yacía el cuerpo sin vida de Lady Di. Se le pidió que permaneciera a su lado en oración hasta que llegara un pastor anglicano.
Eran las 4:41 de la mañana. El sacerdote católico permanecería allí durante las siguientes diez horas.
Al Daily Mail, el P. Yves admitió que, hasta el momento, su opinión sobre la princesa no era la mejor, dados los numerosos escándalos de la realeza británica, especialmente en cuanto a fidelidad matrimonial.
Sin embargo, frente a su cuerpo sin vida, esa animosidad se disipó. El cura dice que pensó en los hijos pequeños de la princesa, que ni siquiera sabían lo que había pasado. Y siguió rezando y confiando su alma a la misericordia del Padre Eterno.
Su experiencia, según él, fue muy intensa. Después de un tiempo, pidió permiso a sus superiores para ir a un retiro de oración en Medjugorje; pero antes de irse, decidió escribir una carta a la madre de la princesa, Frances Shand Kydd.
El sacerdote lo cuenta:
El sacerdote pensó que la carta sería solo una de las muchas que no recibirían respuesta. Sin embargo…
De hecho, la Sra. Frances Shand Kydd le confesó que nadie más se había comunicado con ella, y que estaba feliz de saber que un sacerdote católico había estado al lado de su hija en el momento de su despedida de este mundo.
La madre de la princesa también hizo una petición al sacerdote: celebrar una misa privada en el hospital donde había muerto Lady Di.
La Sra. Frances viajó a París para esta Misa, unas tres semanas después:
El sacerdote llevaba a propósito un impermeable que ocultaba su clergyman para evitar la atención de los reporteros, dado el intenso seguimiento al que los medios de comunicación sometieron a los familiares de Lady Di durante esas semanas de conmoción internacional.
Al día siguiente, con la presencia de la Sra. Frances Shand Kydd, el P. Yves-Marie Clochard-Bossuet celebró la Santa Misa por el alma de la princesa Diana en el hospital parisino.