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El Papa Francisco impulsa el Sínodo, el "caminar juntos" de una Iglesia que pone a mujeres y a hombres de nuestro tiempo, incluidos pastores, y, al mismo Sucesor de Pedro, a ‘escuchar’ al Espíritu Santo.
De hecho, el Sínodo que se abrirá el próximo mes de octubre y se extenderá hasta 2023 lleva como titulo: Por una Iglesia Sinodal: Comunión, participación y misión.
El Papa remarca que la escucha es primordial para la sinodalidad: "Tener oídos, escuchar, es el primer compromiso. Se trata de escuchar la voz de Dios, de captar su presencia, de interceptar su paso y su soplo de vida" (18.09.2021).
La sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio. ‘Caminar juntos’, laicos, pastores y obispo de Roma. El Papa indica que es un concepto fácil de expresar a palabras pero no es fácil de poner en práctica (Papa Francisco, 17.10.2015).
Y el principio sinodal de ser ‘pueblo de Dios’ es escuchar lo que dicta el Paráclito. El Papa quiere que los pastores se escuchen entre sí, y no solo: escucharse entre hermanos cristianos, escuchar a los alejados, escuchar a los más débiles y escuchar a los desheredados.
Es un invito a los 5000 obispos del mundo a pensar menos en sí mismos y, también es un llamado a la responsabilidad de todos los bautizados a trabajar en equipo junto a sus pastores.
"El cristianismo debe ser siempre humano y humanizador, conciliando las diferencias y las distancias y transformándolas en familiaridad, en proximidad. Uno de los males de la Iglesia, o más bien una perversión, es este clericalismo que separa al sacerdote y al obispo del pueblo", papa Francisco (18.09.2021).
En efecto, la sinodalidad - explicada por el cardenal Mario Grech - nos remite a la esencia misma de la Iglesia, a su realidad constitutiva, y está orientada a la evangelización.
Es una forma de ser eclesial y una profecía para el mundo de hoy. "Como el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, aunque son muchos, forman un solo cuerpo, así es también el de Cristo" (1 Cor 12,12).
Es lo que San Agustín llama el Cristo total (cf. Sermón 341), cabeza y miembros en unidad indivisible e inseparable. Sólo desde la unidad en Cristo Cabeza cobra sentido la pluralidad entre los miembros del cuerpo, que enriquece a la Iglesia, superando cualquier tentación de uniformidad.
A partir de esta unidad en la pluralidad, con la fuerza del Espíritu, la Iglesia está llamada a abrir caminos y, al mismo tiempo, a ponerse en marcha”, ha explicado el cardenal Grech, Secretario General (21.05.2021).
En efecto, el logo del evento es significativo para comprender de qué se trata la sinodalidad. Está realizado por la artista Isabelle de Senilhes.
Pues, retrata un gran árbol majestuoso, lleno de sabiduría y de luz. En alto un sol resplandeciente, símbolo de la Eucaristía.
Abajo vemos a un pueblo que camina junto, no se detiene, reflejo de la etimología de la palabra sínodo. 15 figuras resumen la humanidad y su diversidad de vida, generación y origen.
No hay jerarquía o distancias entre estas personas, caminan en la horizontalidad del mismo plano (de Dios): jóvenes, viejos, hombres, mujeres, adolescentes, niños, laicos, religiosos, padres, esposos, single, sanos, discapacitados; el obispo y la religiosa no están delante a ellos, sino entre ellos.
Y un dato por resaltar: Muchos del pueblo, los niños y los adolescentes abren el camino, esto en referencia a las palabras de Jesús en el Evangelio: “Yo te alabo, Padre, Señor del Cielo y de la tierra, porque has mantenido ocultas estas cosas a los sabios y entendidos y las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, pues así fue de tu agrado” (Mt 11,25).
En otras palabras, el punto clave no es el pontificado, o la iglesia como estructura institucional, sino Jesucristo que ama a su pueblo y apacienta la esperanza.
