Desde siempre el hombre se expresa más plenamente cuando une el gesto con la palabra. Como somos sociales necesitamos de signos y símbolos para comunicarnos mejor con los demás. Un apretón de manos, un beso, un abrazo, una sonrisa que expresa afecto, un saludo o una despedida usando las manos...
Ocurre lo mismo con nuestra relación con Dios. La Historia de la Salvación está llena de expresiones de los hombres hacia Dios y de Dios hacia nosotros. Y en la actualidad, durante la liturgia cuando celebramos el culto a Dios, utilizamos gestos muy variados.
No hay más que repasar la celebración de los sacramentos, adornada con múltiples detalles y tejida de signos y gestos: la señal de la cruz, genuflexiones, unciones, abrazos o inclinaciones con la cabeza.
Jesús, el primer catequista
Así mismo, Jesús se sirvió con frecuencia de los signos y de gestos durante su predicación. Fue bautizado en el río Jordán con agua, impuso las manos a los enfermos, lavó los pies a sus discípulos o cuando rezaba se apartaba a un lugar tranquilo en silencio. El mayor gesto de Jesús tuvo lugar durante la última cena cuando partió el pan y el vino y lo compartió con los apóstoles.
Así que la Iglesia ha mantenido todas estas expresiones de Jesús y las ha incorporado a la Liturgia y a los sacramentos. Por esta razón los catequistas debemos enseñar a los niños el significado espiritual que tienen todos los signos religiosos.
Iniciar a los niños en la Liturgia
Cuando empezamos a rezar junto a los niños y les enseñamos la oración y el silencio, aunque parezca difícil, descubrimos posibilidades inesperadas. Los pequeños tienen una gran capacidad para entablar una amistad profunda con Dios.
De hecho, tienen una inteligencia espiritual muy desarrollada. Pero es necesario favorecer su crecimiento con la liturgia, en la catequesis y en casa con la familia.
Según Luis M. Benavides, conocido por sus aportaciones a la metodología catequética, “iniciar a los niños en la Liturgia es una de las más hermosas tareas que se pueden realizar en la catequesis” y esta iniciación debe comenzar en sus primeros años. Así se integran en la oración comunitaria de la Iglesia.
¿Qué gestos y signos podemos enseñar a los niños?
Sin embargo, la mayoría de los niños no tiene la madurez ni los conocimientos necesarios para entender todos los significados de la liturgia. Hay muchos contenidos que se escapan a su conocimiento y comprensión, así que durante la catequesis hay que introducir poco a poco, en su cabeza y en su corazón, el lenguaje propio de las celebraciones.
Básicamente hay que dejar que se expresen a su manera, con el fin de que las primeras experiencias litúrgicas no sean aburridas para ellos.
Pero existen una serie de gestos sagrados a través de los que podemos introducirles en la vida de fe y que calan de manera profunda en su vida.
A partir de ahí, podemos conducirles hacia la gran celebración de la Iglesia: la Eucaristía. Esta supone el punto culminante de la liturgia y en la que participa toda la comunidad, mayores y pequeños.
Algunos de estos signos sagrados son:
Acabo el artículo con otra cita que escribe Luis M. Benavides en su libro “Metodología Catequística para niños”:
“Los niños no solo disfrutan más cuando todo el cuerpo expresa lo que sienten, sino que esta expresión hace que sientan más profundamente lo que dicen. Una cosa es decir que estamos contentos porque Jesús nos ama y otra, muy distinta, es bailar una ronda en torno a una imagen de Jesús cantándole con todo nuestro ser una bonita canción”
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