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El conjunto de la catedral de Santa Sofía -que comprende el conjunto de edificios monásticos y así como el Monasterio de las Cuevas- fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 1990. Fue el primer tesoro cultural que recibía esta mención en aquel país.
Aquí puedes verla en la galería fotográfica:
La catedral de Santa Sofía en Kiev guarda parecido con la catedral del mismo nombre que se encuentra en Estambul (la antigua Constantinopla) y que fue levantada en el siglo VI d.C. Su nombre, Sofía, es de origen griego y significa "sabiduría". Así, está dedicada a la Sagrada Sabiduría de Dios.
Levantada en el siglo XI
Desde el exterior llama la atención por su magnificencia, su contraste de color blanco y verde, junto con el característico dorado en las cúpulas de los templos ortodoxos. En total hay 13 cúpulas. Algunos teóricos creen que esta estructura sigue la de la catedral de Santa Sofía en Nóvgorod, que cuenta efectivamente con 13 cúpulas armadas en madera de roble hacia el año 989 d.C.
En el caso de Kiev, el rey Yaroslav I el Sabio, monarca del Rus de Kiev (federación de tribus eslavas orientales), quiso agradecer a la población de Kiev su ayuda en la consolidación del reino y copió aquel monumento aunque sustituyendo la madera por piedra. Esto dotó de solidez al conjunto, que se ha sostenido a lo largo de diez siglos.
El corazón del pueblo ucraniano
Esta catedral es el corazón del pueblo ucraniano, con un fuerte sentido religioso ortodoxo y patriótico, entre otras razones porque allí han sido enterrados las autoridades del Rus de Kiev desde muchos siglos atrás. Allí quedaron las tumbas de Vladímir II Monómaco y Vsévolod Yaroslávich, aunque estas no se conservan. Sí, en cambio, puede verse la tumba del rey que la mandó levantar, Yaroslav I el Sabio.
Tardaron dos décadas en edificar la catedral de Santa Sofía, una cifra sorprendentemente breve en comparación con los siglos de las catedrales románicas y góticas. Pero, como se verá, la Historia se ha hecho notar en las paredes de este templo.
Hablamos de una obra de arquitectura bizantina. Tiene cinco naves, con sus respectivos cinco ábsides, y está rodeada por galerías de dos hileras por tres lados de la construcción. Sus dimensiones son 55 metros de ancho por 37 metros de largo (algo similar a más de medio campo de fútbol).
Al entrar en el interior del templo, la mirada se dirige a todas partes puesto que, como todos los edificios ortodoxos, busca mostrar la bóveda celeste y las verdades eternas en lo material. Así, contiene mosaicos de gran belleza y frescos, todos ellos datados del siglo XI. Entre esas pinturas hay una que hace referencia a la familia de Yaroslav I el Sabio.
Una pieza de especial relevancia en la catedral de Santa Sofía es sin duda la Virgen Orante.
A lo largo de la historia, la Catedral ha pasado muchas vicisitudes. En 1169 fue destruida parcialmente por Andréi Bogoliubski, del principado de Vladímir-Súzdal, (que posteriormente sería el Ducado de Moscú) durante el saqueo de Kiev. Luego invadieron la ciudad los tártaros mongoles en el año 1240.
Después se produjo la Unión de Brest (1595-1596). Esta suponía que la iglesia ortodoxa ucraniana se separaba de la de Constantinopla y se unía a la iglesia de Roma. En ese momento la catedral de Santa Sofía pasó a ser sede de la Iglesia greco-católica ucraniana y lo fue durante casi medio siglo.
Sin embargo, en 1633, el obispo metropolita ortodoxo ucraniano Petró Mohyla la reclamó y se le entregó. En ese momento, la construcción vivió unos años de restauración que le devolvieron la belleza original. De ahí que la catedral que hoy vemos tenga signos del estilo barroco ucraniano en el exterior mientras que el interior conserva la huella del arte bizantino de los inicios.
La restauración y renovación de Santa Sofía siguió el siglo XVIII con el hetman cosaco Iván Mazepa en el año 1740. Este fue quien dio por concluidas las obras y la catedral.
Con la Revolución Rusa de 1917, la URSS se apoderó del territorio ucraniano y la catedral de Santa Sofía volvió a estar en el punto de mira de la persecución religiosa de los soviéticos. En los años 20 del siglo pasado, un plan gubernamental trazado desde Moscú quiso destruirla. Querían derrocar la catedral y crear un extenso parque de los "Héroes de Perekop", en honor a la victoria del Ejército Rojo en la guerra de Crimea
Se libró de la destrucción soviética
Sin embargo, muchos intelectuales rogaron que no se destrozara una obra arquitectónica tan importante. Esto hizo que se salvara la estructura aunque se prohibió el culto. El templo y el complejo de alrededor fue confiscado y reconvertido en museo arquitectónico e histórico. Era el modo de aplastar la vida religiosa en la URSS, de punta a punta. Como prueba de ello, lo mismo sucedió a menos de mil kilómetros en los países bálticos: la catedral de Vilnius (Lituania) pasó a ser un museo.
Después de la caída de la Unión Soviética, Ucrania se declaró estado independiente el 24 de agosto de 1991. Primero las autoridades políticas soviéticas y después las ucranianas se comprometieron a devolver la catedral de Santa Sofía a la Iglesia Ortodoxa Rusa. Sin embargo, esto no ha sido así.
Las autoridades siguen teniendo el control de la catedral y allí no está reconocido el derecho a celebrar actos litúrgicos para ninguna confesión cristiana. La Iglesia Ortodoxa Ucraniana decidió tener su propio Patriarcado de Kiev en 2019 y esto desde Moscú se consideró no solo una escisión religiosa sino también política. Para Vladimir Putin, la existencia de este patriarcado es una cuestión pendiente de atajar por todo lo que significa de independencia respecto a su poder.
La catedral ha seguido en activo estos últimos años pero con enormes dificultades. En el caso del funeral del patriarca Volodymir, jefe de la Iglesia Ortodoxa Ucraniana del Patriarcado de Kiev, en julio de 2014, la policía quiso impedir la ceremonia, lo que provocó una fuerte contestación en las calles. Después de eso, las autoridades obligaron a que la catedral esté abierta únicamente como punto de visita cultural, ya que mantiene el museo.