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Lo acontecido el pasado 15 de enero en las costas del distrito de Ventanilla, norte de Lima, Perú, sigue generando impacto hasta hoy. Se trató de un derrame de petróleo adjudicado a un oleaje tras la erupción de un volcán submarino en Tonga con efectos en un barco de la petrolea española Repsol.
La situación llevó rápidamente a la declaración de emergencia ambiental por 90 días y a medidas con respecto a la petrolera tras lo sucedido a lo largo de 18.000 kilómetros de zonas protegidas en esa parte de Perú.
Medios especializados como Mongabay Latam dan cuenta de más de 11.000 barriles de petróleo en el mar que han contaminado fauna, playas y áreas protegidas (cifras iniciales otorgadas por el Ministerio de Ambiente de Perú daban cuanta de 6.000 barriles vertidos).
Ayuda a damnificados
Pero mientras los efectos se siguen evaluando y los reclamos persisten, desde organizaciones como Red de Ollas Comunes de Lima (ROCL) se han iniciado campañas para ayudar a pescadores artesanales y pobladores de las zonas impactadas por el derrame de petróleo. En este caso, tal cual recuerda la Iglesia de Perú en su web, una acción junto a otras instituciones del Estado y en coordinación con Resucita Perú y Cáritas Lima.
“Esperamos llevar alimentos, pero también esperanza y solidaridad. Los pescadores artesanales desde hace meses vienen donando parte de su pesca a las ollas comunes, a través del Programa Nacional A Comer Pescado del Ministerio de la Producción, y ahora no podemos ser indiferentes en una situación como esta”, dijo Fortunata Palomino, presidenta de la Red de Ollas de Lima, publica la Iglesia de Perú.
“La solidaridad se manifiesta entre que los que más necesitan, nadie tiene tan poco que no pueda compartir ni nadie tiene lo suficiente que no requiera recibir, es un gesto de amor hacia el necesitado que se expresa libremente”, prosigue.
“Ello no quiere decir que dejemos de exigir a la empresa responsable del derrame y a las instituciones del Estado que les compete, que asuman el costo y remediación del desastre ambiental y humano, que se sancione a los responsables y se garantice que nunca más vuelva a ocurrir algo similar”, agregó.
Un potente mensaje de la Iglesia
Quien también se pronunció en el mes de enero luego del desastre ambiental, considerado el peor de los últimos tiempos, fue el propio Episcopado peruano. Lo hizo a través de un mensaje del presidente de la Conferencia Episcopal Peruana y presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), monseñor Miguel Cabrejos.
“Hay una gran preocupación y consternación en la ciudadanía por el desastre ocurrido en el mar de Ventanilla, producto del derrame de 6,000 barriles de petróleo y cuyas consecuencias aún no terminan de calcularse, afectando a 2 Áreas Protegidas, al ecosistema del lugar, a la vida de cientos de pescadores, a los pobladores de la zona, así como a las aves y al plancton”, expresó Cabrejos en ese momento.
También agregó: “Hay que actuar con celeridad, por lo que llamamos a los actores implicados a asumir sus responsabilidades y remediar con urgencia el enorme daño ambiental generado”.