En el matrimonio “dos se convierten en uno” y eso no excluye el mundo de las finanzas. Sin embargo, en una sociedad que tiene una visión individualista de las cosas es muy fácil que se piense en llevar todo por separado, incluyendo las cuentas.
Con frecuencia la falta de entendimiento sobre el dinero y una adecuada administración compartida son motivos de conflictos matrimoniales y familiares. Siguiendo algunos principios financieros, podemos en pareja ayudarnos a vivir mejor haciendo un buen uso de nuestros recursos con amor y sabiduría.
11. Hacer coincidir lo que cada uno valora.
Dos personas que marchan por separado pueden en el largo plazo terminar separadas y es más saludable no solo tener un fondo conjunto, sino también trazarse los mismos objetivos partiendo desde una visión ordenada sobre el dinero. Esto nos lleva a tratarlo como un recurso y no un fin en sí mismo para ubicarlo allí dónde están nuestros valores.
Para eso, puede ser útil responderse: ¿Cómo entienden el dinero y qué significa para cada uno? ¿Lo asocian a seguridad, status, confort, libertad, control, aceptación, felicidad? ¿Qué tipo de valores se reflejan en las cosas que compran? ¿Son conscientes de que compartir nuestros recursos financieros es una obligación para construir una cultura de amor?
El consumismo, el deseo de adquirir, puede ser perjudicial para la vida familiar y sin darse cuenta muchas parejas prefieren los bienes materiales al bienestar de su matrimonio e hijos. Observen los beneficios de poner su dinero no en cosas temporales, sino en las eternas según dice la Palabra: "Honra al Señor con tus bienes y con las primicias de todas tus ganancias" (Proverbios 3: 9)
22. Elaborar un plan presupuestario.
Pónganse como meta elaborar un plan juntos. Un presupuesto es un método que se utiliza para realizar un seguimiento del dinero ganado y gastado; un sistema simple y flexible que nos permite vivir dentro de nuestras posibilidades. Nos ayuda a aprovechar al máximo el dinero y al mismo tiempo a tomar medidas bien pensadas para alcanzar las metas que son importantes para nosotros como familia.
El dinero debe dirigirse a donde sea más beneficioso para la pareja y en ese sentido contar con un presupuesto facilita planificar mejor los contratiempos y aprovechar la buena fortuna cuando se presenta. Podrán tomar decisiones financieras acertadas, ya que el sentido común nos puede ayudar a consumir sabiamente, pero también depende de la experiencia y la previsión. Un presupuesto ayudará a tener más clara esa previsión.
Además, podrán tener una mayor oportunidad de alcanzar metas, sean a corto o largo plazo. Y es saludable que las metas se alcancen, aunque sea por el único motivo de levantar la moral. Los presupuestos también ayudan a evitar algunos de los argumentos que provienen de la indecisión financiera y la falta de una dirección clara. Si los dos planean cómo se gastará su dinero, entonces la tendencia a discutir sobre el dinero debería reducirse.
3Prepararse para la crisis financiera.
Puede considerarse demasiado, pero en una economía tan cambiante es saludable estar preparados para las crisis. Hagan cuanto puedan para cultivar una cultura de ahorro en su matrimonio. Tengan siempre una reserva de efectivo y ahorren dentro de las posibilidades algo de sus ingresos. Las personas que ahorran y tienen dinero en el banco tienen menos estrés y se sienten mejor consigo mismas.
Otra manera de cuidar el dinero es no creando deudas por situaciones que son innecesarias. Es fácil caer en la industria de la publicidad, la cual gasta miles de millones de dólares al año para que la gente compre cosas que no necesita con dinero que no tiene. Esto puede llevar años hasta cancelar deudas generadas con tarjetas de crédito. Si reconocen que es muy difícil para ustedes no dejarse influenciar, eviten las tarjetas para no caer en gastos inútiles.
Sabiendo que el dinero es volátil y las cosas pueden llegar o irse rápidamente, rezar por las finanzas del hogar especialmente durante los momentos de crisis o cuando aparecen problemas, es algo bueno. Da mucha paz poner en manos de Dios aquellos recursos que nos fueron dados y pedirle que su Providencia nos acompañe en los proyectos familiares.
4Comprender cómo funciona la economía.
