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El papa Francisco sin rodeos llamó a algunos “campos de refugiados”, los nuevos campos de concentración de este siglo y, lamentó la indiferencia y la indolencia generalizada, cuando en los medios de comunicación se publican las noticias de naufragios de migrantes, especialmente niños, en el Mediterráneo, o se transmiten imágenes de hombres esclavizados, mujeres explotadas, o de repatriados que escapaban de un país en guerra o de la miseria.
"Nos quejamos cuando leemos las historias de los campo de concentración del siglo pasado, de los nazis, de Stalin [...]. Esto está ocurriendo hoy en las costas cercanas", dijo el Papa indignado en Nicosia este viernes, 3 de diciembre de 2021, durante un encuentro con refugiados, refiriéndose a los campos en los que los migrantes son ahora vendidos o torturados. "Esta es la historia de una esclavitud, una esclavitud universal [...] y lo peor es que nos estamos acostumbrando a ella”, denunció.
Este hábito, es "una enfermedad muy grave" contra la que "no hay antibiótico". "La migración forzada no es una práctica "cuasi turística", dijo, refiriéndose a las mujeres "vendidas" y a los hombres "torturados y encadenados". "Es el pecado que tenemos dentro lo que nos hace pensar así", insistió.
El pontífice latinoamericano lamentó que estas realidades formen parte de "la historia de esta 'civilización desarrollada' que llamamos Occidente". También criticó el "alambre de espinado [...] hecho para mantener fuera al refugiado", pidiendo a Dios que "despierte la conciencia de cada uno de nosotros".
Precisamente, el papa Francisco ha escuchado hoy las conmovedoras historias de cuatro jóvenes migrantes que desembarcaron en Chipre con sus sueños de un futuro mejor. Estas palabras de esperanza marcan una de las últimas citas de la primera etapa del 35 viaje apostólico del Papa al corazón del Mediterráneo.
Por la tarde, Francisco se dirigió a la iglesia de la Santa Cruz de Nicosia para un momento de oración ecuménica con los migrantes.
Los testimonios de 4 jóvenes migrantes
El Papa lució profundamente conmovido al escuchar a la joven Rozh, iraquí, que, lejos de su casa, de su familia, de su pueblo y de su país se pregunta si las categorías caben para enmarcar sus sueños de humanidad: “Cada día tengo que reducir todo lo que puedo ser, o espero ser, o quiero llegar a ser, a una marca junto a una casilla en un formulario: extranjero, víctima, solicitante de asilo, refugiado, emigrante".
El camerunés Maccolins, en cambio, se definió como "una persona herida por el odio". “El odio adopta muchas formas, algunas de ellas ‘horribles’: el que mutila, mata, rompe los huesos de los demás, el que lleva a plantar minas quiebra piernas”.
El joven habla de un odio que marca por la “despreocupación y la negligencia de quienes provocan incendios, destruyen bosques, contaminan el agua que necesitamos para saciar nuestra sed”. Así, reiteró que “el odio, una vez experimentado, no se puede olvidar", expresó.
Thamara también habló de la violencia ante el obispo de Roma. Recordó las bombas, los cuchillos, el hambre, el dolor. Ella huyó de Sri Lanka en un camión, escondida, abordó una patera: "Engañada, explotada, olvidada". Pero en su viaje siempre estaba la esperanza de "llegar a un nuevo destino". Un lugar “donde pudiera dar y recibir amor”.
Mariamie, de la República Democrática del Congo, se definió a sí misma como "una persona llena de sueños": "Sueño con un mundo en el que nadie se vea obligado a huir o a llorar”. Un mundo en “el que nadie es arrancado de su cama en la oscuridad de la noche dejando atrás sus juguetes favoritos”.
El Vaticano pagará por los 50 migrantes
La estrategia de la “caridad organizada” sigue adelante y es visible en la intermediación del Papa Francisco para que 50 migrantes presentes en los campos de acogida de Chipre viajen en avión a Roma. Y no arriesguen más sus vidas en pateras o sean presas fáciles de traficantes.
Tres meses durará el traslado de los migrantes. El Vaticano asumirá los costos y la comunidad de San Egidio se encargará de acoger, promover e integrar a los migrantes en Italia.
En este sentido, el presidente chipriota Níkos Anastasiádis expresó ayer su «gratitud» al Papa por esa «iniciativa» y también denunció la «ocupación ilegal» del 36% de su territorio por parte de Turquía, el desplazamiento del 30% de su población que se ha convertido en refugiada, el problema de los «desaparecidos» y la destrucción de monumentos culturales y religiosos en los territorios ocupados.
De hecho, los datos muestran que, entre los 27 miembros de la UE, la isla mediterránea de Chipre es actualmente el país que recibe más solicitudes de asilo en relación con su población, que se acerca al millón de habitantes.
Según cifras de Cáritas, las solicitudes de asilo superan el 4% de la población local. Más de 9.000 de las 12.695 llegadas a la República de Chipre en los dos primeros meses de 2021 cruzaron la "Línea Verde", la zona desmilitarizada de 180 kilómetros establecida por la ONU en 1974 tras la línea de alto el fuego establecida después de la intervención militar del ejército turco.
Con el cierre de muchas fronteras terrestres a través de la ruta de los Balcanes y el endurecimiento de las políticas migratorias, Chipre se encuentra ahora a la cabeza de la actual ronda de flujos migratorios europeos.
Francisco propone a la Iglesia de Chipre (dividida al interno) y a los ortodoxos trabajar por una unidad que inicia con las obras de misericordia entre los hermanos y el testimonio de la alegría de los dones recibidos: “Como los dos ciegos del Evangelio, renovemos el encuentro con Jesús y salgamos de nosotros mismos sin miedo para testimoniarlo a cuantos encontremos.” (homilía en el estadio de fútbol GSP en Nicosia 03.11.2021).
Esta mañana, el Pontífice se ha reunido con los líderes de la Iglesia Ortodoxa de Chipre, y después con los fieles que han participado en una misa en un estadio de Nicosia. Mañana el Papa dejará la isla chipriota para dirigirse a Grecia. Prosiguiendo con su itinerario para dar voz y visibilidad a los migrantes, cuando visitará el domingo, el Centro de Acogida e Identificación de Mitilene, ubicado en la isla griega de Lesbos.