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No son pocos los haitianos y de otras múltiples nacionalidades de migrantes que han decidido cambiar “el sueño americano” por algo un poco más tangible: “el sueño mexicano”.
Pero esa posibilidad de echar raíces en México se está convirtiendo, se convirtió ya, en una pesadilla, en un infierno. El gobierno mexicano ha continuado de manera sistemática, la militarización y la represión a los migrantes, sobre todo en la frontera sur, limítrofe con Guatemala.
El reciente Encuentro Nacional de Coordinadores de Pastoral de la Movilidad Humana y de directores de Casas del Migrante de México dirigió un mensaje contundente al gobierno que encabeza Andrés Manuel López Obrador: la violación a los derechos humanos va en aumento y es un hecho alarmante.
Migrantes en tránsito, víctimas de desplazamiento forzado interno, personas que solicitan refugio, retornados desde los Estados Unidos, se han visto violentados por la política de contención aplicada por el gobierno mexicano.
Una política alejada de la visión humanitaria y de atención integral a los migrantes que ha derivado en secuestros, desapariciones forzadas, homicidios, detenciones ilegales, trabajos forzados para los grupos de delincuentes, hacinamiento en los refugios temporales y un sinfín de atrocidades en su contra.
Para los responsables de la pastoral y de las casas de migrantes en México, el gobierno de este país “ha evadido su responsabilidad de proteger y garantizar el ejercicio de los derechos humanos de las personas en situación de vulnerabilidad, como lo son las personas migrantes”.
En pocas palabras, dice el comunicado final del Encuentro, la administración federal ha evadido su responsabilidad, dejando a las casas de los migrantes de la Iglesia católica y de otras iglesias, así como a la sociedad, el peso de atenderlos.
Además, “ha sido omiso en cumplir con el mandato de promover y defender los derechos humanos de todas las personas, sin importar su nacionalidad, credo religioso, o situación migratoria”, establecido en la Constitución mexicana.
Han sido numerosos los llamados de la Iglesia, la sociedad, organizaciones no gubernamentales del país y del extranjero para que el gobierno mexicano cese la militarización y la represión a los migrantes.
Voces que, lejos de ser escuchadas, han sido minimizadas. Por ello, en el comunicado se insiste “en establecer otras alternativas a la detención y a la regularización migratoria, para encontrar caminos más humanos y sin violencia a través del cual puedan transitar las personas migrantes”.
Desde luego, afirmaron en el comunicado, “existen caminos más fraternos para la movilidad humana en general” siendo el principal camino la cooperación de la Iglesia con el gobierno siempre en beneficio de las personas migrantes.
Recordando las masacres de migrantes que han sucedido en México, sobre todo en el Estado de Tamaulipas, el comunicado propone tres “no” al presente y al futuro de la migración en México:
En contraste con los tres “no” de la Iglesia católica al gobierno mexicano, se proponen otros tres “sí” que podrían modificar el destino de miles de haitianos, hondureños, guatemaltecos, salvadoreños, cubanos… viven en el país:
“Queremos una nación fraterna, en donde todas y todos podamos vivir sin miedo; alegres de que en esta tierra peregrina nos recibe el amor, la esperanza y la caridad”.
Mantener el espíritu de hospitalidad, de acogida y de hermandad para que todos juntos, pastores y pueblo de Dios sepamos acoger, proteger, promover e integrar a los migrantes.
Construir “un nosotros cada vez mas grande, donde no haya divisiones ni discriminación de nadie, sino que al contrario sepamos enriquecernos con la diversidad de hermanos y hermanas, hijos de un mismo Padre”.