No necesitamos tener estudios avanzados o ser economistas, pero sí tener información general y un entendimiento básico sobre el contexto en el cual nos movemos. Esto nos permite hacer mejor nuestra planificación familiar.
Es saludable buscar comprender los impuestos y cómo estos afectan el crecimiento de nuestra inversión, así como también entender la inflación que es un impuesto silencioso al que solemos prestar muy poca atención. El costo hoy de un año de universidad trasladado a 20 años con una inflación anual del 3% - ya con un hijo en la escuela -puede ser casi el doble durante el primer año.
También es útil consultar con un planificador financiero, un familiar o amigo en el que puedan confiar. Todas las empresas tienen un director financiero que contratan para que les ayude con sus decisiones financieras. Ustedes al ser los directores ejecutivos de su familia deben tener en su equipo un asesor que los ayude a tomar decisiones sobre facturas, hipotecas y la planificación de su jubilación.
5Tener en cuenta una planificación avanzada según prioridades.
La mayoría de las parejas, sobre todo con el nacimiento de un hijo, sienten el deseo de que alguno de los dos deje su trabajo -al menos por algún tiempo- para conectarse más con la vida del hogar y los hijos, pero esto se llega a considerar un verdadero lujo. La verdad es que lo que se requiere es de una planificación avanzada para hacer que funcione.
Traten de vivir con un solo ingreso, no gastar más que esa cifra y poner otros ingresos en ahorros. Esto es bueno hacerlo al comienzo del matrimonio. Si esperan hasta más tarde, puede que queden encerrados en compromisos económicos con un alquiler o hipoteca, pagos del coche y otros préstamos de los que será muy difícil desprenderse.
Y si están convencidos de que es imposible vivir con un solo salario, averigüen cómo gastan su dinero y respondan algunas preguntas: ¿Vale la pena económicamente tener dos ingresos? ¿El segundo ingreso se gasta principalmente en extras? ¿Vale un segundo sueldo la carga física y emocional de la familia? ¿Cuáles son nuestras necesidades? ¿Qué cosas nos gustaría tener pero no necesitamos?¿Cuáles son las donaciones caritativas que hacemos?
6Comunicarse y definir los roles como equipo.
Mantener una buena comunicación sobre las compras y las metas financieras que se han trazado es fundamental. Cada año, hombres y mujeres asisten a seminarios y conferencias para sus negocios. Parte de la responsabilidad como matrimonio es hacer crecer y nutrir esa relación y hacer todo lo que puedan para aprender a comunicarse mejor.
Cuando una pareja sabe comunicarse, es capaz de tratar todo tipo de temas incluyendo los relacionados al dinero que muchas veces pueden tocar una parte sensible generando culpas, frustraciones, críticas y roces por sacrificios hechos con largas horas de trabajo, errores cometidos o malentendidos debido a la gran presión externa que nos llega de afuera.
Será muy importante tener la confianza y la habilidad de comunicarse para ponerse de acuerdo aceptando los puntos débiles y fuertes de cada uno y definir los roles según sus dones y lo que sepan hacer mejor: ¿Quién pagará las facturas? ¿Quién suele estar pendiente de las ofertas? ¿Quién se siente cómodo llevando registros por escrito? ¿Alguno tiene facilidad para temas bancarios? ¿Se identifican más como ahorradores o gastadores?
7Ser generosos en la administración de los bienes que Dios nos ha confiado.
El mejor antídoto contra el materialismo es la generosidad. Al dar no solo se puede hacer un bien a alguien que lo necesita, sino que es un acto que tiene un impacto directo y profundo en uno mismo. Como familia, el ejercicio de dar nos permite ser capaces de recibir mejor las cosas y comprender que todo lo que tenemos al final no nos pertenece.
Dios es el dueño de todo y nosotros somos administradores del dinero y de los bienes que nos han sido confiados. Tenemos una responsabilidad y al dar generosamente, el dinero se puede transformar en un verdadero instrumento para el bien. "La décima parte de lo que produce la tierra –tanto los campos sembrados como los árboles frutales– pertenece al Señor: es una cosa consagrada al Señor" (Lev. 27:30)
Cada día nos rodean importantes oportunidades para dar y compartir con los demás. No fuimos diseñados para ser criaturas egoístas, sino para buscar y descubrir la felicidad al amar y cuidar a los demás. Al dar recursos a otros reconocemos que nosotros tenemos menos y con menos, descubrimos que podemos ser más felices.