Desde hace 55 años (Concilio Vaticano II), esta Asamblea se ha propuesto tener raíces en las primeras comunidades cristianas y, al mismo tiempo, caminar juntos para no dejar a nadie en el camino, ni detener el camino o pararse al margen del sendero para añorar tiempos mejores o las ‘cebollas de Egipto’, parafraseando al Papa; más bien se trata de enfrentar los problemas, los sueños y las ilusiones, encarnadas en la vida de cada miembro del cuerpo de la Iglesia. Custodiar el fuego y no las cenizas, explicó el Papa a los fieles de su diócesis, Roma, recientemente (18.09.2021).
El Sínodo es una experiencia. Descubrir vivencias personales y observar buenas practicas, escuchar testimonios, dar luz a otros puntos de vista para escapar de la autoreferencialidad y el clericalismo, el cinismo de decir: ‘siempre se ha hecho así’; es sanar de la llaga de la hipocresía que carcome la fe de los más pequeños.
Puesto que una Iglesia que está plegada en sí misma para mirar su propio ombligo, como dijo el Papa al clero en Eslovaquia, es un sepulcro blanqueado, anquilosada y distante de la realidad profética a la que está llamada.
La propuesta es de una sinodalidad que tenga también el rostro del pueblo, porque el problema es prescindir de una parte del cuerpo de la Iglesia y así la esposa de Cristo pareciera mutilada, pálida y desolada.
El sínodo es proseguir en el camino de una Iglesia inspirada en el ejemplo de los doce discípulos de Jesús. Una iglesia siempre en salida, misionera y fraterna. Un hospital de campaña y no un parlamento.
Los discípulos de Jesús fueron servidores del plan de Dios, dado que pisaban el polvo de las calles para ir a encontrar al pueblo: “porque el más pequeño de ustedes, ese es el más grande” (Lucas 9, 46-50!)”. Escuchar al más pequeño para que los discípulos sean grandes.
En este sentido, el Papa ha impulsado la participación de los laicos en reuniones pre-sinodales, más allá del aula de los obispos en el Vaticano, a través de varios mecanismos: fases previas a las Asambleas en Roma o en los obispados y las iglesias locales.
Por ejemplo, se ha implementado el envío de cuestionarios a las parroquias, la posibilidad de recibir respuestas vía online, recoger la voz de expertos en varios ámbitos. Además de momentos de reflexión y encuentro comunitario en cada parroquia, iglesia local, etc, acompañados de momentos de oración y de celebración (Eucaristía).
El objetivo es también crear un ambiente en el Aula del Sínodo y fuera, propicio al diálogo, porque las Iglesias locales también deberán activarse para ello con sesiones ‘modelo’ a lo que sucederá en Roma. En los Sínodos celebrados en el Vaticano, el Papa ha querido más tiempo para el débate, y la reflexión.
Parresía: es una palabra clave lanzada por el Papa. Él ha pedido que se hable con valentía y escuchar con humildad a los demás. Esto para ayudar y profundizar cada tema tratado aplicado a la sinodalidad. Incluso se han escuchado las voces de protestantes, las iglesias orientales o profesionales laicos.
Cada fase es importante: la apertura del Sínodo en Roma (octubre 2021), luego la fase en las Iglesias y realidades eclesiales (octubre 2021-abril 2022), a continuación con una fase continental (sept. 2022- marzo 2023) y por ultimo una fase de la Iglesia universal (octubre 2023).
“El objetivo es la consultación del pueblo de Dios, para que el proceso sinodal se realice en la escucha de la totalidad de los bautizados, sujetos del sensus fides infalible in credendo”, explicó lanzando el Sínodo, el cardenal Mario Grech, Secretario General del Sinodo de los Obispos (07.09.2021).
En varias ocasiones, el Papa Francisco ha compartido su visión sobre cómo se expresa concretamente la práctica de la sinodalidad.
Las palabras clave del Sínodo