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Comienza un nuevo curso y las familias nos organizamos para que los horarios de pequeños y mayores cuadren, y así poder compatibilizar el tiempo de estudio y trabajo con el tiempo en familia.
Dentro de las actividades de los pequeños de la casa quizás este curso “toque” que alguno empiece la catequesis de preparación de la Primera Comunión.
Un tiempo, más o menos largo según la diócesis, en el que los niños reciben la formación necesaria y adecuada a su edad para acercarse por primera vez a la Eucaristía.
En ese caso, como padres que vivimos una fe coherente y comprometida, deberíamos transmitir a nuestro hijo una serie de ideas:
En definitiva, los padres somos los responsables primeros de la transmisión de la fe a nuestros hijos. Nuestra familia es nuestra iglesia doméstica. Y la parroquia, la nuestra en particular, pero la Iglesia en general, puede y debe ayudar a las familias a catequizar a sus hijos.
Quizá sea este el nuevo reto al que se enfrentan las parroquias en este momento: otorgar valor y dar un papel a las familias en la misión evangelizadora.
Y para ello es posible que las parroquias deban cambiar el formato de la catequesis, para ayudar a los padres a ser los primeros catequistas de sus hijos. Para conseguirlo nada mejor y más adecuado que comenzar una catequesis familiar.