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El domingo 21 de noviembre, Chile vivió un nuevo proceso eleccionario, que dejó con la primera, aunque estrechísima mayoría, al candidato de derecha José Antonio Kast y al representante de la izquierda Gabriel Boric. Ambos disputarán un polarizado balotaje por la presidencia del país el próximo 19 de diciembre.
Si bien se preveía una segunda vuelta para definir quien tomará las riendas del país, el escenario político social sigue convulsionado. Es que se está a la espera de que las demandas sobre los temas urgentes sean escuchadas y consideradas realmente.
Ya en octubre pasado, el Comité Permanente del Episcopado chileno había emitido una declaración manifestando:
“Nos preocupa el actual clima de beligerancia y polarización en la vida política, especialmente en la campaña presidencial. Lo que debiera ser una oportunidad para confrontar ideas, proyectos y programas sobre el presente y el futuro de la patria…”.
Sobre el momento actual y los desafíos que se presentan para el futuro mandatario chileno, el obispo Chomali fue consultado por Aleteia y ha señalado:
“El primer desafío y el más importante es generar un proyecto que convoque a todos los habitantes del país, esto para permitir un camino de prosperidad y paz”.
Avanzar en las deudas pendientes
En cuanto a los grandes temas que deben estar presentes como prioritarios en los programas presidenciales, el vicepresidente de la CECh indicó:
“Sin duda que la enorme desigualdad que persiste en el país, procurar trabajos dignos y bien remunerados, especialmente para las personas con algún tipo de discapacidad. La disparidad en la calidad de la educación que marca a los jóvenes más pobres para toda la vida, es otro de los grandes temas que deben ser abordados".
"También está el trato inadecuado que se le ha dado a los pueblos originarios y la indiferencia frente a tantos migrantes que llegan buscando una vida mejor y que se sienten discriminados”, prosiguió.
Reconocernos como iguales
Chomali enfatiza en que un gran salto para lograr un desarrollo justo y armónico sería “hacer comprender que todo ser humano es igual en dignidad, con derechos y deberes independiente de su condición social o económica”.
A lo que agrega:
“Si el nuevo presidente y su administración consideran los grandes temas que afectan al país, si realmente son tomados con la seriedad y urgencia que ameritan, podremos reconocernos como miembros de una única familia y por lo tanto lograr la fraternidad que tanto anhelamos”.
El obispo concluyó:
“Esta es una gran oportunidad para hacer ver que la vida espiritual de las personas y sus creencias más profundas son una riqueza para la sociedad y deben ser promovidas”.