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Tres motivos para festejar tus cumpleaños

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Guillermo Dellamary - publicado el 09/02/22
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Acumulamos experiencias con los años. Y hay bellos motivos para que no dejes pasar esta oportunidad de dar gracias a la vida

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Los años no pasan en balde, y se van acumulando las experiencias, tanto buenas como malas.  Hay quien lo festeja y quienes de plano lo quisieran pasar por alto. Te invitamos a que consideres algunos bellos motivos que todos debemos de tener, para festejar el día en que nacimos y agradecerle a la vida la oportunidad que deseamos de vivir unos años más.  

1Tu primera respiración.

En general festejamos el día de nuestro nacimiento, no el día en que fuimos concebidos, pues no siempre es preciso definirlo; pero sí el momento exacto en que comenzamos a respirar. Y eso sí, es sumamente importante porque al dejarlo de hacer significa que hemos llegado a nuestro fin. Que podamos seguir respirando es lo que festejamos, y unido a ello, que tengamos salud y bienestar.

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¿Cómo podemos dejar de dar gracias, por tan importante y significativo momento, por el inicio de nuestras vidas? De aquí que muchas escuelas de sabiduría, proponen que el amor a la vida comienza tomando consciencia de la respiración. Pues por principio el hombre es creado con un soplo divino, lo que significa que el barro cobra vida al respirar. Es en la misma respiración que consideramos la presencia implícita del Ser que nos ha dado la vida. 

Ya desde el Antiguo Testamento, la palabra que se usa en hebreo para designar la palabra espíritu es "ruaj", que tiene el significado profundo de "aliento de vida", que es la vitalidad interior que forja la belleza que representa la brisa, la frescura que nos regala el viento que nos arrastra a vivir atados al Creador, el soplo que le da sentido al barro transformado a su imagen y semejanza.

Así, el simbolismo del viento estará siempre presente en multitud de textos que nos hacen vivir la presencia del Espíritu en nuestra vida diaria. Y eso es precisamente lo primero que hemos de festejar.

2Los padres son los festejados.

Aquellos primeros días de nuestra vida, las felicitaciones, flores y regalos fueron para nuestros padres. Tú aún no despertabas bien a la vida y, aunque todos te querían conocer, en realidad los protagonistas de tu nacimiento fueron ellos. Particularmente tu madre, quien te obsequió su sangre, sus células, sus nutrientes y todo lo que fuiste necesitando para crecer en su vientre y desarrollarte de la mejor manera posible.

Influyó su voz, sus emociones, sus sonrisas y sus lágrimas. Tantas emociones y sentimientos que envolvieron tu crecimiento y bienestar, que te cuidó con amor a lo largo de todos esos meses.

Quién sabe cuánto dolor y momentos delicados de salud, tuvo que pasar desde un inicio de tu concepción hasta el momento del parto. Y todo para que finalmente respiraras y comenzara tu percibir el mundo al cortarse el cordón umbilical. ¿Cómo no vamos a festejar este maravilloso proceso y agradecer, con todo nuestro corazón, semejante entrega para que tengamos la oportunidad de vivir?

Los padres merecen que se les recuerde y se les vuelva a festejar el mismo día de tu cumpleaños, en donde ahora tú sueles ser el festejado central.

Los abrazos, gestos de cariño, los regalos y pasteles son para ti. Pero en nuestro corazón debe siempre estar presente que aquel día en que -recordamos- los festejados fueron ellos. Y hoy hay que seguirlo haciendo con todo nuestro cariño, particularmente cuando aún están presentes si no es que ya descansan en paz.

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3Por los familiares y amigos.

La vida nos va llevando por tantos caminos y acercándonos a tantas personas bonitas, que es la maravillosa ocasión de compartir con todos ellos lo mucho que amas la vida, como a ellos también.

Es reconocer que, sin el apoyo y acompañamiento de todos ellos, la vida no hubiera sido nada fácil para ti.

Es el verdadero tesoro que vamos recolectando en este peregrinar.

Tanto los hermanos, los tíos, los primos, los sobrinos, la pareja como los hijos. Son un exquisito patrimonio que se viene a enriquecer con la elección recíproca que hacemos con l@s verdader@s y auténtic@s amig@s. Esos personajes con los que has compartido tantas y diversas experiencias desde la infancia. ¿Cómo no tomarte una copa de vino y compartir el pan y la sal con seres tan lindos, que además suelen estar en las buenas y en las malas?  

Como resulta muy evidente, hay motivos de sobra para festejar el día de nuestro nacimiento, que no tiene que ser necesariamente una fiesta, reunión o convivio, pero si una recapitulación de las muchas cosas que han ido sucediendo a lo largo de los últimos años.

Es la oportunidad de orar, reflexionar, hacer un inventario de aciertos y errores y de corregir comportamientos y actitudes con el positivo propósito de ser mejores personas. De dar testimonio de nuestros logros, de la fe que tenemos y de lo agradecidos que estamos, con todo lo que hemos recibido.

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